La Liga Árabe pedirá a Assad que lidere un cambio de poder en Siria
Damasco intensifica los ataques contra la oposición, pese a haber aceptado el plan de paz de las Naciones Unidas
La Liga Árabe pedirá a Assad que lidere un cambio de poder en Siria
«La cumbre de Bagdad será el comienzo de una nueva etapa en la historia de la región árabe», fueron las primeras palabras del ministro de Exteriores iraquí, Hoshiyar Zebari , en la jornada de presentación de la 23ª edición de la cita que, después de un año de retraso, acoge Bagdad entre excepcionales medidas de seguridad. Durante los próximos tres días, los representantes de 21 países árabes discutirán una agenda casi monopolizada por la crisis de Siria . La mediación en el conflicto del ex secretario general de Naciones Unidas y recientemente nombrado enviado de la ONU y de la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan , empieza a dar frutos y ha abierto una nueva puerta para la esperanza con un plan de seis puntos al que Damasco ha dado su visto bueno . Un plan que, cuando sea discutido por la Liga Árabe , se abstendrá de pedir la renuncia inmediata del presidente sirio, Bashar al Assad . Aunque sí planteará que sea este quien lidere un cambio de poder.
«Debe haber una solución política que traiga cambios profundos al país y que permita la transferencia de poder, pero a través de un proceso interno liderado por los propios sirios con el apoyo de la comunidad internacional», señaló Zebari dibujando las líneas maestras del último plan de paz que, a diferencia de anteriores propuestas árabes, no recoge la necesidad de dimisión de Al Assad . Este es el caballo de batalla entre los propios miembros de la Liga Árabe, ya que países líderes como Qatar o Arabia Saudí han mantenido desde el inicio de la crisis la obligatoriedad de su salida del poder e incluso han hecho llamamientos a armar a la oposición.
El papel de la figura de Al Assad será uno de los puntos clave en la discusión de la propuesta de Annan, cuyos ejes principales pasan por el cese de las hostilidades bajo supervisión de la ONU , la puesta en libertad de los detenidos en las protestas antigubernamentales y el envío de ayuda humanitaria.
Pese a la expectación levantada, Damasco se apresuró a anunciar su rechazo «a cualquier iniciativa de la Liga Árabe», organismo que desde noviembre veta la presencia de Siria como medida de castigo por la represión . Además, aunque se dio el visto bueno a los seis puntos de Annan, la oposición siria denunció una nueva jornada de ataques que se saldó con decenas de víctimas por los «ataques con armamento pesado por parte del Ejército» en bastiones rebeldes como Hama, Dará o la propia ciudad de Homs . La oposición asimismo se mantiene escéptica sobre las expectativas de una reunión que definen como «una manera de ganar tiempo», según Adib Shishakly, miembro del Consejo Nacional Sirio, que denunció que « cada hora que perdemos significa la muerte de cinco personas ». «El tiempo es vida», insistió.
Pese al protagonismo de la crisis siria, la reunión tiene también una importancia fundamental para Irak, que confía en integrarse definitivamente en la comunidad árabe tras las convulsiones de la guerra. La «nueva etapa» a la que hizo alusión el responsable de Exteriores iraquí se refiere al retorno de Irak a la primera línea política después de dos décadas marcadas por guerras, invasiones y terrorismo. Esta será, además, el primer gran encuentro de la Liga Árabe tras las revoluciones que le han valido el puesto, e incluso la vida, a exmandatarios como Ben Alí (Túnez), Mubarak (Egipto), Gadafi (Libia) o Abdula Saleh (Yemen).
Con las cicatrices de la invasión estadounidense aún abiertas y la amenaza del terrorismo viva tras unas últimas semanas con decenas de muertos, «Irak es un ejemplo de los riesgos que una intervención extranjera puede generar en una región religiosa, étnica y políticamente tan diversa: un ejemplo que nadie debe olvidar al buscar soluciones para el caso sirio », apunta un diplomático europeo con larga trayectoria en la zona.
El vecino sirio ocupa hoy las portadas que durante ocho años ocupó Irak tras la caída de Sadam robándole el protagonismo que merece un país que ha sobrevivido a una guerra sectaria y que «trata de reivindicar su arabismo frente al resto de países que le ven como una marioneta en manos de Irán», añaden las fuentes. Teherán y Bagdad forman el principal eje chií en una región mayoritariamente suní, una diferencia sectaria crucial en la política de alianzas de la zona que se traslada al seno de la Liga Árabe.
Temor a un atentado
Las autoridades iraquíes han decretado una semana de fiesta para intentar vaciar las calles de Bagdad de tráfico rodado, se han cortado las líneas de los teléfonos móviles varias horas al día y desplegado tres cinturones de seguridad, para intentar abortar cualquier intento de atentado de la insurgencia. El primer ministro, Nuri al Maliki , ejerce de anfitrión de una reunión que llega en medio de la enésima crisis de política interna debido a las diferencias insalvables entre la mayoría chií y la minoría suní, que no acaba de aceptar su nuevo papel político secundario en la era post Sadam, y con los kurdos poniendo sobre la mesa un posible referéndum para la independencia. Las próximas 72 horas serán un paréntesis en la política doméstica. La atención se centrará en Siria, país con el comparte más de 600 kilómetros de frontera , un pasado «baasista», el complejo mapa sectario interno y la buena relación con Teherán .
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