Portazo común de los grandes partidos británicos a la «unión esterlina» de Salmond
«Si Escocia sale del Reino Unido, sale también de la libra», ha dicho en Edimburgo el ministro de Finanzas, George osborne, en un contundente mensaje secundado por aboristas y liberales

Los tres grandes partidos británicos han escenificado este jueves, cada uno por su lado, un significativo portazo común a los planes del nacionalismo escocés de seguir usando la libra esterlina si gana el «Sí» a la independencia en el referéndum previsto para el próximo 18 de septiembre. «Si Escocia sale del Reino Unido, sale de la libra», ha advertido esta mañana el ministro de Finanzas, George Osborne, en el discurso más contundente lanzado hasta la fecha por el gobierno de Londres sobre las consecuencias de la secesión.
La oposición laborista y los socios liberales de Cameron han acordado con el Ejecutivo que, gobierne quien gobierne tras las elecciones generales de mayo de 2015, Londres cerrará la puerta a la unión monetaria que predica el presidente escocés, Alex Salmond. Los partidos nacionales han decidido así elevar el tono de la confrontación con el proyecto independentista de Alex Salmond, que promete a los escoceses una continuidad monetaria en caso de separación que queda ahora seriamente cuestionada por la firmeza mostrada por las tres grandes formaciones unionistas.
«La libra no puede dividirse tras una secesión como una colección de CDs», advierte Osborne «La libra no es un activo que pueda dividirse entre dos países después de una secesión como una colección de CDs», ha afirmado Osborne en su discurso en Edimburgo. El nacionalismo defiende, por el contrario, que la moneda es un «activo compartido» del que serían igualmente propietarios los escoceses y el resto de habitantes del Reino Unido. Hasta ahora, el gobierno central calificaba la posibilidad de establecer una unión monetaria como « muy poco probable ». Desde hoy, la dan por imposible.
«No hay ninguna razón legal que obligue al Reino Unido a compartir su moneda con Escocia», ha dicho Osborne. «Así que cuando los nacionalistas dicen que la libra es tan suya como del resto del Reino Unido, ¿de verdad están diciendo que una Escocia independiente podría insistir en que los contribuyentes de un país que acaban de abandonar mediante votación deben seguir garantizando la moneda de este nuevo país extranjero?», se ha preguntado el canciller retóricamente. Y ha seguido.
«Es claramente absurdo»
«¿[De verdad están diciendo que] deben considerar las circunstancias de ese país extranjero cuando establecen sus tipos de interés? ¿Que deben apoyar a los bancos de ese país extranjero como prestamista de último recurso? ¿O apoyar a ese gobierno extranjero cuando necesite apoyo con el gasto público?». Su respuesta: «Es claramente absurdo». Según ha defendido Osborne, los requisitos para una unión esterlina serían tan exigentes a uno y otro lado de la hipotética nueva frontera que compartir la moneda sería inaceptable para ambos gobiernos.
El mes pasado, el propio gobernador del Banco de Inglaterra, el canadiense Mark Carney, advertía de la sustancial «cesión de competencias» económicas y fiscales que el mantenimiento de la libra supondría para una Escocia soberana. Un análisis que, según destacaba Osborne este miércoles en el parlamento, «destruye» las pretensiones de Salmond de seguir utilizando la libra, en lugar de tener que crear una moneda propia o recurrir al euro.
«Creo que sería muy difícil justificar una unión monetaria post-independencia», dijo ayer el propio Cameron en Los Comunes. Las esperadas declaraciones de Osborne constituyen la primera negación tajante del gobierno de Londres a la opción preferida por el nacionalismo escocés de mantener el paraguas de la libra, y del Banco de Inglaterra como prestamista de último recurso, en caso de separarse. Y, más significativo aún, es que su mensaje ha tenido un eco inmediato en sus socios liberales y en la oposición.
El responsable del Tesoro, el liberal Danny Alexander, ha presentado esta misma mañana un nuevo análisis del gobierno sobre las implicaciones y los riesgos «inaceptables» que plantearía una unión monetaria [puedes consultar aquí el informe]. «Como escocés y como liberal al frente del Tesoro, no podría recomendar una unión monetaria al pueblo escocés y mi partido no podría aceptar una propuesta así», ha defendido Alexander, que ha recomendado al nacionalismo escocés que busque alternativas. «No es un farol, ni es intimidar, es una constatación de los hechos», ha advertido.
Se espera que hoy también el portavoz económico laborista, Ed Balls, anuncie mediante un comunicado el compromiso de su partido de no compartir la moneda si la formación que lidera Ed Miliband se hiciera con las riendas del gobierno en 2015. El mes pasado, Balls ya defendió que «la única manera de que Escocia tenga la libra garantizada es quedándose en el Reino Unido».
Dique unionista en materia monetaria
A falta de siete meses para la consulta, los últimos sondeos indican una leve progresión del apoyo a la secesión, que habría reducido la ventaja de veinte puntos que las encuestas daban al «No» en septiembre a entre siete y doce puntos. En este clima, la vicepresidenta escocesa Nicola Sturgeon acusa a los partidos nacionales de «intimidar» a los escoceses y de actuar guiados por un «pánico chapucero». «Cuando Escocia decida ser independiente, ya veremos qué es lo mejor para los intereses de Escocia y del resto del Reino Unido, hay muchas razones prácticas y contundentes para seguir usando la misma moneda», ha dicho esta mañana en la BBC.
El gobierno escocés amenaza con no asumir su parte de la deuda británicaSegún Sturgeon, la ruptura monetaria «costaría cientos de millones a las empresas británicas y dejaría un agujero enorme en la balanza de pagos». Pero no se queda ahí. La «número dos» de Salmond y auténtica «dama fuerte» de la causa independentista advierte que una Escocia soberana podría negarse al pago de su parte de la deuda pública británica. Con el 8,3% de la población británica, Escocia representa el 8,2% de los ingresos fiscales y el 9,3% del gasto público.
Con sus declaraciones de ayer, Sturgeon golpea también donde más duele a Londres. El temor a que la incertidumbre política lleve a los mercados a castigar la deuda británica llevó al gobierno de Cameron a aclarar en enero que, ante una hipotética secesión, el Reino Unido asumía «en todas las circunstancias» las garantías por el total de la deuda del país, que asciende a unos 1,7 billones de euros. El mensaje fue recibido con júbilo en las filas nacionalistas, al percibirlo como una validación tácita de la posibilidad de la independencia.
La batalla por el futuro político de Escocia es, cada vez más, una guerra por el bolsillo de los escoceses. La semana pasada, voces importantes del ámbito empresarial y financiero escocés advertían de los riesgos económicos de la secesión. El consejero delegado de la petrolera BP, por ejemplo, advertía de su preocupación por los costes añadidos que supondría para su empresa y por los «problemas prácticos» que genera la «incertidumbre en torno a la moneda», dijo. El ministro de Industria, Vince Cable, defendió que el Royal Bank of Scotland (RBS) –del que el Estado tiene aún un 81% tras su nacionalización en 2009– debería trasladarse a Londres en caso de separarse.
Sin embargo, otros ejecutivos de RBS o de Lloyds, así como empresarios y financieros citados estos días, defienden que la secesión no traería consecuencias catastróficas. Un sondeo publicado esta misma semana por la BBC corroboraba, en cualquier caso, la centralidad de la cuestión económica al concluir que la economía, las pensiones y el Estado del bienestar son, en ese orden, las cuestiones que más preocupan a los escoceses de cara a la consulta de septiembre.
Nuevo informe del Tesoro sobre la libra
En su estrategia para contener el movimiento independentista en Escocia, el gobierno británico se ha cuidado en todo momento de no calificar la secesión como algo imposible legal, política o económicamente. Al revés, el referéndum tendrá lugar tras una cesión de competencias pactada entre Londres y Edimburgo. El ejecutivo de conservadores y liberales que preside David Cameron ha preferido articular una contundente barrera de argumentos en forma detallados informes sobre las implicaciones de una separación en cuanto a la pertenencia a la UE, al estatus internacional o a la situación económica .
Una batalla de los datos y las ideas a la que el primer ministro quiso sumar los sentimientos el viernes con un llamamiento claro a los votantes escoceses: «No os vayáis». Hoy ha visto la luz un nuevo y exhaustivo estudio, elaborado por el departamento del Tesoro, que detalla las tres condiciones que exige una unión monetaria viable: garantías para los bancos a uno y otro lado de la frontera, subsidios de los contribuyentes de un lado a los del otro, y acuerdos vinculantes sobre política fiscal y niveles de gasto y de deuda. El informe advierte además que una Escocia independiente estaría más expuesta a la inestabilidad inherente en dos sectores clave para la economía escocesa, el financiero y el energético.
Una situación de cuasi-matrimonio después de un hipotético divorcio que sería difícil de digerir, según los argumentos que lanzará hoy Osborne, para unos y otros. Para los contribuyentes del resto del Reino Unido –que ya sufragaron un rescate en 2009 al Royal Bank of Scotland de 52.000 millones, el 200% del PIB escocés-, garantizar las cuentas de una nación escindida sería dinamita electoral. Desde el punto de vista del nacionalismo, separarse para ceder después semejantes niveles de soberanía fiscal y financiera sería, cuanto menos, una contradicción.
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