Críticas a la «trágica ceguera» francesa en Túnez
Los 600.000 tunecinos que viven en Francia y los 25.000 franceses en Túnez reprochan a Sarkozy haber ofrecido ayuda a Ben Alí para garantizar la estabilidad del régimen

La sublevación popular tunecina está precipitando en Francia una “ola de choque” política y diplomática de alcance imprevisible. Los 600.000 tunecinos residentes en Francia y los 25.000 franceses con residencia en Túnez reprochan al gobierno de Nicolas Sarkozy su “trágica ceguera”, encarnada de manera “canónica” por la ministra de Asuntos exteriores, Michèle Alliot-Marie , que, en el momento álgido de la revuelta , ofreció al gobierno tunecino el “saber hacer” de las fuerzas de seguridad francesas para “garantizar la estabilidad” de un régimen en vías de derrocamiento popular. La ministra habría llegado a plantear, según la prensa local, el envío de fuerzas especiales galas en los días calientes de la rebelión.
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Los aliados europeos reprochan veladamente al gobierno francés su ceguera ante los orígenes de la crisis, anticipados por la diplomacia norteamericana, como han subrayado varias filtraciones de Wikileaks. Un diplomático inglés que prefiere guardar el anonimato afirma: “Antes y después de Obama, los diplomáticos norteamericanos estaban alertando a Washington de los trágicos problemas tunecinos . Francia, por el contrario, llevaba años callándose o no deseando ver esta crisis. Hace apenas un año, Dominique Strauss-Kahn afirmaba que Túnez era un modelo de sana gestión económica . Y los abrazos de Sarkozy a Ben Alí eran el peor mensaje que Francia podía enviar a Europa, que se ha dejado arrastrar a ninguna parte por la diplomacia francesa”. Una de las estrellas en el firmamento digital francés estos días es, de hecho, un vídeo que recoge varios de los efusivos encuentros entre Sarkozy y Ben Ali.
Material antidusturbios para Ben Alí
Horas antes del derrocamiento el pasado viernes, agentes de aduanas del aeropuerto parisino de Roissy-Charles de Gaulle interceptaron un cargamento de material antidisturbios adquirido por el ex presidente Ben Alí había pedido a varias empresas francesas. El equipamiento incluía porras, bengalas, gases lacrimógenos y chalecos antibalas, una exportación que debía contar con la aprobación de los servicios especiales del ministerio de Economía. El cargamento, según informó el portal digital de la revista Marianne, estaba preparado para el envío con urgencia. Hoy está almacenado en un aeropuerto parisino.
Francia intenta evitar la propagación de los “estragos” políticos y diplomáticos de esas “cacerolas”, cuya onda de choque quizá se prolonguen de manera imprevisible.
Homenajes de Estado al dictador depuesto
En el Magreb, las reacciones contra Francia pueden ser mucho más virulentas. El Watar escribe en Argel: “La complicidad teñida de paternalismo y condescendencia han rendido un flaco servicio a Túnez y los tunecinos. La imagen de Francia ha quedado muy mal parada. La ceguera y la sordera francesa hacia Ben Alí tendrá graves consecuencias ”.
En los países árabes, el comportamiento de Francia hacia el ex presidente Ben Alí también suscita muchas y sordas reservas. Nadie olvida que, en definitiva, François Mitterrand, Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy ofrecieron grandes homenajes de Estado al dictador depuesto , para abandonarlo a su incierta suerte y prohibirle instalarse en Francia una vez derrocado por la sublevación popular.
En el terreno muy sensible de la diplomacia cultural, e l “modelo” francés ha sufrido un duro golpe . Cuando arreciaba la revuelta popular, Frédéric Mitterrand, ministro de Cultura, declaraba: “Es totalmente exagerado afirmar que Túnez es una dictadura”.
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