El limbo que espera al Papa
Hasta el núcleo duro del exilio cubano ha acabado flexibilizando su rechazo inicial a la visita de Benedicto XVI. Se valora que el Papa llega mañana a la isla «a ejercer de Papa»
![El limbo que espera al Papa](https://s2.abcstatics.com/Media/201203/25/18290354--644x362.jpg)
La llegada de Benedicto XVI a Cuba es sin duda un acontecimiento religioso. Y político. No han faltado las críticas a la Iglesia por dar un paso que algunos interpretan como un posible balón de oxígeno a la saga de los Castro justo cuando la paciencia de los que piden cambios se agota. Otros en cambio elogian la capacidad del Vaticano para llegar donde no llega nadie. Y por saber estar en primera fila ante las importantes transformaciones que se avecinan en la isla. ¿Estallará la democracia o el caos?
Hasta el núcleo duro del exilio cubano de Miami ha acabado flexibilizando su rechazo de salida a esta visita papal. No han desaparecido todas las prevenciones pero sí se valora que el Papa va a Cuba a hacer de Papa, y que eso es muy importante. Esta flexibilización del núcleo duro tiene algo también de concesión a las visiones más matizadas de la nueva generación de cubano-norteamericanos. Los hijos del exilio deploran tanto la dictadura castrista como el ciego bloqueo de EE.UU., que a su juicio ha fortalecido mucho más al régimen de lo que lo ha debilitado. Digamos que le reconocen más inteligencia al Vaticano que a la Casa Blanca.
El Papa llegará mañana al aeropuerto de Santiago de Cuba, y tiene previstos tres encuentros con Raúl Castro: nada más aterrizar, en el Palacio de la Revolución de La Habana y antes de coger el avión de vuelta, el miércoles 28. Está previsto que durante la visita Benedicto XVI entregue una rosa de oro a la Virgen de la Caridad del Cobre y que contacte con los católicos de la isla, aunque no está programado ningún encuentro con disidentes. Por si acaso, la vigilancia y las detenciones arbitrarias de estos se han disparado geométricamente. «El Gobierno anima en sus órganos oficiales a los católicos cubanos a asistir a la misa del Papa en la Plaza de la Revolución, mientras les persigue más que nunca», constata la bloguera Yoani Sánchez.
Concretamente han sufrido un duro acoso las famosas Damas de Blanco. Unas 70 de ellas fueron detenidas, algunas cuando se dirigían a oír misa en la Iglesia de Santa Rita. La catedral de la Caridad ha sido a su vez desalojada de opositores que querían encerrarse en ella. Desde el mismo Obispado cubano se ha pedido rehuir la politización directa de los ámbitos de culto. Esto no es solo un guiño diplomático para no hacer fracasar la visita del Papa. Constituye un ejercicio de equilibrio a largo plazo. Obviamente el carácter no meramente laico, sino ateo y anticlerical del régimen castrista sitúa a la Iglesia en una posición casi genética de confrontación. Pero la comunidad católica cubana es mucho más inmanente y más amplia y se explica por muchas más cosas que por la disidencia política, por importante que esta sea.
Después de tantos años de castrismo son muy pocos los puros, los absolutamente no contaminados por el régimen. Es difícil imaginar una salida que no sea gradual, que no conlleve cierto tipo de compromiso. La intransigencia sin matices es lo que ha mantenido a Cuba por décadas y décadas en un espeso, a veces irrespirable limbo.
El 2 de marzo el diario oficial «Granma» publicaba a toda página una carta fechada en Miami el 24 de febrero y firmada por René González, uno de los famosos Cinco de Cuba condenados a largas penas en Estados Unidos por espionaje. René González es el único que ha salido de prisión por ahora pero la Justicia le obliga a permanecer en territorio estadounidense durante tres años. La carta publicada en «Granma» y voceada en la televisión cubana era una misiva de René González a su hermano Roberto, residente en la isla y enfermo de cáncer.
«Prisionero del odio»
René había pedido permiso judicial para visitarle pero no parecía muy optimista, a juzgar por el trasnochado tono de la carta, donde se considera prisionero «del odio que me obliga a adivinar por la fuerza de tu aliento, a través del teléfono, el accidentado desplazamiento de las líneas del frente en esta batalla que libras». Se dirige a su hermano desde su «insólito destierro, desde la angustia de la separación forzada, en las condiciones de libertad supervisada más absurdas, desde la dignidad de mi condición de patriota cubano como lo eres tú».
El lunes 19 de marzo la juez de Miami Joan Leonard concedió a René González un permiso de quince días para viajar a Cuba y reunirse con su hermano enfermo. La decisión fue muy criticada por los opositores exiliados, que culpan de ella al Gobierno Obama, aunque este se había manifestado en contra de la concesión del permiso. Se alegró en cambio la esposa de Alan Gross, un contratista norteamericano sexagenario y enfermo que lleva años preso en Cuba, habiendo fracasado por ahora todos los intentos para su liberación o canje, incluido un viaje del expresidente Jimmy Carter a la isla. ¿Obtendrá ahora Gross de la Justicia cubana un permiso para visitar en EE.UU. a su madre Evelyn, enferma de cáncer de pulmón, similar al que en Miami le han dado a René González?
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