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Los cafés de la muerte se ponen de moda en Londres

Las palabras de tu epitafio o la canción de tu funeral son algunas de las cuestiones que se abordan en estos encuentros

Los cafés de la muerte se ponen de moda en Londres abc

ana mellado

La muerte siempre ha sido concebida como la realidad más certera de la vida. Una cita inquebrantable que antes o después tiene reservado un hueco en las agendas. Mientras llega, se opta por ignorarla. Por eso no es de extrañar que una pareja salga despavorida de una cafetería de Hampstead, al norte Londres, después de que un completo desconocido les pregunte si ya han escogido las palabras del epitafio que sus familiares grabarán en su lápida.

Este tipo de cuestiones articulan la esencia de los llamados cafés de la muerte. No, no se trata de una reunión de góticos que beben cócteles de sangre, ni de una fiesta de Halloween fuera de temporada en la que el portero porta una guadaña mientras revisa tu DNI.

A plena luz del día y al calor de una taza de té y un pedazo de tarta, un grupo de unas 30 personas se reúnen para conversar pausadamente y libre de llantos sobre cómo afrontan la muerte. La descripción del evento recalca que no se trata de una concentración de plañideras en las que buscar consuelo por la muerte de un ser querido, sino de abordar una charla tabú para la gran mayoría.

Los inicios de las charlas fúnebres

Precisamente eso es lo que inspiró a Jon Underwood, el padre del café de la muerte, a finales del 2011. A su juicio, la sociedad occidental ha relegado el debate acerca de la muerte a médicos, enfermeras, sacerdotes y empresarios de pompas fúnebres.  «Hemos perdido el control de uno de los eventos más importantes que alguna vez tenemos que enfrentar», comenta Underwood.

Al principio, trató de implantar su idea en algunos bares y cafeterías de Londres. El rechazo frontal que obtuvo como respuesta no hizo más que subrayar la necesidad de celebrar reuniones de este tipo. La primera fue organizada en su casa de Hackney, al este de Londres, y dirigida por su madre, Sue Barsky Reid, psicoterapeuta de profesión.

Un año después, en 2013 su idea alcanzó una gran proyección internacional pasando de 100 eventos a los actuales 900 que tienen lugar en 19 países.

A las seis y media, Josefine Speyer acalla los bebedores de té reunidos en una cafetería de Hampstead y anuncia el inicio de la reunión. Para romper el hielo, propone una lista de preguntas rápidas: «¿la cremación o el entierro» o «¿dónde te gustaría estar cuando mueras?». Los asistentes van moviéndose alrededor de la mesa para conocer a todos los participantes.

Cómo y dónde quieres morir

Una vez entrados en la materia, aparece el momento de profundizar y buscar la mejor manera de morir posible o elegir terreno en el cementerio. Como ocurre cuando se compra una vivienda, la ubicación, la primera línea o la exclusividad también se cotizan a la alza en los camposantos. La charla adquiere una distensión y animosidad que desde fuera sería insospechable que los allí presenten debaten si en tiempos de crisis se debe optar por un mausoleo o un modesto nicho.

Para acabar con un buen sabor de boca, cada uno elige la canción que le gustaría que sonase en su funeral. «In My Life», de los Beatles, permanece imbatible en el número 1 del top ten de hits funerarios.

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