David Miliband sale a escena
Quien a hierro mata a hierro muere. Gordon Brown forzó al entonces «premier» Tony Blar a que en septiembre de 2006 dijera que en cuestión de meses se iba a ir, y ahora es él quien se ve obligado a algo similar
Gordon Brown, el Efímero. La esperanza de que fracase un pacto entre David Cameron y Nick Clegg ya no le servía a Gordon Brown. Incluso aunque los liberal-demócratas cerraran un acuerdo con los laboristas, Brown tenía que marcharse .
La «dulce derrota» electoral -los laboristas no se desplomaron en las generales del jueves- había actuado de espejismo durante unos días, pero ayer el inquilino de Downing Street -el «okupa», como lo han presentado algunos tabloides- tiró la toalla, tras sólo tres años como primer ministro.
El anuncio de su dimisión abrió de inmediato la carrera interna para la sucesión. David Miliband, actual ministro de Asuntos Exteriores y principal favorito para hacerse con el puesto, hizo saber su disposición a optar al liderazgo. Tradicionalmente un «blairista», aunque esa denominación ha ido perdiendo identidad tras la marcha de Tony Blair, tendrá que batirse con el acérrimo «brownista» Ed Balls , ministro de Escuelas y Familia.
A medio camino, Ed
También puede presentarse su propio hermano, Ed Miliband , ministro de Energía y Medio Ambiente, quien aun siendo próximo a Brown podría verse a mitad de camino entre las dos facciones. Harriet Harman, ahora vicelíder y ministra de Igualdad, intentará ser la voz de la izquierda moderada del partido, mientras que Jon Cruddas seguramente repetirá en su intento de dar una voz al minoritario sector de la vieja izquierda.
Quien a hierro mata a hierro muere. Brown forzó a Blair a que en septiembre de 2006 dijera que en cuestión de meses se iba a ir (el recambio se produjo en junio de 2007), y ahora es él quien se ve obligado a algo similar. Con su anuncio, Tony Blair intentó ganar oxígeno para sus últimos meses como primer ministro, pero no lo consiguió porque se le vio como un «pato cojo», como dicen los anglosajones para el mandatario que tiene los días contados.
Lo mismo puede ocurrirle a Brown si, con un pacto entre laboristas y liberal-demócratas, sigue unos meses como «premier». Toda la atención se irá a David Miliband y a sus contendientes. Para evitar una lucha interna en estos momentos se podría optar por la figura unificadora de Alan Johnson, titular de Sanidad, para que encabezara ese Gobierno de coalición, pero sería inasumible otro primer ministro no elegido como tal por los ciudadanos, después del propio Brown y del futuro líder laborista si es que siguen en el poder.
Si los laboristas pasan a la oposición, de Brown se olvidarán los militantes de inmediato. Ha prometido quedarse al margen de la carrera para su sucesión. Con ello venía a indicar que no favorecerá a su protegido Ed Balls en este tiempo que le queda.
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