Rui Rio, un líder que quiere reunificar a la derecha
Reelegido como presidente del PSD, el exalcalde de Oporto tiene apenas dos meses por delante para intentar erigirse en una alternativa a los socialistas
Rui Rio líder del partido PSD, a sus 64 años
Paulo Rangel se ha llevado un portazo en toda regla porque su plan para asaltar la presidencia de los conservadores portugueses ha caído en saco roto… y tiene que pedir ahora «unidad» para no resquebrajar el Partido Social Demócrata (PSD) tras la reelección ... del polémico Rui Rio como líder del partido a sus 64 años. Este es el panorama que vive la principal formación opositora cuando restan apenas dos meses para la celebración de las elecciones generales anticipadas.
De modo que la particular estrategia del exalcalde de Oporto sigue campando a sus anchas en el equivalente al PP en España, envuelto en un laberinto interno que solo acaba de comenzar con estas atípicas primarias.
Se demuestra así que el presidente de la República de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa , se equivocó cuando recibió a Rangel en audiencia solo unas semanas atrás, con el objetivo de escuchar sus propuestas en plena negociación de los presupuestos generales del Estado, finalmente tumbados y antesala para este adelanto electoral. ¿En calidad de qué departió con él? ¿De candidato que puede quedarse por el camino? Fue, sin duda, uno de los principales errores del eurodiputado, a quien han traicionado la impaciencia y la ansiedad.
Presentarse en coalición
Y esa estrategia de Rui Rio cuál es. Pues, en lo que se refiere a los comicios del próximo 30 de enero ya ha dejado claro que no le importaría presentarse en coalición con el maltrecho CDS (Centro Democrático y Social), algo que se interpreta como un intento de incorporar a un partido que está al borde de la desaparición y bajo el mando de Francisco Rodrigues dos Santos.
Pero, sobre todo, no le duelen prendas a Rio para proclamar que, si «garantizar la gobernabilidad de Portugal» lo exige, hasta pactaría con los propios socialistas, una circunstancia sorprendente que tranquiliza al primer ministro, Antonio Costa.
La gran incógnita es: ¿va a conseguir ahora lo que no ha logrado en sus cuatro años al frente de la formación? Los votantes del PSD parecen convencidos de que sí, a juzgar por el desenlace de estas primarias organizadas de manera un tanto apresurada porque se echaban las fechas encima.
Se exhibe Rui Rio muy seguro de sí mismo, con la idea de que puede llegar al Palacio de Sao Bento. Pero los militantes del PSD no las tienen todas consigo y no oculta sus suspicacias. No olvidan que, hasta ahora, su renovado líder solo ha cosechado derrota tras derrota con su constante actitud de defender propuestas socialistas, algo impensable en España.
Nada de eso ha importado a la hora de la verdad en un país donde los resultados suelen ser exactamente los contrarios a los que reflejan los sondeos.
Rio, que habla perfectamente alemán porque lo estudió en un colegio bilingüe a orillas del Atlántico, es muy portuense. Y es que la segunda ciudad del país vecino ha visto cómo crecía su carrera política y apenas baja a Lisboa para asuntos muy concretos. Su radio de acción (e influencia) se circunscribe más a la zona de Viana do Castelo, Coímbra o Aveiro, tal cual ha quedado retratado en esta convocatoria interna del PSD a la que acudieron 46.000 personas con derecho a voto.
A este economista de formación le queda ahora por delante la tarea de pulir su esquema de trabajo si quiere plantar cara a Antonio Costa. Con todo, las encuestas dan ganadores a los socialistas e incluso, entre bastidores, se apunta que la gran aspiración del revitalizado presidente del segundo partido no sería otra que dar forma a una especie de «bloque central», que comandaría el actual primer ministro, pero en el que él mismo cobraría protagonismo como hipotético vicepresidente.
Por todas razones, la parte derrotada de este PSD que se halla en una encrucijada (en el sentido de que apostaron por Paulo Rangel y se quedaron a las puertas) teme que Rio se conforme con salvar sus propios muebles y poco más.
La misma premisa sobrevuela en el flanco izquierdista del Gobierno vigente, pues desde el Bloco de Esquerda advierten: «Quien vote a los socialistas en enero debe ser consciente de que pueden encontrar a Costa sentado a la mesa negociando con Rio».
Esta circunstancia, el oportunismo de la formación liderada por Catarina Martins, puede servir como aliciente al PSD ya que le puede resultar más fácil atraer a los simpatizantes socialistas más moderados (al estilo de lo que ocurre en España con los anzuelos lanzados desde las filas de Pablo Casado).
El caso es que la fuerza de Rui Rio no ha quedado en entredicho. Todo lo contrario. Eso sí, cientos de votantes de su partido creen que solo le interesa su propio futuro y que es capaz de cualquier maniobra con tal de perpetuarse y hasta de convertirse en llave maestra.
Sus flirteos con los socialistas exasperan a muchos, pero tampoco hay que olvidar que su experiencia en Oporto evidencia su capacidad para apaciguar a sus oponentes. Estamos ante un ‘tour de force’ que se nutre de una calculada ambigüedad: un día parece que pretende arrasar con Antonio Costa, pero al siguiente confiesa su voluntad de darse un abrazo simbólico con el mandatario socialista.
Conviene recordar que el presidente del Ejecutivo español, Pedro Sánchez, elogió este mismo domingo el discurso de Rui Rio y expresó su deseo de que ojalá se garantizara este tipo de «estabilidad». Una apreciación que excluye la obviedad de que los contextos sociales y políticos no tienen nada que ver en España y Portugal. Además, la actitud de la oposición es consustancial a la estrategia de los propios gobiernos y así se le podría achacar que los ciudadanos lusos no tienen ni la mitad de motivos para quejarse del gabinete Costa.