CLAVES DE LATINOAMÉRICA
El péndulo no sigue hacia la izquierda, sino que además gana Fujimori
Tras la derrota del correísmo en Ecuador, en Perú la hija del expresidente podría finalmente llegar al poder en la segunda vuelta
![El ganador de las elecciones ecuatorianas, Guillermo Lasso](https://s2.abcstatics.com/media/internacional/2021/04/14/guillermo-lasso-afp-krID--1248x698@abc.jpg)
La victoria del domingo en Ecuador del conservador Guillermo Lasso y el pase a segunda vuelta de Keiko Fujimori en Perú, lo que le da muchas posibilidades de triunfo final ante el perfil aún más radical –por el otro extremo– de ... su oponente, indican que el péndulo ideológico en Latinoamérica no vuelve al bolivarianismo, al menos no tal como este era conocido y desde luego no en su carácter de marea regional.
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Mucho se ha escrito los últimos meses sobre un nuevo ciclo de izquierda en América Latina, sobre todo por el regreso al poder del MAS en Bolivia en las presidenciales de octubre de 2020: ese simbólico triunfo daba fin al brevísimo gobierno de la derecha, al igual que el peronismo había terminado a finales de 2019 con los escasos cuatro años de Mauricio Macri en Argentina. Pero además de que en Bolivia la victoria de Luis Arce escondía en el fondo una derrota de su mentor, Evo Morales , tampoco muchos en este tiempo han querido ver la pérdida de fuelle del bolivarianismo. De hecho, ni siquiera una proclamación de Andrés Arauz el pasado domingo en Ecuador hubiera supuesto el regreso del correísmo, la variante bolivariana en ese país.
Lasso y Macri
Sin el superciclo de las materias primas de 2003-2013, que supuso ingentes ingresos para los estados productores sobre todo de petróleo y minerales, difícilmente se hubiera dado la consolidación y expansión por la región de regímenes de cooptación electoral e institucional como los que vimos. Si en Ecuador el candidato puesto por Rafael Correa desde su exilio en Bélgica hubiera ganado, habría tenido que empezar a lidiar con la grave situación financiera del país, debiendo devolver la elevada deuda que comenzó a acumular Correa, y sin fondos a su disposición para cultivar el clientelismo político.
Estas dificultades económicas son las que van a marcar la presidencia de Lasso, como de modo contundente han marcado la del saliente presidente, Lenín Moreno. En realidad, por eso probablemente los ecuatorianos han elegido a un antiguo banquero: aparte del evidente voto anti-Correa de sectores de la población, muchos esperan que Lasso mejore la gestión sanitaria y económica de la nación.
Se ha especulado con que Lasso puede fracasar como le sucedió a Macri, quien fue elegido en Argentina para arreglar la crisis económica que había agravado Cristina Fernández de Kirchner ; no logró hacerlo y con ello propició el regreso de Kirchner al poder, ahora como vicepresidenta. La cuestión es que en sus cuatro años Moreno ya ha ido poniendo las bases de la recuperación y de alguna manera, además, ha absorbido el impacto de la pandemia, lo que explica el gran desgaste sufrido por su figura. A Lasso le puede ir bien o mal, pero la «revancha» correísta debía haberse producido en estas elecciones y no ha ocurrido.
Por lo demás, las últimas previsiones del FMI mejoran el cuadro macroeconómico: hablan de un crecimiento del PIB ecuatoriano para este año del 2,5%, frente a la caída del 7,5 en 2020, y de una reducción del paro al 4,4% en 2022; el volumen de deuda pública comenzará a descender el próximo año después de haber alcanzado este el 65,1% del PIB.
Ya no todos contra Fujimori
Si Lasso ha ganado la presidencia en el tercer intento, lo mismo podría ocurrir con Keiko Fujimori . La falta de arrastre del sinfín de candidatos y el reparto del voto entre ellos ha hecho que el ganador en la primera vuelta, Pedro Castillo (Perú Libre), haya obtenido solo el 19% de los votos y que Fujimori (Fuerza Popular) haya pasado a la segunda vuelta apenas superando el 13%. Ambos contendientes tienen que hacer un gran esfuerzo para sumar apoyos a partir de ahora, pero diríase que esta vez la hija de quien gobernó de modo autoritario Perú en la década de 1990 (y se encuentra en prisión por delitos cometidos entonces) lo tiene más fácil.
La ideología de izquierda radical de Castillo, un candidato que apenas contaba en la carrera electoral y que solo subió en las encuestas los últimos días, puede propiciar que vote a Fujimori el electorado de quienes han quedado ahora en tercero y cuarto puesto (Rafael López Aliaga y Hernando de Soto, ambos alrededor del 12% y de derecha; De Soto estuvo en el equipo económico de Alberto Fujimori). Ni siquiera la candidata habitualmente más destacada de la izquierda, Verónika Mendoza (esta vez obtuvo solo el 7%), ha mostrado entusiasmo por Castillo, que es conservador en lo social y abiertamente contrario a la ideología de género.
Si en las dos presidenciales anteriores el perfil más centrado del oponente a Fujimori pudo aglutinar el voto de rechazo a esta (su apellido sigue creando división en la sociedad peruana), ahora las circunstancias se han alineado mejor para la candidata de Fuerza Popular. Si en las dos veces anteriores se quedó a décimas de la victoria (48,5% de los votos en la segunda vuelta de 2011 y 49,8% en la de 2016), ahora el cuarteamiento ideológico visto el pasado domingo puede contribuir a una menor movilización en su contra.
De todos modos, los casos de corrupción en los que se ha visto envuelta, con estancia en la cárcel, han dañado su liderazgo y eso puede pasarle factura. No tiene el mismo arrastre que en otros momentos anteriores –ahí está el pobre resultado del domingo– y su partido ha perdido fuerza. Clave en esto será la capacidad de moderación de Castillo, aunque se antoja difícil que reproduzca el viaje al centro de Ollanta Humala en 2011, quien de ser el candidato con dinero de Chávez en la primera vuelta, logró atraer a parte del establishement en la segunda.
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