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Boko Haram rompe la negociación para la liberación de las estudiantes a golpe de asesinato

Apenas unos días después de demandar un intercambio de prisioneros por las 200 estudiantes que mantiene secuestradas al noreste de Nigeria, la milicia islamista asesina a más de 150 personas en varios atentados

Boko Haram rompe la negociación para la liberación de las estudiantes a golpe de asesinato reuters

EDUARDO S. MOLANO

A la milicia islamista de Boko Haram no le gusta esperar. Menos aún, el silencio. En las últimas horas, al menos 150 personas han fallecido en Nigeria en una oleada de atentados cometidos, presuntamente, por miembros del grupo islamista.

El primero de los ataques tuvo lugar el pasado martes, cuando dos coches bomba hacían explosión casi de forma simultánea en un mercado de la ciudad de Jos, en el centro del país, cobrándose más de un centenar de víctimas. Ya el miércoles, otra treintena de personas perdían la vida en varios ataques registrados en Shawa y Alagarno, en el estado norteño de Borno.

Ambas localidades se encuentran a apenas siete kilómetros de Chibok, donde el pasado 14 de abril más de 200 estudiantes eran secuestradas por el grupo terrorista. Unos ataques que siembran aún más dudas sobre el presente y futuro de las jóvenes, después de que los raptores difundieran un vídeo en el que exigían la excarcelación de varios de sus miembros retenidos en las cárceles del país como moneda de cambio de las jóvenes capturadas.

Entonces, la propuesta generó no poco debate. Primero, el ministro local de Asuntos Especiales de la Presidencia, Alhaji Tanimu Turaki, aseguró que el Gobierno de Abuya se encontraba «preparado» para entablar un diálogo con la milicia islamista. Para Turaki, quien lidera un comité lanzado por el presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, para abrir vías de reconciliación con Boko Haram , si las intenciones de la milicia islamista eran sinceras, su líder, Abubakar Shekau, debía enviar a gente de confianza para entablar negociaciones. No obstante, el titular de Interior, Abba Moro, rechazó cualquier tipo de acuerdo futuro, al manifestar que era «absurdo» que un «grupo terrorista» tratara de establecer sus propias demandas.

Y el tiempo ha sido simple juez de esta propuesta. Aunque la experiencia ya había puesto en preaviso. Pese al anuncio de Boko Haram, históricamente, las negociaciones entre la milicia y el Gobierno de Nigeria siempre han caminado por el alambre del desastre.

Ya en noviembre de 2012, el grupo armado había establecido sus primeras demandas para iniciar conversaciones de paz con el Ejecutivo y poner así fin a una sangría humana que, entonces, ya amenazaba la estabilidad del país africano.

Entre las principales reclamaciones del grupo rebelde se encontraba que ambas partes se trasladaran a Arabia Saudí para desarrollar el armisticio, que el exmandatario Muhammadu Buhari se involucrara en el proceso, así como la detención inmediata de Ali Modu Sheriff, exgobernador local (y acusado de ser la mano negra detrás del grupo en sus comienzos).

De igual modo, a mediados del pasado año, Boko Haram rechazó la idea de una amnistía contra sus miembros por parte del Gobierno de Nigeria, a quien acusó de cometer «atrocidades» contra la comunidad musulmana.

En aquel entonces, el presidente, Goodluck Jonathan , apostó por la creación de un equipo de expertos para valorar la viabilidad de un perdón público al grupo islamista. Sin embargo, y a pesar de los más de 5.000 muertos ocasionados por los rebeldes, la milicia prefiere optar por el victimismo.

«Sorprendentemente, el Gobierno nigeriano habla de otorgarnos una amnistía. ¿Qué mal hemos hecho? Por el contrario, somos nosotros los que deberíamos dar el perdón», aseguró entonces en un comunicado Abubakar Shekau, el enigmático líder de la milicia.

Población en contra

La posibilidad de conceder un indulto al grupo armado o un canje por prisioneros suscita cierta polémica entre los actores en conflicto. Éste es el caso de la sección juvenil de la Asociación Cristiana de Nigeria, quien advierte al mandatario nigeriano de que cualquier acuerdo con el grupo islamista «encendería la rabia religiosa».

Primero, ante lo complicado de establecer una clara línea de comando en la facción islamista. Por ejemplo, el autor de la oferta a finales de 2012, realizada en inglés (un idioma inusual de la guerrilla), se hacía llamar Abu Mohammed Ibn Abdulaziz, pese a que el seudónimo de batalla de todos los portavoces de Boko Haram es Abu Qaqa.

Segundo, ante lo desastroso de experiencias pasadas: A mediados de 2011, el presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, ya mostró su disposición a entablar negociaciones con los rebeldes islamistas. En aquel momento, el mandatario (que recordó el éxito de la amnistía general decretada, en 2009, contra los grupos rebeldes de la Delta del Níger para su incorporación a la sociedad civil) aseguró que «ningún Gobierno quiere asesinar a los ciudadanos de su propio país», por lo que «la mejor opción siempre es negociar». Sin embargo, ambas partes nunca llegaron a sentarse en la mesa de negociaciones.

Y tercero, porque la cabeza pensante que en el pasado ha sido designada por la milicia como uno de sus interlocutores gubernamentales, el exmandatario Muhammadu Buhari, ya ha demostrado su negativa a «conversar con terroristas».

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