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Francia

Marine Le Pen, líder del primer partido obrero francés

A pesar de sus buenos resultados en los dos últimos años, el Frente Nacional, el preferido de los trabajadores, solo está bien implantado en municipios y regiones afectadas por la crisis

Marine Le Pen, líder del primer partido obrero francés AFP

Juan Pedro Quiñonero

Marine Le Pen (Neuilly-sur-Seine, 1968), madre de tres hijos, divorciada en dos ocasiones para vivir como pareja de hecho con un dirigente de su partido, ha transformado el Frente Nacional (FN, extrema derecha), fundado por su padre, Jean-Marie Le Pen, en el primer partido obrero de Francia, el tercero en importancia nacional en todas las elecciones presidenciales, legislativas y municipales del último quinquenio.

Durante medio siglo largo, el FN de Jean-Marie Le Pen fue un partido de extrema derecha tradicional, muy vinculado a todos los grupúsculos extremistas de su tiempo, de carácter expresamente neonazi en muchas ocasiones.

Elegida presidenta del FN en el congreso de Tours del 15 y 16 de enero de 2011, inició a paso de carga un giro al centro que tuvo réditos políticos inmediatos. Marine Le Pen comenzó por expulsar del FN a dirigentes o militantes expresamente neonazis. Sin abandonar nunca las tesis tradicionales de la extrema derecha francesa (salida del euro, cierre de fronteras, hostilidad radical hacia el liberalismo capitalista, etcétera), Marine —como la llaman los militantes de su partido— se convirtió en una estrella política con brillo propio.

A los tres meses escasos de ser elegida presidenta del FN, un primer sondeo la cotizaba con un 23% de intenciones de voto en las presidenciales de 2012, desplazando a Nicolas Sarkozy a un tercer puesto en las intenciones de voto de la elección reina del modelo político francés. Desde entonces se ha estado librando una reñida maratón política. La primera vuelta de las elecciones municipales, el domingo pasado, confirmó que Marine Le Pen y su FN se han instalado como tercera fuerza política nacional y primer partido obrero de Francia.

Jean-Marie Le Pen consiguió 4,8 millones de votos (16,86% de los votos emitidos) en la primera vuelta de la elección presidencial de 2002. Era el resultado electoral más positivo del patriarca fundador del FN. Diez años más tarde, su hija Marine consiguió 6,3 millones de votos (18,3% de los votos emitidos), en las presidenciales del 2012. Fue el resultado más alto que ha conseguido nunca un candidato o candidata de la extrema derecha en la historia política de la V República.

Ese resultado también pondría de manifiesto que, en verdad, el FN continúa siendo esencialmente un partido de protesta contra todo, sin verdadera implantación nacional.

Tras la gran victoria personal de Marine Le Pen, en la primera vuelta de las presidenciales del 2012, su partido, el FN, solo consiguió 3.528.663 votos (un 13,6 % de los votos emitidos) en las elecciones legislativas del mes de junio siguiente. Más de 500 candidatos de extrema derecha, conseguían tres millones de votos menos que Marine Le Pen, dos meses después. ¿Cómo se explica esa diferencia? El FN es muy votado en los grandes duelos nacionales. Pero es mucho menos votado en la Francia profunda, donde los candidatos de extrema derecha solo están bien implantados en regiones donde la crisis ha hecho muchos estragos sociales.

Crisis y corrupción

La primera vuelta de las elecciones municipales, el domingo pasado, confirmó la misma paradoja. Más de mil candidatos de extrema derecha, en toda Francia, solo consiguieron 998.244 votos: más de cinco millones de votos menos que Marine Le Pen, en la primera vuelta de las presidenciales de hace apenas dos años. ¿Cómo explicar esa caída relativa del voto de extrema derecha? Hay muchos candidatos del FN, en toda Francia. Pero solo están bien implantados en regiones y municipios donde la crisis y la corrupción se han convertido en problemas endémicos.

Cuando se trata de votar a escala nacional (presidenciales y legislativas), la extrema derecha cuenta con un voto de nuevo cuño, mayoritariamente obrero, que le da una fuerza excepcional. Cuando se trata de votar en elecciones locales (municipales), el voto de la extrema derecha queda muy disperso, con menor implantación.

Christophe Guilluy, geógrafo de izquierda, ha publicado varios ensayos estudiando la relación entre el voto de la extrema derecha y la geografía de la crisis. Y llega a estas conclusiones: «La sociología del voto del FN es una sociología de pueblo de izquierdas. El núcleo social que vota socialista, en Francia, son los funcionarios. El núcleo social que vota a la derecha tradicional son los jubilados. El núcleo social que vota extrema derecha, por el contrario, está formado por obreros jóvenes, víctimas de la crisis. La mirada política oficial del FN es sencillamente escandalosa. Las élites parisinas denuncian a esos electores, víctimas del paro y el empobrecimiento de las familias. Detrás de esa visión de las élites, está la idea, falsa, de que los electores del FN son idiotas y racistas. Es un error que los partidos políticos tradicionales pagarán muy caro».

Voto obrero

Hace diez años, un 20 % de los obreros franceses comenzaron a votar a la extrema derecha. En las elecciones presidenciales del 2012, más de un 30 % de los obreros votaron a Marine Le Pen. Hace unos meses, la fundación Jean Jaurés, próxima a la izquierda socialista, publicó un estudio titulado ¿A dónde va el voto obrero?, comentando: «La oscilación de la derecha a la extrema derecha del voto obrero, en Francia, es una realidad incuestionable. Muy alejado del voto de protesta que en otro tiempo encarnaba Jean-Marie Le Pen, el voto del FN se ha convertido en un voto “a favor de". De ahí las buenas perspectivas de la extrema derecha ante las elecciones municipales. Lejos de oscilar entre la extrema izquierda y la extrema derecha, el voto obrero se ha radicalizado a la derecha de la derecha».

Jean-Philippe Hulein, autor del estudio de la fundación Jean Jaurés, resume de este modo el histórico giro hacia la extrema derecha de los obreros franceses: «La ascensión del voto y las inclinaciones hacia la extrema derecha de los obreros traduce una demanda de protección que no ofrecen los partidos políticos tradicionales. No es de extrañar que Marine Le Pen continúe creciendo en esos círculos obreros víctimas de la crisis».

Olivier Duhamel, especialista en Derecho constitucional, próximo intelectualmente a la izquierda socialista, comenta la ascensión política de la extrema derecha: «El FN tiene un dominio absoluto del voto obrero francés. Apenas un 10 % de los obreros tiene buena opinión de Hollande. Algo alucinante. Todo indica que esa tendencia está muy presente en el voto de estas elecciones municipales».

Marine Le Pen, líder del primer partido obrero francés

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