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Estalla una espiral de violencia en el conflicto Kurdo tras los últimos atentados

Un atentado suicida frente a una comisaría en la provincia de Pinarbasi acabó con la vida de un policía

Daniel Iriarte

¿Está Turquía en vísperas de una nueva oleada de violencia relacionada con el problema kurdo? Cada primavera, el deshielo en las montañas del sureste en las que opera el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (el PKK, considerado un grupo terrorista por Ankara, la Unión Europea y los EE.UU.) provocan un incremento en las acciones guerrilleras, que el invierno paraliza. Pero este año, los indicios apuntan a algo más intenso .

Ayer, un atentado suicida frente a una comisaría en la provincia de Pinarbasi acabó con la vida de un policía y de los dos militantes que conducían el coche bomba, e hirió de gravedad a dos decenas de personas, entre ellas tres niños. Según el ministro del interior, Idris Naim Sahin , «el objetivo previsto no era la comisaría. Detonaron los explosivos cuando la policía les persiguió».

Sahin está en el punto de mira de la opinión pública turca por unas declaraciones realizadas el día anterior, en las que aseguró que los 34 contrabandistas abatidos por error en Uludere el pasado enero eran «extras» para el PKK. Estos comentarios han desatado un aluvión de críticas en Turquía, incluso desde el propio gobierno. El primer ministro, Recep Tayyip Erdogán , ha desautorizado a Sahin, asegurando que este tipo de cosas «solo ayudan al PKK».

Atentado terrorista

Porque, aunque la operación con el coche bomba todavía no ha sido reivindicadoa es al PKK a quien se responsabiliza de este suceso. Como se le responsabilizó, la semana pasada, de haber abatido a tiros al segundo dirigente del AKP , el partido gubernamental, en la ciudad de Sirnak. Y el goteo de soldados muertos y heridos en enfrentamientos con la guerrilla es constante desde hace meses.

Pero, además de atentados y acciones armadas, los militantes kurdos también han realizado otro tipo de acciones, como atacar autobuses públicos con cócteles molotov. El último incidente de este tipo, pero ni mucho menos el único, tuvo lugar el pasado lunes en Estambul, sin que hubiese que lamentar víctimas. Están, además, los secuestros : el pasado 13 de mayo, el PKK abdujo al responsable del AKP en el distrito de Kulp, y hace tres días, a diez civiles en Lice.

Los nacionalistas kurdos aseguran que este tipo de acciones son en realidad una respuesta a la actuación del estado, que en los últimos meses ha arrestado a centenares de personas acusadas de pertenecer al KCK, una presunta plataforma civil que, según las autoridades turcas, funciona como organización pantalla al servicio del PKK. Aunque no existen pruebas sólidas de la existencia real del KCK, la fiscalía turca no ha dudado en utilizar estos fantasmagóricos vínculos para encarcelar a miles de kurdos más o menos críticos con la política gubernamental hacia el problema kurdo.

Y lo cierto es que, casi dos años después de haber tratado de poner en marcha la llamada « iniciativa kurda » para resolver el problema de la violencia, el gobierno del AKP parece haber dado marcha atrás en sus políticas aperturas y haberse enrocado en posturas nacionalistas. Como consecuencia, la atmósfera política y jurídica ha cambiado radicalmente.

Comentarios «apologéticos»

El jueves, un tribunal turco condenó a diez años de cárcel a la diputada kurda Leyla Zana por sus comentarios «apologéticos» sobre Abdullah Öcalan , el encarcelado líder del PKK. Este tipo de condenas no son extrañas en Turquía -hace apenas dos semanas, la corte de Diyarbakir condenó a diez personas a más de 170 años de cárcel en total por «pertenencia al KCK»-, pero Zara es una respetada activista, premio Sajarov del Parlamento Europeo en 1998, y una figura política de primera fila en el movimiento kurdo.

En estas circunstancias, muchos temen que la reciente escalada de violencia sea solo el principio. Algunos comentaristas turcos han recordado que las acciones contra civiles, que ahora parece haber recuperado el PKK, fueron una constante en su estrategia durante los años 90, la época en la que la guerrilla estaba en el cénit de su poder , pero también en la que la brutal reacción del estado produjo miles de muertos, torturados y desplazados internos. De aquella época datan gran parte de los aproximadamente 45.000 muertos que esta guerra no reconocida ha provocado desde 1984.

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