El peligro de los hechos
El alineamiento de EE.UU. con Ucrania tendría que llevar a una clara derrota rusa, tanto más posible cuanto más se alargue el conflicto, siempre que Putin no recurriera al uso del arma nuclear

Cuando la actividad operativa parece ralentizarse nuevamente, surge la oportunidad para, por un momento, desviar fríamente la mirada, descargada de filias y fobias, desde el mapa de las operaciones concretas, hacia el entorno de éste. Solo así pueden identificarse bien algunos hechos.
Es un hecho ... que, el pasado 24 de febrero, Rusia invadió Ucrania . Otro que, tras algo más de dos meses de combates, nada hay definitivamente resuelto. Bien que, dejando aparte los aspectos económicos (sanciones, embargos, etc.) ―que no es poco aparcar―, en el ámbito militar sobresale el fuerte compromiso norteamericano con Ucrania . Tanto que ha llegado a crear, en el seno del Mando Norteamericano en Europa (EUCOM), un centro de coordinación y control de las ayudas militares a ese país. Organismo que, al agrupar no solo a países americanos sino también a algunos asiáticos, africanos y de Oceanía, ese centro ―es otro hecho― desborda el ámbito europeo, así como el de la OTAN. La iniciativa, en fin, configura una suerte de coalición mundial, liderada por EE.UU. a favor de Ucrania y, consecuentemente, contra Rusia. Asociación que alcanza no solo a los armamentos, equipamientos o la inteligencia, sino incluso a la formación y entrenamiento de combatientes ucranianos; también son hechos.
Tal alineamiento norteamericano se ha visto fuertemente reforzado y solidificado en el campo político, con las recientes visitas a Kiev del secretario de estado, Blinken , y del secretario de defensa, Austin . A las que se acaba de añadir la de una delegación del Congreso, encabezada por la presidenta de la cámara, Nancy Pelosi . También son hechos.
Lo que lleva a pensar que tal 'beligerancia' política, político-militar, militar e incluso operativa, tendría que llevar a una clara derrota rusa, tanto más posible cuanto más se alargue el conflicto, siempre que Putin no recurriera al uso del arma nuclear . O, mejor dicho, no solo sería posible, sino que, forzosamente, tendría que suceder. Porque si Rusia no perdiera la guerra ―y no digamos si la ganara―, eso significaría la derrota de EE.UU. y, por extensión, de la OTAN. Hipótesis no excesivamente alborozadora para los intereses europeos. Es el peligro de los hechos. ¿O no?
Pedro Pitarch, 1 de mayo de 2022
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