Una ola de decapitaciones pone en alerta a Colombia
Todos los asesinatos, fruto del enfrentamiento entre narcos, han tenido lugar en la misma provincia
El cuerpo fue hallado en una maleta. «De parte de Aníbal, el picante», decía el cartel escrito con letras de periódico. Decapitado, en trozos. Era el quinto cuerpo mutilado en los últimos seis meses . A las autoridades de Tuluá, provincia del Valle del Cauca, les preocupa que las bandas criminales estén adoptando prácticas al estilo de «los Zetas», el temible grupo de narcotraficantes de México.
«Ojalá que eso no sea cierto», le dijo el secretario de Gobierno del Valle, Jorge Homero Giraldo, al periodista del diario El Tiempo, que registró la noticia. Según Giraldo, dos bandas criminales, «los Rastrojos» y «los Urabeños» que ya tienen redes en el exterior, están haciendo estragos en ciudades como Tuluá, Buga, Palmira, Cartago y Cali, todas en la misma provincia . No asesinan de un balazo, sino que matan con motosierra o machete, un práctica que no se veía en Colombia desde que operaban los paramilitares de extrema derecha, como se conocían los escuadrones de la muerte que combatían a las guerrillas de izquierda y que hoy están desmovilizados.
Inspirados en los mexicanos o no, lo cierto es que hay claros antecedentes sobre nexos de delincuentes locales con bandas mexicanas . El 4 de noviembre del 2010 fue detenido el tulueño Mauricio Poveda Ortega, de 37 años, alias el «Conejo», de quien las autoridades dijeron que sería proveedor de cocaína de la organización de los Beltrán Leyva. Tuluá también se sacudió el 12 de marzo con el crimen del presidente de la cámara de comercio local, Jesús Ernesto Victoria, en un ataque que, según las autoridades, pudo estar dirigido contra su sobrino, Diego Francisco Victoria, quien había llegado de México.
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