El asesino noruego regresa a Utoya y reconstruye con frialdad su matanza

Breivik realizó un recorrido de ocho horas esposado, y no mostró en ningún momento arrepentimiento

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ENRIQUE SERBETO

Sin dar la menor muestra de arrepentimiento, Anders Breivik volvió a la isla de Utoya para reconstruir uno a uno todos sus pasos y sus gestos del pasado 22 de julio, cuando asesinó a sangre fría a 69 jóvenes militantes del Partido Laborista noruego. Esta vez en medio de una operación policial y entre impresionantes medidas de seguridad, Breivik reprodujo con detalle hasta los gestos de los disparos contra los adolescentes que trataban de escapar a nado.

La Policía informó ayer domingo de las circunstancias que rodearon al ejercicio de reconstrucción de los hechos, llevado a cabo el sábado sin previo aviso por razones de seguridad. La acusación ha preferido realizar este trámite ahora, cuando el asesino confeso conserva todavía la memoria fresca de todas sus acciones . Además evitará hacerlo en medio del juicio, cuando podría ser mucho más doloroso para las víctimas, que podrían verse obligadas también a revivir los más atroces detalles del crimen. De todos modos, Breivik no parece haber tenido ningún problema ni mental ni moral para recordar cómo cometió los asesinatos que han conmocionado a una de las sociedades más pacíficas del mundo.

La comisión especial de investigación anunciada por el primer ministro Jens Stoltember también se beneficiará de los detalles que se han obtenido del ejercicio de reconstrucción, y es probable que a partir de ello se pueda empezar también a conocer el cúmulo de errores cometidos por la Policía mientras Breivik se dedicaba a masacrar a jóvenes como parte de sus delirantes planes para combatir el multiculturalismo. En las más de 50 horas de interrogatorios a las que ha sido sometido , el asesino ha confirmado que llamó personalmente en varias ocasiones a la Policía para pedir que vinieran a detenerle, pero los agentes no le hicieron caso. La Policía, por su parte, ha reconocido haber recibido esas llamadas del asesino desde Utoya.

No está claro si las versiones de la prensa noruega sobre la existencia de una filmación realizada por el propio asesino se han confirmado. Según el responsable de la acusación, Paal-Fredeik Hjort Kraby , el asunto ha sido evocado en este interrogatorio llevado a cabo en el escenario del crimen, pero no ha aclarado en qué términos. Se sabe que Breivik disponía de una cámara de video, pero no se ha confirmado que la utilizase para filmar sus propios asesinatos. Algunos periódicos habían asegurado que la cámara se estaba buscando en la isla, pero ninguna de esta tesis ha sido confirmada.

Vídeo de la reconstrucción de los hechos

Breivik llegó a Utoya embutido en un chaleco antibalas , previendo la posibilidad —bastante remota en Noruega— de que alguien tuviera la tentación de tomarse la justicia por su mano. Se subió en el mismo ferry con el que llegó a la isla y ejecutó con precisión uno a uno los gestos de los asesinatos. Según Hjort Kraby, el asesino respondió a todas las preguntas «calmado, con precisión y con ansias de colaborar», tanto en los interrogatorios que se llevaron a cabo en la cárcel como en Utoya.

Todo el ejercicio de reconstrucción fue grabado en video y será utilizado en las audiencias del proceso , probablemente antes de un año, cuando la policía considere que ha terminado la investigación. Breivik estaba vestido con unos pantalones vaqueros y una camiseta, en una imagen muy diferente del falso uniforme con el que logró engañar a sus víctimas haciéndose pasar por un agente de Policía.

En el ejercicio también se ha empezado a apreciar que los verdaderos policías no pusieron ningún obstáculo al asesino en el camino hacia la isla. La comisión de investigación intentará buscar una explicación a eso, junto al hecho de que los agentes no dispusieran de un helicóptero ; el que, al no tenerlo, no utilizasen el camino más corto para llegar a Utoya; y el que una vez frente a la isla se embarcasen en una lancha que no soportaba su peso, lo que les obligó a pedir ayuda a civiles. El sábado, Breivik se dedicó a repetir uno tras otro los gestos de los disparos contra sus víctimas desarmadas, durante unas ocho horas . El tiempo que los policías tardaron en llegar a la isla se puede medir no solo en minutos, sino en vidas perdidas a manos de un fanático.

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