Rémi Brague: «Francia y Europa son atacadas por ser cristianas»
Este experto de cultura musulmana advierte del peligro del islamismo radical más allá del terrorismo yihadista

Académico, historiador, filósofo, especialista reputado en filosofía medieval (musulmana, judía, cristiana), catedrático emérito en París y Múnich, lector privilegiado de Martin Heidegger y Léo Strauss , Rémi Brague (París, 1947) es una autoridad internacional en el estudio de la cultura musulmana de ... todos los tiempos.
Su experiencia universitaria, en Francia y Alemania, confiere a su obra una dimensión continental, europea, confirmada por una larga veintena de libros de referencia, indispensables, en cierta medida, para intentar comprender las raíces últimas, religiosas, culturales, sociales, de la gran crisis y amenaza de la gangrena islamista y las distintas ambiciones musulmanas, pacíficas y terroristas, sobre Francia y Europa.
-Usted ha escrito que «guste o no guste, Francia es atacada por los islamistas en tanto que nación cristiana»… Pero, en el fondo, ¿no se trata de una amenaza contra toda Europa?
-Por supuesto. Toda tierra no sometida al islam está amenazada. Seré más radical que usted: no es solo Europa la que está amenazada, si no el conjunto del mundo no musulmán. Y aún… incluso en países sometidos al islam desde hace siglos, siempre encontrará usted barbudos para explicar que la sociedad todavía no está suficientemente islamizada. Con respecto a Europa… incluso si ella misma está amenazada, en su conjunto, Francia es percibida por algunos activistas musulmanes como una suerte de «vientre fofo» de Europa. Por razones muy sencillas de comprender: de entrada, la presencia en su territorio de una gran cantidad de hombres y mujeres originarios de países musulmanes. Todos no son violentos, ¡ni mucho menos! Pero constituyen un vivero de gentes susceptibles de radicalizarse, cuando están a todo momento bombardeados por una propaganda constante que intenta hacerles creer que están en tierra enemiga. Se les dice que, si tienen dificultades, no es porque han sido los últimos en llegar, o porque no conocen bien la lengua francesa, los códigos sociales, etcétera, entre otros problemas concretos… se les dice que «los franceses son racistas». Antes de venir a Francia, para ser atendido en un hospital francés, el presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, declaró hace años que Francia solo había hecho el mal en Argelia. Desviar el odio del pueblo hacia la banda que se ha apropiado de la renta petrolífera nacional es, en su caso, una táctica eficaz. Por otra parte, muchos musulmanes instalados en Francia provienen de países colonizados, en otro tiempo, donde la descolonización se produjo de manera muy dolorosa. La descolonización se pasó sin grandes problemas en el África negra, y relativamente bien en Túnez y Marruecos, pero muy mal en Argelia. Hay, en algunos casos, un resentimiento bien comprensible en los descendientes de los antiguos colonizados y un sentimiento de culpabilidad entre los antiguos colonizadores, cuya mala conciencia los paraliza.
- ¿Teme usted la agravación del problema islamista en Francia y Europa?
-No soy vidente. Ni tengo ninguna idea sobre lo que nos espera. Por el contrario, me parece probable una agravación del problema. Todas las causas seguirán estando ahí. El asesino de Niza llegó a Francia en tanto que “refugiado”. Al igual que los padres del asesino de Conflans-Sainte-Honorine. Hace años, el Estado islámico se jactaba de aprovechar las olas de inmigrantes para introducir sus guerreros en Europa. Nosotros, sonreímos antes tal baladronada. Quizá debimos tomar en serio esa amenaza y poner más atención en quienes recibíamos…
- El presidente Emmanuel Macron proyecta una Ley contra el «separatismo» cultural, religioso, musulmán, pero, en el fondo, no nombra la verdadera amenaza: el yihadismo…
-No estoy de acuerdo. Yihadismo no es la manera adecuada de nombrar la verdadera amenaza. El yihadismo es el aspecto «ruidoso» y espectacular de un plan mucho más vasto: el proyecto del islam, en sus orígenes… conquistar el mundo para imponer su Ley, que su Dios dictó a su Profecta, en el Corán, en las declaraciones de Mahoma y en los ejemplos del Corán sobre su comportamiento. Esa conquista puede realizarse por medios militares, pero no necesariamente. Una infiltración discreta, paciente, metódica, como la de los Hermanos Musulmanes, es, sin duda, mucho más eficaz, a largo plazo. El presidente Macron ha tenido el mérito de nombrar varias veces el islam radical, evitando palabras vagas como «fanatismo», «terrorismo», «fundamentalismo», y otros horrores. «Separatismo» puede ser una palabra clave, empleada en plural. En singular, puede ser un buen adjetivo, que conviene, en este caso.
-En la historia del islam medieval, la secta chií de los «Asesinos» defendía y practicaba el asesinato político. ¿Se trata de antecedentes del terrorismo de nuestro tiempo?
-Sí y no. Los asesinatos cometidos en nombre de la secta de los «Asesinos», ismaelitas extremistas, estaban definidos como objetivos: se mataba a los adversarios. Los terroristas de hoy quieren matar a todo el mundo, al mayor número posible de hombres y mujeres. Entre las víctimas del camionero de Niza, la Navidad del 2016, había musulmanes, También era musulmán el policía asesinado durante la matanza del mes de enero de 2015, en la redacción de «Charlie Hebdo». Hay, sin embargo, efectivamente, un punto en común entre los asesinos medievales y los asesinos de hoy, que no ha cambiado con el tiempo: se trataba y se trata de aterrorizar, intimidar, demostrando que se es capaz de todo, para que las gentes se callen y se plieguen a la voluntad de los asesinos. Si se busca un precedente a los kamikazes actuales, yo recordaría al joven que, escuchando a Mahoma prometer el paraíso a quienes mueren en combate, se arroja sobre sus enemigos y acaba sucumbiendo, entre ellos.
-Algunos imanes y autoridades musulmanas denuncian el yihadismo criminal. También ellos son amenazados de muerte. ¿Se trata de una «guerra civil» religiosa entre musulmanes?
-Honor a esos hombres valientes. A condición de que sean sinceros… Una guerra entre musulmanes no tiene nada de original. Las primeras de esas guerras comenzaron justo después de la muerte de Mahoma. De entrada, algunas tribus deseaban guardar el monoteísmo, sin pagar impuestos a la autoridad religiosa/política. Abu Bakr, el primer califa, sucesor de Mahoma, los aplastó militarmente. Tres de sus sucesores murieron asesinados. Desde entonces, las guerras entre hermanos musulmanes se han sucedido en numerosas ocasiones. Ese conflicto, en el fondo, solo opone a los musulmanes pacientes y los musulmanes impacientes: dos métodos para islamizar la sociedad, violenta o pacíficamente.
-El asesino de Niza nació en Sfax, ciudad tunecina hermanada con Grenoble, ciudad francesa con una importante comunidad musulmana. Veinte años de hermandad entre dos ciudades no han impedido un acto de barbarie criminal. ¿Qué hacer?
-La hermandad entre dos ciudades, con frecuencia, es un gesto que solo afecta a poca gente, más allá de las autoridades administrativas, contentas de con poder tener billetes de avión gratuitos para hacer turismo en la ciudad hermana. El resto de los ciudadanos no siempre están al corriente de lo que implica la hermandad cívica. Y, en cualquier caso, no es a ese nivel en el que pudiera hacerse algo. Debiera actuarse a otros niveles, como la escuela o los medios de comunicación.
-A partir de esa constatación, ante la gravedad ensangrentada de la actualidad, ¿qué hacer para defenderse y combatir la locura islamista?
-No haré el ridículo dando lecciones a nuestros gobernantes en las circunstancias actuales. Ellos conocen mejor que yo la complejidad de las crisis de hoy en día. No sin cierta ingenuidad voluntaria, por mi parte, me atreveré a decir, que, de manera general, lo esencial es aplicar rigurosamente las leyes en vigor. Sin necesidad de unas nuevas. A continuación, medidas policiales muy sencillas, ¡ojo, no digo fáciles!…, como expulsar a los predicadores del odio, disolver sus asociaciones, cerrar las mezquitas donde predican, cerrar sus cuentas en Facebook. A medio plazo, me parece imprescindible responder a los embusteros que dicen que «todo esto no tiene nada que ver con el islam», «ustedes hacen el juego de la extrema derecha». A más largo plazo, es urgente controlar la inmigración, no tolerar gentes en situación irregular. Todo eso supondría el comportamiento del Estado convencido de su legitimidad.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete