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Los cadáveres en el armario de Ruanda

La muerte esta semana de Patrick Karegeya, exlíder de la Inteligencia del país africano, vuelve a extender la duda sobre la suerte de los opositores del Gobierno de Kigali

Los cadáveres en el armario de Ruanda afp

EDUARDO S. MOLANO

Karegeya, un antiguo aliado del presidente Paul Kagame hasta su caída en desgracia, fue encontrado estrangulado en un hotel de Johannesburgo (Sudáfrica), donde vivía exiliado desde 2007. En este sentido, Theogene Rudasingwa, coordinador del partido opositor Congreso Nacional Ruandés describió el crimen como un asesinato que se ajusta al patrón de ataques contra prominentes disidentes del mandatario.

«Al matar a sus oponentes, el régimen de Kigali busca intimidar y silenciar a la gente de Ruanda», aseguraba en un comunicado el opositor Rudasingwa, ex embajador en Estados Unidos.

Y cadáveres en el armario no parecen faltar. En 1996, Seth Sendashonga, antiguo ministro del interior, era tiroteado en la capital de Kenia, Nairobi, junto al empresario Augustin Bugirimfura. También en la capital keniana sería asesinado en 1998 Theoneste Lizinde, de la inteligencia ruandesa pre-genocidio.

Algunos, eso sí, más recientes. En junio de 2010, el ex jefe del Ejército de Ruanda Faustin Kayumba Nyamwasa, sufría un intento de asesinato mientras conducía de regreso a su residencia de Johannesburgo. El ex general (a quien la Justicia francesa acusa del derribo, en 1994, del avión que transportaba al ex mandatario ruandés Juvenal Habyarimana, hecho desencadenante del posterior genocidio que asoló la región, así como del asesinato de cerca de 2.500 refugiados hutus en República Democrática del Congo) recibió un disparo en el estómago. Posteriormente, los servicios de Inteligencia sudafricanos frustrarían un nuevo ataque en el hospital. Entonces, el otrora líder del Ejército acusó directamente al presidente ruandés (y antiguo aliado), Paul Kagame, de planificar su deceso.

No en vano, la relación entre Nyamwasa y el mandatario africano se había agriado en los últimos años tras las críticas explicitas del primero contra la prácticas dictatoriales del régimen.

De hecho, y poco antes de iniciar su exilio dorado en Sudáfrica, el Gobierno de Kigali ya vinculaba a Nyamwasa con una serie de ataques terroristas en la capital del país.

Subvenciones rebeldes

No obstante, ésta no es la única polémica internacional que salpica al régimen Kagame. En noviembre de 2012, un informe confidencial de Naciones Unidas acusaba a James Kabarebe, ministro de Defensa ruandés, de «comandar» a los rebeldes del M23 que se encontraban amotinados al este del Congo. De igual modo, el documento aseguraba que sus tropas proporcionaron apoyo armamentístico a los sublevados.

A principios de abril de ese año, decenas de excombatientes de la milicia tutsi Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo desertaron de las fuerzas estatales (a las que se habían incorporado mediante los acuerdos del 23 de marzo de 2009), y generaron un nuevo movimiento denominado M23, precisamente en honor a esta histórica fecha.

¿El castigo internacional hacia Ruanda por estos presuntos crímenes? Un puesto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como miembro no permanente.

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