El sueño del Gran Kurdistán busca otra oportunidad

Presididos por un radiante Masoud Barzani, el líder kurdo del norte de Irak que gobierna un cuasi-estado independiente de esa etnia, representantes de 39 partidos kurdos de Turquía, Irak, Siria e Irán se reunieron esta semana para tratar de limar diferencias ideológicas y de personalismos con la vista puesta en su viejo anhelo de crear un Estado propio.

El encuentro celebrado en Arbil, la capital del Kurdistán iraquí, produjo como único resultado la convocatoria -sin fecha aún- de un congreso mundial kurdo, en el que se fijará una “estrategia común” para la creación en su momento del llamado Gran Kurdistán. Los participantes subrayaron la importancia de aprovechar la agitación que vive el mundo árabe desde la irrupción de la Primavera Arabe para relanzar el gran sueño kurdo de tener un estado étnico.

En términos políticos, los kurdos disfrutan hoy de una situación histórica muy ventajosa. La región autónoma del Kurdistán iraquí goza de prosperidad económica gracias al petróleo y se mantiene relativamente al margen de la violencia sectaria del resto de Irak. En Siria, la guerra civil ha permitido por primera vez a su minoría kurda contar con cierta autonomía. Y en Turquía, después de décadas de lucha abierta, los kurdos negocian con Ankara la paz a cambio del reconocimiento de ciertos derechos . Sólo en Irán su suerte sigue invariable.

Históricamente, los kurdos han culpado de su infortunio a la división geopolítica de fronteras hecha por las potencias coloniales. Pero lo cierto es que las divisiones internas han socavado continuamente sus intentos nacionalistas; liberales o marxistas, laicos e islamistas, partidarios de la lucha política o de la terrorista (como el PKK), siempre fueron sus propios antagonismos los que dificultaron la realización de la utopía kurda.