China proyecta su influencia autoritaria
Una ambición global que recibió el impulso definitivo con la llegada de Xi Jinping al poder en 2013
![El presidente chino Xi jinping](https://s3.abcstatics.com/media/internacional/2021/12/13/xi-jinping-kfZF--1248x698@abc.jpg)
Con rumbo fijo, sin disimulos y de la mano de su poderío económico y diplomático, China pone los cimientos para su futura hegemonía . Una ambición global que recibió el impulso definitivo con la llegada de Xi Jinping al poder, en 2013, y ... una vez que la sociedad china disfruta ya de una moderada prosperidad que se antojaba inimaginable al iniciar su tránsito hacia el capitalismo rojo hace ya más de cuatro décadas. Sepultada para siempre queda la célebre alocución de Deng Xiao Ping ante la ONU en 1974, en la que advertía: «China no es una superpotencia, ni aspira a serlo nunca».
Desde entonces y, en gran medida, gracias a la contribución esencial del mundo occidental, que entregó a Pekín millonarias inversiones, tecnología, la fábrica del mundo y su entrada en la OMC sin exigir a cambio apertura política alguna, China es hoy una potencia autoritaria que no se somete al escrutinio de nadie y que proyecta su poder por todo el planeta. La llamada Nueva Ruta de la Seda, que contempla infraestructuras para crear corredores comerciales en el mundo en desarrollo y que el régimen presenta como un proyecto de desarrollo global, es en verdad un plan para sentar las bases –con sus instituciones financieras afines– de un orden mundial alternativo bajo la órbita de Pekín.
Al tiempo que los intereses de China trascienden más allá de sus fronteras, el control de los mares resulta clave no sólo para su expansión económica y militar, sino también en relación con su aspiración de convertirse en una potencia global. En este contexto, China controla actualmente un centenar de puertos en 63 países , algunos de ellos en enclaves geopolíticamente estratégicos. Aunque su uso es mayormente comercial, todos ellos pueden eventualmente usarse con fines militares o para espionaje, de ahí la controversia entre Estados Unidos y su aliado Israel cuando China se hizo con el control del puerto de Haifa, donde recala la Sexta Flota estadounidense.
No es infrecuente que las operaciones chinas de control portuario disparen las alarmas en el extranjero por las implicaciones de seguridad. Recientemente, se anunció la construcción china de un puerto comercial en Abu Dabi (EAU) que, según las imágenes satelitales de la Inteligencia estadounidense, escondía una base militar secreta, lo que provocó la reacción de Washington y la paralización del proyecto. Además de la base naval que tiene en Yibuti desde 2017 para apoyar la lucha contra la piratería , China estaría construyendo una base militar en Camboya y aspira a tener otra más en aguas del Atlántico en Guinea Ecuatorial.
La desconfianza y las resistencias que el meteórico ascenso geopolítico del gigante despierta en el extranjero es el precio que paga por la naturaleza autoritaria y por la opacidad que emanan de su régimen político. Pekín trata de contrarrestar esta percepción negativa no sólo a través de su influencia económica, su diplomacia incisiva o vinculando sus inversiones o préstamos a condicionalidad política, sino también a través de una estrategia internacional de poder blando a la que dedica ingentes recursos financieros y humanos. Una estrategia, en defensa de sus intereses, que incluye un exitoso programa de captación de las élites locales cuyo objetivo es tener, en cada país, un entorno amable, una red de aliados y cercanía con las personas que toman las decisiones.
Juan Pablo Cardenal es un periodista especializado en la internacionalización de China. Su último libro es «La Telaraña» (Ariel, 2020)
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