EE.UU. presiona a China por los derechos humanos ante la creciente represión
Delegaciones de ambos países discuten sobre libertades civiles y religiosas en un diálogo de sordos por la reciente detención de docenas de disidentes
![EE.UU. presiona a China por los derechos humanos ante la creciente represión](https://s3.abcstatics.com/Media/201104/27/IMPORT172434.jpg)
Estados Unidos y China entablaron hoy en Pekín su ronda anual de conversaciones sobre derechos humanos. Un auténtico diálogo de sordos porque el encuentro coincide con la peor represión del régimen chino contra la disidencia de los últimos años.
Desde que a través de internet se convocaran manifestaciones inspiradas en las «Revueltas del Jazmín» que sacuden al mundo árabe, docenas de disidentes, abogados, escritores y activistas de los derechos humanos han sido detenidos , interrogados, confinados bajo arresto domiciliario o, simplemente, han desaparecido sin que se sepa su paradero.
Es el caso del artista crítico Ai Weiwei, apresado por la Policía en el aeropuerto de Pekín el 3 de abril cuando iba a tomar un avión. Pero no es el único. China tiene el dudoso honor de mantener entre rejas al último Premio Nobel de la Paz. Liu Xiaobo cumple una condena de once años de prisión por incitar a la subversión contra el Estado por liderar la Carta 08 por la democracia.
En Dongshigu, su pueblo de la provincia oriental de Shandong, el abogado ciego Chen Guangcheng sigue enclaustrado en su casa después de pasarse cuatro años en la cárcel por denunciar una masiva campaña de esterilizaciones y abortos forzosos. Vigilado con cámaras las 24 horas, tiene prohibido salir de su vivienda y nadie puede visitarlo, como denunció en un vídeo clandestino grabado en febrero.
39 disidentes detenidos desde febrero
Según la organización Defensores Chinos de los Derechos Humanos (CHRD, en sus siglas en inglés), 39 disidentes han sido detenidos desde mediados de febrero. De ellos, seis han sido formalmente acusados y se enfrentan a penas de prisión, pero 17 siguen desaparecidos. De algunos, como los abogados Teng Biao y Li Tiantian, no se sabe nada desde hace dos meses, mientras que el también letrado Jin Guanghong ha denunciado que fue torturado y drogado durante los diez días que pasó arrestado.
Tras los contactos mantenidos en 2002, 2008 y el año pasado, este es el panorama que se ha encontrado el subsecretario de Estado norteamericano de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, Michael Posner, quien se reunió ayer con la delegación china, encabezada por un alto cargo del Ministerio de Exteriores, Chen Xu.
Con un lenguaje más duro de lo habitual, Washington ha dejado claro que no hará concesiones sobre la actual represión china y la «negativa tendencia de desapariciones forzosas, detenciones al margen de la legalidad, arrestos y confinamientos». Pero Pekín ha vuelto a advertir a EE.UU. de que no use los derechos humanos para «interferir en asuntos internos».
En resumen, un diálogo de sordos. «Estos encuentros a puerta cerrada entre delegaciones de ambos gobiernos con tan distintos puntos de vista sobre los derechos humanos han producido pocos resultados concretos», aventuró el fracaso de la reunión el director internacional de CHRD, Renne Xia. A pesar de las pocas expectativas generadas, Xia cree que «EE.UU. puede y debe utilizar estos encuentros para concienciar al Gobierno chino de sus obligaciones internacionales y constitucionales para proteger los derechos humanos, lo que significa acabar de inmediato con la tortura y la liberación de docenas de ciudadanos detenidos y desaparecidos».
La crisis económica
Ante la falta de progresos en asuntos como la libertad religiosa y de expresión, el régimen chino esgrime la mejora de la situación social gracias a su extraordinario crecimiento económico de las tres últimas décadas, que ha sacado de la pobreza a cientos de millones de personas y convertido al país en la segunda superpotencia mundial, al menos en términos brutos.
Pero tanto EE.UU. como la Unión Europea están empezando a perder la paciencia con el inmovilismo de Pekín, reforzado además porque la crisis financiera ha realzado su importancia diplomática y monetaria. Atesorando las mayores reservas de divisas del mundo, la mayoría en bonos del Tesoro emitidos por la Reserva Federal, el régimen chino no solo financia la deuda pública estadounidense , sino que se ha revelado como un salvavidas para países europeos con problemas de liquidez y credibilidad, como Grecia, Irlanda, Portugal y España.
En este nuevo contexto de una nueva China cada vez más crecida y soberbia, no ha habido «resultados tangibles» en los 14 años de conversaciones sobre derechos humanos con la UE, que fueron interrumpidas por la concesión del Nobel de la Paz a Liu Xiaobo y serán retomadas en mayo. A principios de este mes, el eurodiputado británico Edward McMillan-Scott escribió un tribuna de opinión en el diario «The Guardian» abogando por «suspender los contactos si China no liberaba a los presos de conciencia y empezaba las reformas políticas».
«Para ser efectivo, el diálogo sobre derechos humanos exige establecer objetivos precisos y lograr un compromiso diplomático a altos niveles», propone Nicholas Bequelin, uno de los responsables en Asia de Human Rights Watch.
Mientras el régimen chino mantiene un diálogo de sordos con EE.UU., sigue arrestando a los disidentes, acosando a las iglesias no oficiales y persiguiendo a las minorías étnicas tibetana y uigur.
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