China cierra el Tíbet a los turistas extranjeros en marzo
Con motivo del tercer aniversario de revuelta tibetana que enturbió los meses previos a los Juegos Olímpicos, el régimen de Pekín prohíbe las visitas de viajeros de otros países
Si está usted pensando en viajar a China este mes de marzo para visitar el Tíbet, vaya cambiando la fecha del billete o el destino. Con motivo del tercer aniversario de la revuelta tibetana, que oficialmente costó una veintena de vidas y enturbió los meses previos a los Juegos Olímpicos, el régimen de Pekín ha vuelto a cerrar esta sensible región del Himalaya a los turistas extranjeros.
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“Lo siento, pero no se puede viajar al Tíbet hasta abril”, declaró a ABC la operadora de una agencia de viajes de Pekín, quien explicó que “el Gobierno ha cerrado la zona por los disturbios que tuvieron lugar hace tres años”. “La próxima vez, no vuelva a planificar sus vacaciones en el Tíbet en marzo”, recomendó la guía.
Para entrar en el techo del mundo, los extranjeros necesitan un permiso especial aparte de su visado
Para entrar en el techo del mundo, los extranjeros necesitan un permiso especial aparte de su visado chino. Dicha autorización es tramitada por las agencias de viajes. Por su parte, los periodistas extranjeros acreditados en China tienen prohibido desplazarse al Tíbet, a no ser que se integren en una comitiva oficial organizada por el Gobierno o dispongan de una invitación especial. Aun así, este corresponsal pudo viajar a Lhasa en el primer tren procedente de Pekín, cuando la línea fue inaugurada en julio de 2006.
Con este nuevo veto, el régimen chino pretende impedir manifestaciones o incidentes cuando, el próximo día 14, se cumplan tres años del levantamiento en Lhasa. A pocos meses de los Juegos Olímpicos, la ciudad ardió en llamas cuando miles de tibetanos atacaron y saquearon los comercios de los chinos de la etnia “han”, mayoritaria en el país, para protestar contra lo que consideran la ocupación de su país. La revuelta se extendió por otras ciudades de la región e incluso por zonas tibetanas de las limítrofes provincias chinas, como Gansu, Sichuan y Qinghai.
Para acabar con los disturbios, el Ejército Popular de Liberación llevó a cabo una brutal represión que, según las organizaciones de derechos humanos y los grupos tibetanos en el exilio, se cobró cientos de muertos, detenidos y refugiados, que huyeron a la India cruzando el Himalaya por Nepal. El aplastamiento de la revuelta dañó la imagen de China y desencadenó violentas protestas durante el recorrido de la antorcha olímpica por Londres, París y San Francisco.
El Tíbet ha permanecido desde el siglo XIII unido a las distintas dinastías imperiales chinas
Al igual que otras zonas fronterizas, como la región musulmana de Xinjiang, el Tíbet ha permanecido desde el siglo XIII más o menos unido a las distintas dinastías imperiales chinas dependiendo de su poder. La decadencia y caída de la estirpe Qing en 1911 le brindó una independencia “de facto”, pero no reconocida por otros estados, hasta que las tropas comunistas de Mao Zedong ocuparon – “liberaron”, según la propaganda del régimen – el Tíbet en 1950, justo un año después de ganar la guerra civil (1945-49). Tras la fallida rebelión que estalló el 10 de marzo de 1959, la máxima autoridad política y religiosa del budismo tibetano, un entonces adolescente Dalai Lama, huyó a pie atravesando el Himalaya para pedir asilo en la India, desde donde hoy dirige su corte en el exilio en Dharamsala.
Acusado por el régimen chino de “terrorista” y “separatista”, el premio Nobel de la Paz en 1989 ha modulado su discurso y ya no pide la independencia del Tíbet, sino mayor autonomía y respeto cultural y religioso. Pese a moderar sus reivindicaciones, el diálogo está roto entre el Dalai Lama y el Gobierno chino, que sabe que el tiempo juega a su favor y sólo espera la muerte del “Océano de Sabiduría”, de 76 años. Entonces, y al igual que ocurrió con la segunda figura más venerada del budismo, el “Panchen Lama”, el régimen de Pekín impondrá un sucesor y no aceptará la reencarnación designada por el exilio tibetano.
Para evitar este cisma, el Dalai Lama ya ha sugerido la posibilidad de elegir a su sucesor en vida o incluso que sea votado en unas elecciones, pero las ateas autoridades chinas descartan esta posibilidad. “El budismo tibetano tiene una historia de más de mil años y las reencarnaciones se han llevado a cabo durante los últimos siglos”, justificó el gobernador de la región, Padma Choling, durante la actual reunión anual del Parlamento chino.
Mientras tanto, y para evitar altercados, la bella pero conflictiva región del Tíbet quedará vetada para los turistas extranjeros este mes de marzo.
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