Dimite el primer ministro de Japón, Naoto Kan, por el desastre nuclear de Fukushima
El sexto jefe de Gobierno nipón desde 2006 renuncia al cargo por las críticas a su gestión tras el tsunami de marzo

Nueva crisis de gobierno en Japón, la sexta desde 2006. El primer ministro nipón, Naoto Kan , ha expresado este miércoles su intención de dimitir para que su partido elija el lunes un sucesor entre los 398 diputados de su grupo político.
Se trata de la crónica de una renuncia anunciada hace tres meses , cuando Kan prometió que dejaría el Ejecutivo una vez que la Dieta (Parlamento) aprobara tres partidas presupuestarias claves para esta legislatura: dos planes para la reconstrucción tras el tsunami del pasado 11 de marzo, dotados con seis billones de yenes (53.861 millones de euros), y un fondo de 100.000 millones de dólares (69.000 millones de euros) para ayudar a las empresas y reducir la alta cotización del yen.
Como posibles sucesores ya se han postulado un exministro de Asuntos Exteriores, Seiji Maehara , y el actual titular de Economía, Yoshihiko Noda . Cualquiera que sea escogido por el Partido Demócrata de Japón (PDJ), tendrá que enfrentarse no solo a las fugas radiactivas en la siniestrada central de Fukushima, que continuarán hasta principios del próximo año, sino a las titánicas tareas de reconstrucción del tsunami, que durarán cinco años y costarán unos 230.000 millones de euros. Todo ello en medio de un panorama económico marcado por la crisis y la astronómica deuda pública del archipiélago nipón , que ya dobla los 5 billones de dólares (3,45 billones de euros) de su Producto Interior Bruto (PIB).
El sexto primer ministro desde 2006
Naoto Kan es el sexto primer ministro que ha tenido Japón desde 2006, cuando el carismático Junichiro Koizumi , del Partido Liberal Democrático (PLD), renunció al cargo tras ser reelegido por mayoría absoluta en 2005 y un inédito mandato de cinco años. Desde entonces, sus sucesores apenas han durado un año en el puesto, empezando por Shinzo Abe, a quien los escándalos de corrupción le minaron la salud; siguiendo por el gris proceso de transición de Yasuo Fukuda y terminando por el ambicioso Taro Aso, quien en agosto de 2009 perdió las elecciones ante el PDJ.
Con dicha victoria histórica, el socialdemócrata Yukio Hatoyama encarnaba las ganas de cambio de la sociedad nipona y liquidaba medio siglo de hegemonía del conservador PLD, en el poder desde 1955 con la excepción de un periodo de once meses entre 1993 y 1994.
Pero el espíritu renovador del “rebelde” Hatoyama se agotó en menos de un año y, en junio de 2010, dimitió por no poder cumplir su promesa de cerrar la base americana de Okinawa, uno de los ejes de su campaña electoral junto a la revisión de sus relaciones con Estados Unidos para acercarse más a sus vecinos asiáticos.
A su sucesor, Naoto Kan, le ha tocado enfrentarse a la peor catástrofe que ha sufrido el país desde su derrota en la Segunda Guerra Mundial: el devastador tsunami que arrasó la costa noreste de Japón, se cobró unas 25.000 vidas y provocó un accidente similar al de Chernóbil en la central nuclear de Fukushima 1, en cuyos alrededores no se podrá volver a vivir durante décadas por la radiación. Muy criticado por su gestión al frente de la crisis, que dejó a su inexperto Gobierno noqueado, Naoto Kan deja el cargo poco después de que el ministro encargado de la reconstrucción, Ryu Matsumoto, tuviera que dimitir forzado por unas desafortunadas declaraciones que enervaron a los damnificados.
La política nipona se cobra un nuevo cadáver y, antes de conocer siquiera su nombre, los japoneses ya se preguntan cuánto aguantará su nuevo primer ministro.
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