Al menos doscientos palestinos y veintidós israelíes muertos en la feroz batalla de Yenín
Yenín es un infierno. Tan real como la muerte que se impone en este campo de refugiados en el que malviven quince mil personas. Ya muchas menos. Yenín es una enorme fosa común. Veintidós soldados israelíes han muerto, trece ayer de una sola emboscada, desde el comienzo de la operación. Las víctimas palestinas, incontables. Al menos, doscientas.
![Un soldado israelí durante la operación en Nablus, en una imagen facilitada por la Fuerza de Defensa Israelí (IDF)Ap/IDF](https://s1.abcstatics.com/media/200204/10/web_16.jpg)
JALAMEH. (AFUERAS DE YENÍN). El campo de refugiados de Yenín estaba dispuesto a la inmolación colectiva desde hace días con tal de repeler la ofensiva del Ejército israelí. Este corresponsal tuvo ocasión de visitar el pasado lunes uno de los lugares más duros de la resistencia palestina. Durante varios horas, ABC convivió entonces con los milicianos y con la familia de Shadi Toubassi, el suicida de Hamas que mató a 14 personas en un restaurante de Haifa el 31 de marzo.
Las hermanas, primas y tías del hombre-bomba se dijeron dispuestas a convertirse en suicidas y morir por la causa si los israelíes penetraban en el campo de refugiados y amenazaban su casa. Como ellas, centenares de guerrilleros palestinos. Apenas una semana después, se ha comprobado que aquellas palabras no han volado con el viento.
Como dramático botón de muestra, la jornada de ayer en la que se vivió en apenas un kilómetro cuadrado un verdadero infierno. A primera hora de la mañana, varios suicidas palestinos, con sus correspondientes cinturones con explosivos, penetraron en un edificio al que dos decenas de soldados israelíes habían sido atraídos por los guerrilleros. La emboscada tuvo un trágico final al inmolarse los suicidas y matar a 13 soldados, todos reservistas. Otros 9 resultaron heridos.
Día del Recuerdo
La noticia revolvió a Israel justo en el Día del Recuerdo en el que se honra la memoria de los seis millones de judíos asesinados en el Holocausto. Tanta conmoción provocó que Ariel Sharón no tuvo más remedio que aparecer en televisión para prometer que las operaciones militares seguirán en Cisjordania «hasta acabar con la infraestructura de los grupos terroristas». Pueden más en efecto los muertos en casa, ya van 24 soldados caídos en combate, 22 sólo en Yenín, desde el comienzo de la «Operación Muro Protector», que las exigencias de la Casa Blanca.
Sharón demostró de inmediato que está dispuesto a llevar hasta donde haga falta «su lucha por la supervivencia del pueblo judío y del Estado de Israel». Así, por vez primera en las últimas semanas, sus cazas «F-16» entraron en acción para bombardear el barrio de Al Yasmina de la ciudad vieja de Nablus.
De poco había valido el anuncio de una retirada limitada de Qalquilia y Tulkarem, rápidamente contrarrestado por la invasión del pueblo de Dura, al sur de Hebrón, donde murieron 3 palestinos.
Muchos más han caído en Yenín, se habla de 150, y en Nablus, cerca de 50. Las cifras se dispararán a buen seguro cuando se ponga fina los combates. Entonces, podrán recogerse las decenas de cadáveres que yacen en el suelo del campo de refugiados de Yenín y los muchos cuerpos enterrados bajo los escombros.
Y es que en Yenín se lucha cuerpo a cuerpo. Se utilizan los carros de combate y los helicópteros «Apache». Se responde con minas, con hombres-bomba, coches-bomba y casa-bomba con hasta cien kilos de explosivos. Y es que los palestinos han hecho de Yenín, y así lo destacan los medios en hebreo, su particular «Massada», la ciudadela en la que el año 73 de nuestra era un millar de judíos prefirió morir en el asedio de los romanos antes que rendirse.
Los palestinos, cuyos responsables podrán reunirse hoy con Arafat en Ramala para preparar la visita de Colin Powell, prefieren otra comparación: la del campo de refugiados de Yenín con los de Sabra y Chatila en 1982. Cuestión de gustos. O de muertos.
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