Adam Michnik - Desde Polonia
«Esto es la guerra»
Este es el fin de nuestro mundo, en el que hemos vivido desde 1989. No podemos imaginar las consecuencias de esto todavía. ¿Es este el comienzo de la guerra mundial?

Cualquiera que conozca la historia polaca debe recordar septiembre de 1939, cuando el ejército nazi invadió Polonia para «defender a los alemanes perseguidos». Dos semanas después, el ejército soviético ayudó a Hitler a «defender a los ucranianos y bielorrusos perseguidos».
Hoy, las tropas de Putin ... quieren «defender» a los pacíficos ciudadanos de Ucrania contra los «fascistas y nacionalistas ucranianos» que llevaron a cabo «una política de genocidio» en el Donbás.
¡Esto es! El saqueo de Putin se asemeja a los patrones establecidos por Hitler y Stalin. Los más grandes tiranos del siglo XX. Tiranos cuya retórica utiliza Putin, su sicario, de forma masiva y sin pudor.
Este es el fin de nuestro mundo, en el que hemos vivido desde 1989. No podemos imaginar las consecuencias de esto todavía. ¿Es este el comienzo de la guerra mundial?
Los ucranianos son quizás las personas más Desdichadas de Europa. A pesar de la obstinada y heroica lucha de muchos años, nunca lograron crear y defender su propio Estado. Han sido víctimas de la rusificación y la desnacionalización, de la discriminación y la represión, han sido encarcelados y torturados. Fueron víctimas de la Gran Hambruna y del terror estalinista en la década de 1930. Murieron a manos de los ocupantes nazis y luego de los torturadores estalinistas. Pero en cada generación repetían: «Ucrania aún no está muerta».
Hoy repiten estas palabras contra las engañosas y viles declaraciones de Putin. Este teniente coronel de la KGB ve el mundo como su propia prisión particular, en la que todos son suyos, cualquiera puede ser encarcelado o asesinado. Anna Politkovskaya fue asesinada porque escribió la verdad sobre los crímenes en Chechenia. Borys Nemtsov fue asesinado por ser un político democrático popular. Mikhail Khodorkovsky también fue encarcelado porque se atrevió a criticar públicamente la corrupción del régimen de Putin. Hoy, Alexei Navalny está preso porque habla con la voz de una Rusia que no quiere vestir los uniformes de los mayordomos de Putin.
El mundo debe saber esto si quiere tener el coraje de no permitir que el veneno de la pasividad frente a esta política criminal prevalezca hoy. El silencio puede ser una señal de cobarde resignación y de entrega a esta fuerza criminal.
Todos deberían recordar las consecuencias del consentimiento mundial democrático a las demandas de los regímenes totalitarios en Munich en 1938 o en Yalta en 1945. Estos signos fueron concesiones a la violencia. Chamberlain y Daladier creían que en Munich estaban construyendo la paz para futuras generaciones y abrieron a Hitler el camino para la conquista. Roosevelt creyó que convencería a Stalin con argumentos racionales y le entregó la mitad de Europa.
No sigamos por este camino.
Hoy hay que decirlo claramente y en voz alta: TODOS SOMOS UCRANIANOS. En Varsovia y París, en Berlín y Praga, en Londres y Budapest hay que decir una cosa en voz alta: los ucranianos luchan no sólo por sí mismos, sino también por «nuestra y vuestra libertad».
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