«No hay riesgo de guerra civil en Egipto»
Entrevista a Tewfik Aclimandos, profesor de historia de Egipto en el Collège de Francia

Egipto quizá no esté condenado a la guerra civil, pero el Ejército deberá elegir entre el pueblo, Mubarak y su propio puesto; todo ello dentro de una geografía política regional condenada a sufrir una revolución estratégica.
Ese es el convencimiento profundo de Tewfik Aclimandos, profesor en el Collège de Francia, el sancta-sanctorum de la Universidad francesa, uno de los grandes especialistas internacionales en la historia de Egipto y de su Ejército.
—¿Hay riesgo real de guerra civil en Egipto, que es la décima potencia militar mundial?
—En principio, no. Hay fuertes tensiones, grandes presiones. Y, evidentemente, la situación cambia con rapidez. Quizá haya riesgo de guerra civil. Pero, a día de hoy, me inclino a pensar que la guerra civil no estallará. Aunque los enfrentamientos en curso pueden tomar proporciones dramáticas, claro está.
—Después de Mubarak... ¿el Ejército? ¿No es ya el Ejército quien controla la situación?
—Se trata de una realidad sutil y compleja. El Ejército tiene en sus manos las llaves de la situación. Pero también existe un imprevisible equilibrio de fuerzas inestables. Y no está definitivamente claro quién terminará imponiéndose: si la Policía favorable al campo presidencial, o el Ejército, que tiene sus propios intereses, militares, políticos, incluso económicos.
—¿Hasta cuando sostendrá el Ejército a Mubarak?
—Si la crisis se prolonga, los militares solo tienen dos alternativas: sacrificar a Mubarak, ofreciéndole alguna salida, o ponerse a su lado y tirar contra los manifestantes. Se trata de una alternativa que los militares más respetados, como Shafik o Suleiman, intentan evitar.
—¿Hay muchos musulmanes piadosos en el Ejército egipcio?
—Hay muchos musulmanes piadosos en el Ejército, sin duda. Pero no pertenecen a los Hermanos Musulmanes. Desde hace años, hay una línea roja que el Gobierno y los Hermanos Musulmanes se han comprometido a no cruzar, nunca: se acepta la presencia de musulmanes piadosos en el seno de la institución militar; pero los Hermanos Musulmanes aceptan no filtrar a sus hombres en el Ejército. Se trata de un equilibrio de fuerzas que ninguna de las partes ha violado, hasta ahora.
—¿Cómo puede evolucionar esa relación entre la institución militar y los Hermanos Musulmanes?
—A corto plazo, ambas partes se respetan, temen y «comprenden»: ni el Ejército puede «destruir» a los Hermanos Musulmanes, ni los Hermanos Musulmanes se embarcan en una peligrosa operación de «penetrar» en el Ejército. A más largo plazo, cinco o diez años, nadie puede saber cómo evolucionará esa cuestión, que es una cuestión cultural de fondo.
—¿Hay en Egipto alguien capaz de sacar al país de la crisis económica?
—En Egipto hay economistas y profesiones liberales muy preparados para efectuar reformas necesarias. De hecho, el mismo presidente Mubarak ha intentado hacer reformas, desde hace años. Pero las reformas han fracasado siempre. Ese es uno de los problemas de la crisis actual. Mubarak ha intentado muchas reformas, pero esas reformas siempre han chocado con muchos problemas de fondo. Inquieto ante el rechazo de las reformas, Mubarak siempre ha dado marcha atrás. De ahí que, finalmente, los egipcios sean escépticos. Han fracasado todas las reformas que se han intentado. Ahora mismo, quizá no haya la base social necesaria para sostener las reformas precisas. De ahí la tragedia en curso.
—El nuevo Egipto ¿podrá continuar asumiendo sus alianzas tradicionales, con Washington, Israel y Europa?
—Nadie lo sabe. Estamos ante una situación revolucionaria, imprevisible, confusa, trágica. No está claro cómo terminará decantándose la situación. Nadie puede saber el rumbo que tomará Egipto mañana.
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