El Dalai Lama acusa a China de crear «un infierno en la Tierra en Tíbet
Desde su exilio en la estación de montaña de McLeod Ganj, en la ciudad india de Dharamsala, el Dalai Lama ha arremetido hoy contra el Gobierno chino, al que ha acusado de haber sumido a los tibetanos en “tan profundos sufrimientos y penalidades que literalmente han experimentado un infierno en la Tierra”.
Con un discurso excepcionalmente agresivo para su talante pacifista, la máxima figura política y religiosa del budismo ha conmemorado el 50 aniversario de la fallida rebelión tibetana. La brutal represión con la que el régimen comunista chino aplastó la revuelta le obligó a huir a la India días después del levantamiento, que comenzó el 10 de marzo de 1959, cruzando el Himalaya a pie y disfrazado de campesino durante casi dos semanas.
Desde entonces, se calcula que la ocupación china del Tíbet se ha cobrado 1,2 millones de vidas, ha forzado al exilio a 200.000 personas y ha destruido su vasto patrimonio cultural, pues apenas quedan en pie un puñado de sus 6.259 templos y monasterios, arrasados durante la Revolución Cultural (1966-76). Sin mencionar la palabra genocidio, el Dalai Lama endureció su mensaje al afirmar que “el resultado inmediato de estas campañas fue la muerte de cientos de miles de tibetanos” y denunciar que la identidad cultural tibetana se está “acercando a la extinción”.
El año pasado, un discurso menos contundente que éste encendió la mecha de la revuelta en el Tíbet, que vivió sus peores disturbios en dos décadas. Según el régimen chino, murieron una veintena de personas, sobre todo de la mayoritaria etnia Han, linchadas y hasta quemadas vivas por los alborotadores. Pero el Gobierno tibetano en el exilio eleva dicha cifra hasta las 200 personas al acusar al Ejército chino de una “brutal represión” que causó también miles de heridos y detenidos.
“Incluso hoy, los tibetanos viven con un miedo constante y las autoridades chinas continúan sospechando de ellos”, criticó el Dalai Lama ante miles de seguidores congregados en el patio que separa su residencia oficial, en el complejo de Tsuglagkhang, del templo de Kalachakra.
Aunque su alocución fue más agresiva que en otras ocasiones, el “Océano de Sabiduría” volvió a reiterar su compromiso con la paz y la “vía intermedia” al insistir en que “la justicia de la causa tibetana prevalecerá si seguimos avanzando por un sendero de verdad y no violencia”.
Pero sus llamamientos a la calma son cada vez más cuestionados por los jóvenes tibetanos, que apuestan por radicalizar su lucha por la independencia debido a la falta de avance de las negociaciones con Pekín. A pesar de la veneración que sienten los tibetanos por el Dalai Lama, las propuestas más exaltadas se van abriendo camino en el movimiento en el exilio, que ha celebrado una marcha de protesta por las calles de Dharamsala.
Mientras tanto, la seguridad sigue siendo draconiana en el Tíbet, donde el régimen chino ha desplegado al Ejército para impedir que se repitan manifestaciones y disturbios como los del año pasado.
.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete