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PERFIL

Un hombre austero en tiempos de crisis

Cavaco Silva, reelegido presidente de Portugal, fue primer ministro con el conservador PSD

AFP

belén rodrigo

La austeridad es uno de los rasgos que ha acompañado siempre a Aníbal Cavaco Silva , hombre eficiente, profesional y riguroso. Natural de Boliqueime (Algarve), 71 años, casado y con dos hijos, este economista licenciado en Finanzas no tenía entre sus planes dedicarse a la política, pero su buena reputación como economista le sirvió para ser llamado a ocupar el cargo de ministro de Finanzas en el Gobierno de Sá Carneiro, a quien tanto admiraba.

Su llegada al liderazgo del Partido Social Demócrata (PSD) también fue por casualidad. Viajó al congreso de Figueira da Foz para hacer kilómetros con su coche y regresó como líder. Por entonces, la falta de consenso del Bloque Central acabó por provocar la disolución del Parlamento mandada por el presidente Ramalho Eanes . Nuevas elecciones en 1985 y Cavaco Silva se convierte en primer ministro de un Gobierno minoritario.

Dos años después la situación se repite, esta vez con Mario Soares como jefe de Estado, y el Parlamento vuelve a disolverse. Pero en los comicios de 1987, al igual que en los de 1991, Cavaco Silva logró una mayoría absoluta que le permitió gobernar otros ocho años y realizar importantes reformas estructurales. Sus últimos años en el poder no estuvieron exentos de protestas sociales a las que respondió con la célebre frase «Déjenme trabajar». En 1996 dejó el liderazgo del PSD y se presentó a las presidenciales que perdió ante Sampaio . Durante los siguientes diez años se mantuvo en el silencio y la discreción hasta que decidió volver a presentarse a la presidencia en 2006. Ya como jefe de Estado, Cavaco Silva, elegido por el centro y la derecha, cohabitó con un Ejecutivo de centro-izquierda, con mayoría parlamentaria primero y minoritaria luego.

Ahora, como como candidato, Cavaco ha rejuvenecido y ha ganado la soltura que le faltaba. «Mi fuerza viene del pueblo», «mis raíces están en el pueblo», afirma, y por eso siente que el «pueblo portugués me escucha». Hoy ha vuelto a ganar la confianza de los portugueses. Promete ser «moderador, apaciguador, promotor de consensos, imparcial y equidistante». Asegura también que tiene «un rumbo para este país» y que ejercerá «una magistratura activa para que el país encuentre dicho rumbo».

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