Muere por coronavirus el último guerrero del pueblo indígena Juma
Aruká Juma, de 86 años, fue ingresado en el hospital el pasado 2 de febrero

La muerte de un hombre por Covid-19 está conmoviendo al mundo por su valor simbólico de este virus que parece alimentarse del daño al medio ambiente. La enfermedad que ha entrado con fuerza y por segunda vez en la selva brasileña, se llevó a ... un superviviente de la selva amazónica, el indio Aruká Juma, que a los 86 años , era el último hombre y guerrero de la etnia Juma , una de las pocas que han conseguido resistir a décadas de presiones por sus tierras.
El último Juma falleció el miércoles en un hospital de Porto Velho, capital de Rondonia en el norte de Brasil, donde estaba internado desde el 2 de febrero por problemas respiratorios y complicaciones en su cuadro de coronavirus. Su cuerpo fue trasladado el jueves al estado de Amazonas, donde será velado y enterrado.
Aruká pertenecía a un pueblo que viene siendo exterminado hace décadas y en el que sobraban apenas cuatro personas, él y sus tres hijas. Según la Asociación de Defensa Etnoambiental Kanindé , hace cincuenta años cuando el ejército brasileño inició sus expediciones al corazón de la selva en busca de tierras, existían 15.000 jumas. Pero la destrucción de la selva, el crecimiento de las ciudades y actividades ilegales de minería, narcotráfico y de ganadería avanzaron sobre el terreno, llevando enfermedades y masacrando a las tribus que encontraban en el camino.
«El genocidio es una tragedia que afecta a toda la humanidad. Los Juma sufrieron masacres a lo largo del siglo pasado, que aumentaron durante la dictadura. Ahora murió el último hombre», declaró a ABC Felipe Milanez, catedrático de la Universidad Federal de Bahía, que como investigador conoció de cerca a los Jumas y otras etnias que vienen desapareciendo de la Amazonía por el avance de actividades ilegales del hombre de las ciudades.
Testigo de la masacre
El propio Aruká era un superviviente de esas matanzas. A los quince fue testigo de la mayor masacre de su pueblo en una guerra contra caucheros y comerciantes de castaña , que en la década del 60 avanzaron sobre su territorio.
«Una situación parecida la están viviendo los Kanoe (3 personas), los Akuntsu (3 personas), los Piripkura (3 personas), el indio del agujero (1 persona), todos ellos de pueblos que viven en esa misma región del sur de la Amazonía, deforestada e invadida», cuenta el especialista en ecología política.
Datos de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (Coiab) , apuntan 783 muertes de coronavirus entre indígenas de 107 tribus aisladas o de contacto reciente, hasta la semana pasada, que fueron registrados por la Secretaría Especial de Salud Indígena (Sesai). La Amazonía enfrenta una segunda ola de Covid-19 desde enero y es la cuna de una nueva variante que se transmite más rápidamente. El país se acerca a los diez millones de casos y a las 250.000 muertes .
La Coiab y la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (Apib) venían informando el alto riesgo de los Juma y de otros pueblos. «El último sobreviviente del pueblo Juma está muerto. Nuevamente, el Gobierno brasileño se mostró criminalmente omiso e incompetente», acusaron las organizaciones en un comunicado que informaba la muerte del guerrero.
Según Milanez, el guerrero Juma tuvo un fin de vida digno , al conseguir la demarcación de las tierras de su pueblo en 2004, y conseguir que sus hijas se casaran y se integrasen al pueblo Uru Eu Wau Wau. «En el caso de los Piripkura, la tierra aún no fue demarcada y entre los Akuntsu la reproducción física se volvió imposible».
El abandono de los indios
La muerte de Aruká Juma es vista por Milanez y por buena parte de los especialistas en pueblos indígenas en Brasil como el resultado de una política del Gobierno de Jair Bolsonaro , que viene siendo denunciada como un genocidio en foros internacionales. En diciembre, la fiscalía del Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya, aceptó el análisis de la denuncia presentada por entidades brasileñas, entre ellas la respetada Comisión Arns, que presentó graves violaciones contra el Medio Ambiente y los pueblos indígenas.
El documento de más de 70 páginas, cita una serie de acciones y omisiones del Gobierno Bolsonaro, que llevaron al país a batir sus récords de deforestación y aumentaron las amenazas contra los pueblos originarios, especialmente los aislados y de poco contacto.
La jurista Deisy Ventura, principal especialista brasileña en el tema de pandemias y derecho internacional, coordina un estudio de la Universidad de São Paulo, que considera que existe un ataque sistemático del Gobierno brasileño en la respuesta contra el COVID19, que ya puede ser tipificado como «crímenes contra la humanidad».
La muerte del guerrero refuerza las voces como las del ministro de la Corte Suprema, Gilmar Mendes , que vienen acusando al actual Gobierno de «genocidio» contra estos pueblos. «No es una coincidencia que las masacres genocidas que comenzaron en la dictadura, terminen de ocurrir en el Gobierno Bolsonaro», declara Milanez, sobre el capitán del Ejército que preside Brasil. «Es una pérdida indígena devastadora e irreparable».
Bolsonaro defiende una práctica que los militares promovieron durante la dictadura entre 1964 y 1985 , de que la Amazonía debe ser derribada para hacer llegar el desarrollo económico a todo el país, una visión que ha empujado a los indios aislados al peligro de extinción, y una propuesta que no se encaja más en tiempos en que el debate de la emergencia climática pasa por la preservación de las selvas.
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