Pedro Rodríguez - DE LEJOS
Doble rasero
¿Por qué la brutal represión de Cuba genera mucha más complicidad que la brutal represión de Nicaragua?

Desde Manuel Fraga a Pedro Sánchez, quizá el único consenso tan inalterable como sospechoso en la política exterior de España sea hacer la vista gorda ante la brutal represión perpetrada en Cuba por la longeva dictadura castrista. Una complicidad bipartidista que contrasta con esa práctica ... tan habitual en la democracia española que consiste en darse patadas en el trasero de nuestra política exterior. Como si el lugar que ocupa España en el mundo fuera cosa intrascendente, banalidad de tertulianos, que nada tuviera que ver con nuestra seguridad, prosperidad y reputación.
En el caso de Cuba, perfectamente extrapolable a Venezuela, resulta evidente la fuerza dominante entre intereses, valores e influencia. Demasiados silencios cómplices para un país como España que sabe perfectamente lo difícil que es pasar página en la historia y superar una dictadura consentida por una combinación de favoritismos geopolíticos, impresentables simpatías ideológicas o inconfesables intereses económicos.
Por supuesto, esta interesada complicidad de España en América Latina tiene sus contradicciones. Tal y como ha quedado de manifiesto en las recientes elecciones ‘fake’ perpetradas en Nicaragua. El Gobierno español ha sido todo lo explícito que ha querido ser a la hora de denunciar la reelección de Daniel Ortega por quinta vez, y por cuarta ocasión consecutiva, tras una campaña basada en detener a ciudadanos y políticos opositores, entre ellos siete precandidatos.
Este doble rasero quedó en evidencia el mes pasado en Washington, durante la sesión en el Senado de Estados Unidos para confirmar a Julissa Reynoso como nueva embajadora en Madrid. Un ‘hearing’ en el que se escucharon demasiados reproches sobre la falta de liderazgo de España a favor de la democracia en América Latina. La representante diplomática nominada por Biden dijo estar «bastante familiarizada» con esta «deslucida» política española. Hasta el punto de comprometerse a trabajar para que España sea más «franca» y más «transparente» sobre libertades y derechos humanos para todo, todo el hemisferio americano.
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