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El presidente de Yemen apuesta por la fuerza para sofocar la revolución

Tras cuatro meses de revuelta pacífica, centenares de muertos y numerosos intentos de mediación por parte de la comunidad internacional, el dirigente Abdulá Saleh parece dispuesto a terminar con las protestas

El presidente de Yemen apuesta por la fuerza para sofocar la revolución REUTERS

Mikel Ayestaran

Alí Abdulá Saleh pasa al ataque. Más de cincuenta personas han muerto en las últimas horas en choques con las fuerzas de seguridad en Sanaá y Taiz, segunda ciudad de Yemen. Tras cuatro meses de revuelta pacífica y numerosos intentos de mediación por parte de la comunidad internacional, el dirigente parece dispuesto a terminar con la revolución y conservar el poder usando la fuerza .

La capital ha despertado con el estruendo de las explosiones en la zona de Hasba. La tregua entre Ejército y milicianos del jeque Sadiq Al Ahmar , uno de los líderes tribales más poderosos del país y que desde el comienzo ha estado del lado de la revolución que busca poner fin a 33 años de dictadura , apenas ha durado dos días y a lo largo de las últimas horas se han reanudado los combates con violencia. Según periodistas locales consultados por teléfono es complicado saber realmente la dimensión del enfrentamiento porque el lugar está acordonado y no se permite el acceso, pero el objetivo de Saleh sería recuperar el control de los edificios oficiales en manos de los insurgentes desde la semana pasada. Este enfrentamiento con el jeque ha causado más de un centenar de muertos de su inicio y ha obligado a miles de personas a huir de la capital.

En Taiz no hay combates de tal envergadura. Las fuerzas de seguridad, según un informe de Naciones Unidas, irrumpieron el domingo en la ‘plaza de la libertad’ –donde siguiendo el modelo de Tahrir en El Cairo o la universidad en Sanaá- y usaron «cañones de agua, excavadoras y munición real» para poner punto y final a la protesta. Esta mañana, según las agencias, al menos otras dos personas han perdido la vida.

El tercer foco de tensión en el país se sitúa en la localidad sureña de Zinjibar donde, según el gobierno, Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) se habría hecho con el control . Los yemeníes se echaron a las calles a finales de enero siguiendo el ejemplo de tunecinos y al mismo tiempo que los egipcios. La revuelta caló en las principales ciudades del país más pobre del mundo árabe, pero Alí Abdulá Saleh se aferra al sillón y, como sus homólogos en Egipto, Túnez y Libia, acusa a Al Qaeda de estar detrás de todo por lo que la oposición acusa al presidente de facilitar la llegada de los elementos extremistas a Zinjibar para demostrar al mundo la necesidad de seguir respaldándole.

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