¿Cómo se recluta a un islamista?
Las milicias africanas de Al Shabab y Boko Haram ejemplifican el «modus operandi» llevado a cabo por el nuevo terrorismo: redes sociales y promesas económicas
![¿Cómo se recluta a un islamista?](https://s3.abcstatics.com/Media/201304/23/africa-grupo-radical--644x362.jpg)
Al Shabab y Boko Haram . Dos grupos radicales que, en la última década, han visto cómo su sangriento legado caminaba de forma paralela al número de simpatizantes. En el primer caso, la milicia somalí, el éxito del grupo parecía «justificado»: En los últimos tiempos, el desgobierno del país africano ha derivado en la radicalización de ciertos sectores de la sociedad. Aunque ahora, el contagio también se extiende al exterior.
A mediados del pasado año, un informe del Grupo de Vigilancia de las Naciones Unidas sobre Somalia ya denunciaba el reclutamiento masivo llevado a cabo por el centro islámico «Consejo de la Juventud Musulmana (MYC)» en los asentamientos populares de la capital de Kenia, Nairobi.
Como asegura a ABC el analista local Abdihakim Haji, la organización basaba su éxito en dos premisas.
Por un lado, la «depresión social de la región», caso de la localidad de Garissa, en la frontera entre Kenia y Somalia, que cuenta con un 90% de desempleo juvenil. De igual modo, para el experto, se uniría otra variante: «la promesa económica».
Las cifras no dejan lugar a la duda. Durante los meses más fructíferos de la milicia (ahora, tras la toma de su enclave estratégico de Kismayo, el grupo sufre un serio varapalo económico ), Al Shabab llegó a ofrecer hasta 350 euros mensuales a sus nuevos miembros. En un país como Somalia, con una renta per capita no superior a los 500 euros anuales.
Al Shabab ofreció hasta 350 euros mensuales a sus nuevos miembros
Por ello, no resulta extraño que las raíces del reclutamiento de Al Shabab en su vecina Kenia tengan origen en los barrios más deprimidos de Nairobi y Mombasa.
Éste es el caso del asentamiento de Majengo, donde los esfuerzos por la captación de simpatizantes han sido dirigidos históricamente por el carismático predicador Ahmed Iman Ali.
Sin embargo, la utilización de plataformas tradicionales como mezquitas o escuelas para la gestación de nuevos islamistas camina siempre de forma paralela a las nuevas tecnologías.
El pasado mes de enero, la cuenta de Twitter de la milicia somalí era suspendida por la amplia difusión de mensajes pro islamistas en ella (finalmente fue reabierta poco tiempo después).
El origen de esta relación con el servicio «microblogging» por parte de Al Shabab -donde se suceden los guiños a los nuevos simpatizantes- se remonta a diciembre de 2011, tan solo dos meses después de que tropas del Ejército de Kenia se adentraran 100 kilómetros en Somalia , como medida de castigo a los últimos secuestros de extranjeros protagonizados en la frontera.
No es el único caso. En los últimos tres años, Al Kataib (considerado el gabinete de Prensa del grupo rebelde) relata casi a diario las andanzas del grupo terrorista en las redes sociales.
Éxitos musicales
Y en ocasiones, hasta a ritmo de rap. En 2010, Abu Mansour al Amriki -de origen estadounidense y uno de los comandantes de mayor renombre del grupo-, publicaba la canción «Vamos a golpear a Estados Unidos hasta que se arrodille». Al año siguiente, le seguirían otros dos éxitos dentro de los foros islamistas: «Envíame una bomba de crucero» y «Haz la yihad conmigo».
Pese a ello, recientemente, Amriki aseguraba en un vídeo temer por su vida ante las desavenencias con la cúpula militar sobre la interpretación de la ley islámica. Desde entonces se desconoce el paradero de este militante.
Pero si en Somalia la captación de nuevos jóvenes islamistas hacia las filas de Al Shabab se gestiona mediante técnicas donde confluyen tradición y modernidad, en Nigeria, la senda del nuevo terrorismo sufre un proceso paralelo.
Su canción decía: «Envíame una bomba de crucero»
Para Jacob Zenn, analista del «think tank» The Jamestown Foundation, las estrategias reclutadoras de Boko Haram se desarrollan a cuatro niveles: Incentivos financieros, parentesco (muchos de los nuevos afiliados están relacionados con miembros del grupo primigenio), reconducción del histórico conflicto religioso y radicalización de los líderes (caso de Ibrahim Datti Ahmed, quien provocó una sangrienta campaña contra los efectivos sanitarios del país).
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