El alcalde de Miami: «¿Por qué en Venezuela no hay observadores internacionales?»

Tomás P. Regalado, de visita en Madrid, repasa en una entrevista los comicios venezolanos, la realidad de Cuba y la política migratoria en Estados Unidos

El alcalde de Miami: «¿Por qué en Venezuela no hay observadores internacionales?» BELÉN DÍAZ

manuel trillo

Cubano de nacimiento, se considera alcalde de «la ciudad latinoamericana más cercana a Estados Unidos»: Miami. Tras participar en la Tribuna Efe-Casa de América , organizada en Madrid en colaboración con la Fundación Ortega y Gasset-Marañón, Tomás P. Regalado charló con un reducido grupo de periodistas sobre las inminentes elecciones en Venezuela, el presente y futuro de Cuba y la política migratoria en Estados Unidos.

-Si en estas elecciones continúa el chavismo en Venezuela, ¿esperan una crisis migratoria?

-No vemos una crisis migratoria venezolana, simplemente porque los Estados Unidos no lo van a permitir, no por la voluntad de ellos de irse. EE.UU. tiene ahora mismo mecanismos que no permiten un éxodo masivo al estilo de Mariel, de la crisis de los balseros o el éxodo haitiano...

-En su conferencia ha dado por hecho que Henrique Capriles ganará, pero no llegará a gobernar...

-Sí, si uno ve las manifestaciones que ha logrado generar Capriles, piensa que tiene sintonía con la mayoría de los votantes. Pero hay tantas historias donde se ha podido complicar este proceso de emitir y contar los votos , en el que está involucrado el gobierno cubano, que uno duda de que pueda gobernar. Además, con la ausencia de observadores extranjeros, que es básico. ¿Por qué no en Venezuela, si en todos los países hay observadores internacionales? Yo estuve en la elección de Violeta Chamorro en Nicaragua y había observadores de la OEA que rompían puertas de colegios cerrados.

«EE.UU. no permitirá una crisis migratoria venezolana»

-En cuanto a Cuba, ¿no tiene esperanzas de que caiga el régimen a menos que mueran sus dirigentes?

-Es un problema biológico. Si no es Fidel, es Raúl, que promete que se va a jubilar, pero de aquí a cinco años, va una vida para los cubanos. Además, la gente ya no pone atención a las promesas, porque no han cumplido ninguna. No hay ninguna señal que permita suponer que pueda haber una apertura real en Cuba, en el orden económico y mucho menos en el político. La reforma migratoria que hicieron es un mito para lograr expulsar disidentes. Prefieren expulsar disidentes a lidiar con ellos en el país, porque son muy persistentes. Por eso uno ha perdido la esperanza de una reforma real y de que Cuba se encamine hacia un cambio democrático sin ningún tipo de violencia, de resistencia por los que están aferrrados al poder.

-Y cuando ese problema biológico se solucione, ¿qué ocurrirá?

-Entonces, la apuesta democrática sí tendrá alguna posibilidad, porque habrá una figura que cohesione al sistema político. Ojalá Cuba no sea como Corea del Norte, con el hijo y el nieto... Cuando el pueblo cubano vea que los Castro han desaparecido de la escena, quizá retomen seriamente la democracia. Los cubanos en el exterior no pretendemos siquiera gravitar sobre quién debe gobernar Cuba. Eso es una cosa de los que lo han sufrido. Los cubanos en el exterior deben servir para llevar negocios, dinero.

—Dada la situación de miseria, tiene sentido el embargo?

—El régimen le llama bloqueo, pero es un bloqueo sui generis. Los turistas tienen acceso a Coca-Cola y comen bistecs de Nebraska, porque Cuba compra en EE.UU. siempre que lo haga en efectivo. El levantamiento del embargo significaría otorgarle crédito a Cuba, que es lo que busca. Recuerdo una vez que reportaba las noticias hace muchos años: Cuba pagó a España unos barcos para la flota del Atlántico con caramelos. Es un gobierno muy inestable desde el punto de vista económico. Algunos dicen que levantar el embargo es quitarle la bandera al régimen. Yo no lo creo. El embargo, como tal, no es un obstáculo para el comercio, sino una declaración político de Estados Unidos hasta que no haya algún tipo de libertades. Nada justifica que los EE.UU. levanten ese embargo y la comunidad cubana es mayoritariamente partidaria de que no se levante, porque sería una bofetada moral.

«Le llaman bloqueo, pero los turistas en Cuba beben Coca-Cola»

—Ha hablado usted de inmigración. ¿Como cree que quedará y cómo cree que debería quedar la legislación de inmigración en EE.UU.?

—Cómo quedará sólo Dios lo sabe, ni siquiera los senadores. Cómo debería, sería dar a esas personas que están en el limbo [doce millones] la posibilidad de ajustar su estatus y que se les ofreciera un camino a la ciudadanía. Este es el punto más controversial. Hay muchos en EE.UU. que todavía se resisten a que uno que no luzca igual que ellos se convierta en ciudadanos del país. Los que vinimos antes tuvimos la opción, eso es lo que ha dado a los cubanos el poder político a nivel nacional. Si nosotros en Miami pudiéramos normalizar el estatus de muchas presonas ilegales, podrían no estar escondidas, trabajando ilegalmente, estarían pagando impuestos. Si chocan, los tenemos que transportar al hospital; si echan basura, la recogemos...

—Habla de dificultades para muchos nortamericanos para admitir a los que no son como ellos...

—Esos mismos norteamericanos, sus abuelos o tatarabuelos, vinieron de alguna parte. No hay muchos descendientes de navajos o apaches, todo el mundo desciende de alguien europeo: irlandés, alemán, italiano, judío... Tal vez los tatarabuelos de los congresistas que están votando no hablaban inglés. Es una realidad.

«Si se normalizara a los ilegales, pagarían impuestos»

—¿Ve la diversidad como un activo económico de EE.UU.? ¿Las ciudades con más mezcla están en mejor posición?

—Definitivamente. Los inmigrantes hacen trabajos que a veces los nativos no quieren. Precisamente por el incentivo del sueño americano, trabajan el doble, generan más horas de productividad que otras que tienen cierta complacencia. Es un mito que le quitan el trabajo a los americanos. Pero aportan a medias: si se normalizaran, pagarían impuestos, licencias. Ahora solo recibimos de forma marginal por los impuestos a la venta. Para comprar no se pide pasaporte. Pero son migajas comparado con lo que se podría recibir si esta gente se ajutara a su procso migratorio.

El alcalde de Miami: «¿Por qué en Venezuela no hay observadores internacionales?»

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