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Pedro Rodríguez

«Midterm»

¿Por qué estas elecciones de medio mandato pueden resultar tan relevantes para Estados Unidos?

AFP

Pedro Rodríguez

Este martes electoral en Estados Unidos pondrá a prueba una buena parte de lo que sabemos -o creemos saber- sobre la política norteamericana. Las encuestas insisten en hablar de probabilidades, con la dificultad que implica tener que construir relatos periodísticos verosímiles a partir de porcentajes. Tanta toxicidad y polarización en Washington parecen inclinar la balanza a favor de las sorpresas en detrimento de las tradiciones.

-Desgaste del poder. Se supone que el partido que controla la Casa Blanca tiende a perder posiciones en las elecciones de medio-mandato. La media de estos retrocesos es de 27 escaños en la Cámara Baja, donde este martes los demócratas «solo» necesitan avanzar 23 escaños para hacerse con la mayoría.

-Abstención. Las «midterm» no generan el mismo interés que las presidenciales. En las últimas celebradas en 2014, apenas votó un 36 %. Aunque esta vez, indicios como el voto adelantado y los esfuerzos por registrar votantes apuntan a una participación récord. Con las limitaciones que viene demostrando la demoscopia para calibrar nuevas incorporaciones a procesos electorales.

-Gobierno dividido . El actual balance de poder en Washington -con los republicanos al frente de la Casa Blanca, Cámara Baja, Senado y una enorme influencia en la Judicatura- resulta excepcional. Desde los años setenta, los votantes de EE.UU. tienden a incluir una capa adicional en el sistema de checks & balances y fuerzan la cohabitación de los dos partidos.

-El dilema del Partido Demócrata. Desde 2010 -cita con las urnas en la que Obama perdió sus mayorías afines en el Congreso y hasta la camisa- se puede decir que los demócratas no han levantado cabeza. Demasiadas políticas de identidad, falta de proyecto, carencia de líderes… Y el enorme reto político, como dice David Brooks, que supone intentar vencer algo con nada, o casi nada.

-La reválida . Trump ha alterado profundamente desde el discurso los estándares de la Presidencia hasta imponer el dilema de abierto/cerrado frente a derecha/izquierda. Ahora le toca demostrar que el gran cabreo que le hizo presidente tiene proyección más allá del ajuste de cuentas del 2016.

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