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«Anoche realmente sentí que el mundo se terminaba»

Un hombre trata de recoger un sillón de su casa tras el terremoto

«Anoche realmente sentí que el mundo se terminaba. Fue algo muy fuerte y estoy desesperado, ya que el epicentro fue donde vive mi padre y no se cómo encontrarlo». El que escribe es Cesar, una de las cientos de personas que se han acercado tanto a la noticia de la web de A BC como al Facebook de ABC.es para contar su experiencia y dejar constancia de las dimensiones del terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter que sacudió el centro-sur de Chile .

La misma experiencia que quiso compartir Jorge, que vio asustado como «todo caía, todo sonaba y se reventaban fusibles».

Raúl, de Santiago de Chile, contó con la misma intensidad: «Creanme, parecía una película del fin del mundo. Venía conduciendo y los postes de luz parecían de goma, la gente salía de sus autos corriendo, los transformadores explotaban sobre nosotros... ¡fue impresionante!». O Francisco, que lo calificaba de «dantesco»: «La muralla bailaba en olas y pensé que se venía todo el edificio abajo», dijo.

En facebook, Josue: «Les informo que tenemos en este momento una réplica». Mientras, Peter, que escribía desde la IV Región de Coquimbo , al oeste del país, describía los primeros daños: «El puerto está cerrado, producto de que esta mañana se saliera el mar en una amplia zona de la costa. Era un poco impresionante observar como una enorme cantidad de masa de agua copaba gran parte de la zona en donde antes estaba ocupada por la arena. Hasta el río que pasa por la playa no se podía visualizar, ya que todo era agua. Si no fuera por la barrera de la carretera costera el agua se hubiera adentrado varios metros tierra adentro».

A medida que pasaban las horas y el número de muertos ascendía -actualmente se sitúa en 214- eran más los testimonios que daban muestra de la deseperación por las consecuencias del «cataclismo de dimensiones históricas», según lo calificó el ministro del Interior chileno, Edmundo Pérez Yoma . Muchos de los testimonios procedían de chilenos residentes en el extranjero, que no podían contactar con sus familiares a causa del corte de las comunicaciones en las zonas más afectadas por el seísmo.

«Hola, estoy buscando a mi mama, que vive en concepcion, especificamente en chiguayante», preguntaba Step en el Facebook, mientras Marisa pedía ayuda: «Por favor, necesito saber algo de una amiga que vive en Curico, una de la zonas más afectadas por el terremoto. Quiero saber si hay alguna forma de enterarme acerca de las víctimas». A lo que Yamila respondía que «Google ha creado una página para dar datos o buscar desaparecidos " #terremotochile http://chilepersonfinder.appspot.com "».

De esta forma, con gran solidaridad, todos se ayudaban y tranquilizaban en la medida de sus posibilidades. Otros daban gracias por haber tenido noticias y mandaban su más sincero apoyo a Chile: «Apareció mi hijo, está bien», escribía Juan; «desde viña todo bien, se repuso la luz y el agua. Hay 5 muertos en la zona», comentaba Kimba a las 18:00, al tiempo que mandaba «fuerza» a los afectados.

Mauricio, desde Chile, aportaba más información a los «amigos» de la red social de Abc a las 17:00: «Les escribo desde Antofagasta, segunda region, una de las dos que no se vio afectada. Les informo que los muertos ya ascienden a 112. La ciudad mas afectada es la de Concepción, donde hay edificios completos derrumbados con personas atrapadas, lo que podría aumentar el numero de fallecidos. Si bien es cierto que Chile es un país preparado para terremotos, éste ha sido monumental. Las imágenes son sobrecogedoras. Ánimo a mi país y cualquier duda pregunten».

Varias decenas de personas dejaban sus teléfonos con los nombres y apellidos de sus allegados, con la esperanza de que alguien pudiera brindarles algún tipo de dato.

«Vivo a una hora del epicentro y estaba viendo al televisión a eso de las 3:20 AM, cuando sentí un leve seísmo que se intensificó bruscamente. Salté de la cama, me situé debajo de una puerta y me abracé con mi hermana, mientras la casa parecía una batidora. Todo se caía, sin luz, al tiempo que se escuchaba como se quebaraban los vídreos, lozas, etc. Fue larguísimo, sobre cinco minutos», describía Cristian su aterradora experiencia.

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