El búnker del régimen
Bab al Aziziya, donde pudo morir el hijo de Gadafi, es el corazón político de la dictadura

El complejo de Bab al-Aziziya es el cuartel general de Gadafi, el búnker del régimen, centro de mando y comunicaciones del Ejército, y el símbolo del desafío del dictador libio a la comunidad internacional. En una de sus áreas residenciales se encuentra el edificio destruido por el ataque de la OTAN en el que habría muerto un hijo y tres nietos de Gadafi. Y todo el lugar es una siniestra combinación de cuartel y parque martirológico de la dictadura.
El corazón de Bab al-Aziziya es la denominada «Casa de la Resistencia», edificio en el que supuestamente murió una hija adoptada por Gadafi en el bombardeo ordenado por Ronald Reagan en 1986 en represalia por un atentado en Berlín en el que murieron dos marines norteamericanos y que habría sido organizado por el régimen libio. El edificio permanece en ruinas, tal y como quedó tras el bombardeo. Y sirve como habitual telón de fondo para las arengas del líder libio. A su lado, se alza una colosalista estatua de un inmenso puño estrujando un avión de combate. Y al frente, se extiende la explanada en la que se celebran las manifestaciones de aclamación al líder. Toda la mitología del régimen se resume en este parque temático.
Pero Bab al-Aziziya es también un importante centro militar. La OTAN sostiene que ahí se encuentra el principal mando operativo y centro de comunicaciones del Ejército. Y que el objetivo de sus ataques es la destrucción de esas instalaciones militares, especie de Estado Mayor de sus fuerzas armadas.
El complejo ha sido varias veces bombardeado por la OTAN. Pese a lo cual, aún viven en el mismo varias familias ligadas al régimen. Entre ellas, por lo visto, parte de la del propio Gadafi. La casa bombardeada en la que habría muerto Saif al-Arab Gadafi era una lujosa mansión con colmillos de elefante en su interior y ciervos en libertad en su exterior.
Se supone que Bab al-Aziziya cuenta también con una compleja red de refugios antiaéreos. Pero las primeras veces que Gadafi quería sacar pecho frente a la OTAN lo hacía en este lugar, al aire libre, y rodeado de sus seguidores. Cuando los ataques al complejo se hicieron más frecuentes, sin embargo, el coronel dejó de frecuentar su búnker favorito. Y se refugió en un paradero completamente desconocido. Por más que el régimen diga lo contrario, la Alianza sostiene que no tenía constancia de que, cuando lanzó su ataque, se encontrara allí el dictador o su familia.
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