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Ser emprendedor en zona de conflicto

Ahmed Jama, propietario de uno de los restaurantes más populares (y estigmatizados por el terrorismo) de Somalia, narra a ABC su cruzada

EDUARDO S. MOLANO

Es el 7 de septiembre de 2013. La hora de comer. Como cada día, el popular establecimiento «The Village» , de la capital de Somalia, Mogadiscio, se encuentra repleto de gente. Su fama culinaria recorre las calles del distrito de Hamarweyne, apenas a un kilómetro del palacio presidencial.

Aunque hoy no es un día cualquiera. Enmarcado entre el bullicio del comedor, un terrorista suicida detona su cinturón de explosivos. Otros dos lo harán en el exterior, tras freír la zona de disparos. Veinte clientes yacen muertos.

En 2008, el cocinero Ahmed Jama tuvo una idea: regresar a su Mogadiscio natal para montar un restaurante . Su familia pensó que estaba chiflado. Dos décadas atrás Jama había llegado a Reino Unido, donde ahora era un honrado propietario de un restaurante: también llamado «The Village», pero esta vez en el barrio londinense de Hammersmith.

Sin embargo, Jama dejó a su mujer y tres hijos en su patria adquirida y tiró para Somalia. En abril de 2009 abría su nuevo local.

« Me considero un activista . Intento inspirar a la gente que hay otra forma de vida y dar esperanza», destaca a ABC el propietario de uno de los restaurantes más conocidos del país.

Sus problemas no son pocos. En apenas cinco años, ha sufrido tres atentados por parte de la milicia islamista de Al Shabab, considerada la rama de Al Qaida en la región. Que su restaurante sea centro de reunión de buena parte de los periodistas y políticos locales tampoco es que ayude demasiado. ¿Las razones? Delicatessen como curry de camarones y, quizá, algunos de los mejores pasteles de la ciudad.

«La comida que puedes encontrar en Somalia es similar a la española: todos es fresco. Desde los vegetales al pescado», destaca Jama.

Como recuerda el emprendedor, miembros de la diáspora somalí «cada vez están regresando en mayor número» por lo que espera que la situación «vaya a mejor». Mientras, con orgullo, narra la apertura de un nuevo hotel en la ciudad de Hobyo, controlada hasta hace algún tiempo por la piratería que asuela las aguas del Índico.

Jama pertenece a la noble estirpe de emprendedores que luchan por sacar adelante a Somalia . Como Mohamed Mahamoud Sheik, quien abrió la primera compañía de limpieza en seco de Somalia, tras comprobar que buena parte de los políticos (presidente incluido) llevaban sus trajes al exterior para su cuidado. O la doctora Aisha Omar, quien lideró una iniciativa para la reapertura del mítico Hospital Martini de Mogadiscio.

Laboratorios de ideas

Las cosas parecen cambiar rápidamente. Ya el pasado año, echó a andar el considerado primer «think tank» de la historia de Somalia. Un hecho significativo que demostraba cómo el Estado africano, vilipendiado por más de dos décadas de conflicto, comienza a decidir ya su futuro de forma autónoma.

«El objetivo del Heritage Institute for Policy Studies [nombre del comité de expertos] es contribuir a la política pública mediante la realización de investigaciones rigurosas y análisis informados», asegura entonces a este diario Abdirashid Hashi, vicedirector del proyecto y antiguo ministro del país. Para el analista, este nuevo instituto de investigación debía ayudar a Somalia a superar su autoinflingida culpa sobre la situación política del Estado, tras décadas de intromisiones externas.

Desde entonces, la organización cuenta con algunas de las mentes más destacadas de la región; como en el caso de su director, el conocido periodista local Abdi Aynte.

Porque del estómago a la cabeza, Somalia comienza a contar su propia historia.

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