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Peligro y brutalidad: la llegada de los sirios a Europa pasa por Grecia

Nueve de cada diez personas que consiguen entrar en un país europeo sin papeles lo ha hecho a través de Turquía y el país heleno

Peligro y brutalidad: la llegada de los sirios a Europa pasa por Grecia

Begoña Castiella

Hace unos días toda Grecia se sobrecogió tras conocerse que una barcaza con 28 inmigrantes afganos y sirios provenientes de la cercana costa turca fue repelida por una patrullera de los guardacostas griegos. Era en la noche del domingo 19 y la embarcación se había estropeado. Los guardacostas comenzaron a remolcarla a gran velocidad, según ellos hacia el islote griego de Farmaconisi, pero según los sobrevivientes hacia las costas turcas. A medianoche había mucho viento, con lo que las mujeres y los niños estaban en la cabina de la barcaza y los hombres fuera.

Finalmente volcó y los guardacostas recogieron a los sobrevivientes, 19 en total. Ahogados: 12 mujeres y niños pequeños, cuyos cadáveres van siendo encontrados en la costa turca. La indignación y protesta ha sido general y la actuación de las autoridades muy criticadas, ya que se confirmaría el rumor de que para reducir la inmigración ilegal se emplea ahora violencia disuasoria arrastrando las embarcaciones de regreso a las costas turcas.

Finalmente el jefe de los guardacostas, vicealmirante Bandias, tuvo que pedir disculpas públicamente en el parlamento y se han abierto dos investigaciones oficiales sobre el caso. Pero la verdad sigue siendo la misma: Grecia es el primer país europeo para entrar irregularmente en la UE, 9 de cada 10 personas que consiguen entrar en un país europeo sin papeles lo ha hecho a través de Turquía y Grecia. Y ahora se han añadido los sirios que llegan por centenares desde Líbano y Turquía.

Un futuro mejor y familiares en Suecia

Mustafá, un ex policia del régimen de Hassad que además es cristiano ortodoxo, se ha visto obligado a huir ya que está amenazado por haber sido policía durante el regimen de Assad y por pertenecer a la comunidad cristiana ortodoxa. Malvive en Atenas con el dinero de una hermana que ya está residiendo en Suecia, país donde 1.500 sirios llegan a la semana desde hace muchos meses. Efectuó el viaje en avión desde Beirut hasta Estambul, pero le confiscaron el pasaporte las autoridades turcas.

Un traficante turco le llevó hasta la frontera con Grecia en Evros y cruzó con otras personas en una barquita de plástico hasta tierra griega. Luego andando hasta la ciudad de Alexandrúpolis donde fue detenido y pasó 3 días en un campo de acogida. Ahora tiene un documento de deportación y puede permanecer 6 meses en el país. Su hermana intentará que pueda llegar hasta Suecia.Su mujer y una niña de 9 años le esperan en Damasco con miedo porque también ellas peligran.

«Solo quiero paz y poder trabajar y reunirme con mi mujer y mi hija. Pero no había dinero para salir los tres». Ademas del billete de avión ya pagó 3.000 euros para viajar de Estambul a Grecia. Espera, mientras come a diario en el comedor de Cáritas Atenas. Quiere ir al médico y que le den zapatos, los suyos tienen agujeros.

Ahora por la frontera terrestre con Turquía en el norte del país, junto al río Evros, hay menos tráfico de refugiados y droga: las autoridades griegas instalaron una valla metálica muy alta, reforzaron las patrullas con 1.800 policías más y han aprendido a usar cámaras térmicas y a vigilar mejor gracias a Frontex.

La policía da cifras inferiores para 2013 que los años anteriores: se registraron en total menos de 40.000 detenidos en los once meses del 2013 comparados con 73.976 del año anterior, pero se trata de los que fueron «pillados» por la policía. Los demás pasaron e intentan seguir su viaje a otros países.

Por las islas es más fácil

Desde muchas islas griegas se pueden ver las luces de las casas turcas: los traficantes saben qué días y horas son mejores para hacer que sus clientes pasen a territorio europeo sabiendo que Grecia es ahora únicamente un país de tránsito. Según el viento, el oleaje y cuantas personas se encuentran en los distintos centros de acogida (que son en realidad centros de detención), hacen que sus clientes atraviesen el mar.

«Mi mujer se ahogó en el viaje. Ahora estamos esperando ayuda, pero no sé de quien» dice Abib, un obrero de la construcción que con sus trillizos que busca ayuda para ir a otro país. Ha oído de la violencia y los golpes en los arrestos, sobre todo si se trata de las fuerzas especiales de los guardacostas, con fama y mentalidad de «rambos» incontrolados y consignas nunca escritas de «ser disuasorios».

Asir, que consiguió que su mujer llegara a Suecia (sin dar detalles sobre su viaje) espera que pueda reclamarle a él y a sus dos hijos, que andan algo perdidos con tantos cambios y sin su madre.«En mi país era ingeniero», comenta educadamente en inglés. No pierde la calma pero se le acaba el dinero…

Suecia acepta cada semana a unos 1.500 sirios a los que rápidamente se les busca casa, se les cubre los gastos básicos, se les da clases y posteriormente un trabajo.En Grecia no hay nada para ellos, salvo centros de acogida o de detención esperando ser repatriados, algo que en el caso de los sirios no tendría sentido. Sencillamente ahora de ser arrestados se quedan poco tiempo en los centros de acogida y tienen seis meses para abandonar el país.

Denuncias por violencia

Los expertos son tajantes: las cosas han mejorado en Grecia reduciéndose el número de inmigrantes ilegales y ha mejorado el proceso para solicitar asilo político. Ya no hay tantos ataques racistas (los partidarios de Amanecer Dorado, los neonazis xenófobos, están ahora quietos mientras que sus líderes están en la cárcel esperando juicio por participar en un grupo criminal) ni hay tantos africanos vendiendo por la calle. Se han registrado muchos regresos voluntarios, sobre todo de asiáticos que están perdiendo sus trabajos legales, y los demás intentan salir del país hacia Italia. Viaje caro y peligroso.

Pero los detallados informes del Consejo de Europa, de Amnistía Internacional y de la organización Pro-Asyl denuncian con datos concretos ataques brutales, violencia, amenazas, violaciones por parte de las autoridades fronterizas, de los guardacostas y de muchos policías hacia los inmigrantes irregulares, ya sea por razones económicas o huyendo de guerras y conflictos como los sirios.

Las autoridades helenas, ahora con la presidencia rotatoria, quieren conseguir que los demás países europeos se comprometan a compartir el peso de estos refugiados y no se limiten a «devolverlos» con el Tratado Dublín II a Grecia, que intenta que pasen a Turquía. Una pesadilla mediterránea.

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