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seis meses para el referéndum (I)

Escocia enfila la vía «autonómica»

A seis meses de la consulta, los partidos británicos ofrecen a los votantes escoceses nuevas transferencias de competencias para animarles a evitar la escisión que propugna el nacionalismo

Escocia enfila la vía «autonómica» reuters

borja bergareche

Tras meses de civilizado debate de ideas y agrio intercambio de datos y estadísticas sobre las implicaciones de la independencia, los escoceses ya conocen la verdadera disyuntiva que encerrarán las papeletas de voto en el referéndum convocado para el próximo 18 de septiembre. A seis meses de la consulta, los grandes partidos británicos se han decidido por fin a desvelar la alternativa a la secesión que proponen a quienes voten «No» a la independencia .

Y, a la luz de lo anunciado esta semana por los líderes de las formaciones nacionales, el futuro tiene la prosaica forma de una nueva oleada de «devolución» o transferencias de competencias al Parlamento escocés, no muy diferente en esencia –más allá de las diferencias históricas y terminológicas– al proceso de descentralización política de la España democrática.

«Votar por el "No" no es votar por que nada cambie», dijo Cameron el viernesEl viernes, el primer ministro conservador, David Cameron, anunció que su formación –minoritaria en Escocia con el 13,9% de los votos en las elecciones regionales de 2011– defiende atribuir «mayores responsabilidades al Parlamento escocés para que recaude una parte mayor del dinero que gasta». Durante la convención del Partido Conservador escocés, celebrada este fin de semana, el «premier» criticó que «los nacionalistas quieren hacer creer a la gente que hasta aquí ha llegado la devolución de poderes, que hay que separarse o quedarse atascados con el statu quo».

Propuesta conservadora, en mayo

Y explicó que «eso es falso, quiero ser muy claro, votar por el "No" [a la independencia] no es votar por que nada cambie». Los conservadores no desvelarán qué competencias concretas proponen transferir a Escocia hasta que se publique en mayo el informe que han solicitado a una comisión interna presidida por el influyente «tory» Lord Strathclyde. En la actualidad, el Parlamento autonómico escocés, establecido en 1999, tiene competencias legislativas sobre el 12%.

Una reforma «autonómica» aprobada en 2012 elevará ese porcentaje de «soberanía» fiscal al 16% en 2016, muy lejos todavía del 100% de competencias que tienen, por ejemplo, las diputaciones forales vascas. Ahora, se espera que los partidos nacionales británicos propongan ir mucho más allá durante la nueva legislatura que surja de las elecciones de 2015. Unos comicios a los que llegarán con propuestas concretas en sus programas de profundización en el autogobierno escocés.

Los socios liberales de Cameron, tradicionales defensores del autogobierno para las «naciones hermanas» del Reino Unido, son quienes van más lejos. Según un informe presentado esta semana por Sir Menzies Campbell, uno de los líderes del partido que preside Nick Clegg, quieren transferir a Escocia el control del 60% del gasto público, «en lo que veo como un primer paso hacia un Reino Unido federal», dijo Campbell.

«Será algo más parecido a España que a Suiza», explica un experto escocésPero son pocos los que creen en una gran reforma constitucional en clave federal en Gran Bretaña. «Será una nueva oleada de autogobierno, no un movimiento hacia el federalismo, será algo más parecido a España que a Suiza», explica a ABC Adam Tomkins , profesor de Derecho en la Universidad de Glasgow, y contrario a la independencia de Escocia. «El federalismo no es ni deseable ni posible porque la Constitución del Reino Unido establece una unión, un modelo de Estado que no es ni unitario como Francia ni federal como Alemania; es un modelo muy poco común», añade.

Es verdad que el lenguaje y la tradición constitucional en Gran Bretaña son muy diferentes a la situación en España. Todos, incluidos Cameron y Nick Clegg, hablan de «naciones hermanas» para referirse a Escocia, a Gales o a Inglaterra. Junto a Irlanda del Norte, son las naciones culturales y políticas que constituyen la unión sobre la que reina Isabel II.

De hecho, fue el propio primer ministro británico el que viajó a Edimburgo para acordar con el presidente escocés, el nacionalista Alex Salmond , las condiciones de ejercicio de la cesión temporal de la competencia de convocar referendos que ha hecho el Parlamento de Westminster (Londres) al de Holyrood (Edimburgo). En esas discusiones, el gobierno británico rechazó la demanda nacionalista de incluir una segunda pregunta sobre el deseo de un mayor autogobierno.

«¿Debería Escocia ser un país independiente?»

La pregunta será única: «¿Debería Escocia ser un país independiente?». La estrategia era clara. Los partidos nacionales han intentado arrinconar a Salmond en la defensa de la secesión para ocupar ellos el espacio «autonomista», mayoritario en Escocia. «Los escoceses se sitúan de forma mayoritaria a favor de una devolución máxima de poderes», nos explica el profesor Charlie Jeffery , de la universidad de Edimburgo.

Según las encuestas, un 60-70% de los escoceses quiere un mayor autogobierno, y la mayoría de ellos simpatiza con la fórmula denominada como «devo-max», que inscribe todas las competencias legislativas y fiscales en el parlamento regional con excepción de Defensa, Asuntos Exteriores y la moneda.

Los laboristas, por su parte, no van tan lejos. El exprimer ministro Gordon Brown ha presentado esta semana en Glasgow una propuesta de reforma constitucional para convertir «el Estado unitario y centralizado del pasado en una alianza de iguales en la que el poder esté compartido», y plantear un «nuevo acuerdo de reparto fiscal» que permita al Parlamento escocés tener competencias legislativas sobre el 40% del gasto público.

Los detalles concretos de la oferta laborista a quienes voten «No» dentro de seis meses se conocerán esta misma semana, durante la convención del laborismo escocés. Pero Brown ha aclarado ya que su nueva ola descentralizadora tendría límites: el impuesto de sociedades y las cargas sociales (National Insurance) no deberían ser transferidas a las regiones para evitar una «carrera a la baja» entre los distintos territorios de la unión.

Los sondeos hasta la fecha asignan un 32-37% de apoyo a la independencia, siempre entre diez y quince puntos por detrás de quienes prefieren seguir en el Reino Unido. Un Estado de una admirable solidez democrática que, de mantenerse ese resultado, reconducirá a la tranquila senda del autogobierno el ruidoso desvío de la secesión.

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