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Adamiya, bastión de la resistencia suní contra el nuevo Irak

La secta rival de los chiíes mantiene desde hace tres meses protestas semanales contra el poder central al que acusa de sectario

Adamiya, bastión de la resistencia suní contra el nuevo Irak mikel ayestaran

mikel ayestaran

Adamiya no parece parte de Irak. En este barrio del este de Bagdad los ciudadanos no reconocen al Gobierno y se sienten presos de las fuerzas de seguridad. Adamiya es uno de los bastiones suníes en la capital y sede de la mezquita Abu Hanifa, la más importante para esta secta en Irak, un símbolo religioso que debido a la contundencia de las protestas las autoridades decidieron cerrar el viernes 8 de marzo «por motivos de seguridad». Cinco religiosos fueron detenidos y el jeque Ahmad Hasan Taher, máxima autoridad religiosa, no oculta su enfado porque «esto ocurrió una vez hace 700 años, nunca más. Con estas medidas demuestran que son peores que Sadam. Durante la dictadura si no te metías en política te dejaban en paz, ahora no puedes ni rezar. No solo estamos al margen, sino que nos excluyen. En su Constitución se habla de derecho a manifestarse, pero eso no nos incluye a nosotros».

El malestar del jeque, que en más de una hora de entrevista no pronuncia la palabra ‘chií’, es compartido por los fieles que cada viernes deben superar varios anillos de seguridad para poder simplemente acceder al barrio. Se impide la entrada a toda persona no residente y por supuesto a la prensa, a la que tampoco permiten salir de Bagdad para cubrir las protestas en la provincia de Al Anbar, fronteriza con Siria y epicentro de un movimiento que estalló en diciembre tras el intento de las autoridades de procesar al ex ministro de Economía Rafi Al Issawi.

«Primero fueron a por el ex vicepresidente Tarek Al Hashemi (refugiado en Turquía desde diciembre de 2011) y ahora a por Issawi. Bajo la acusación de apoyar el terrorismo realizan juicios farsa y les condenan a muerte, por eso no tienen más remedio que escapar. Es una purga contra los altos cargos de nuestra secta», señala Abed Diab Al Yali, ex ministro de Educación, que respalda firmemente las manifestaciones semanales que hasta el momento han sido pacíficas y cuyas demandas principales son: libertad de los presos políticos, igualdad en el acceso a cargos públicos y justicia.

En Irak no pierden detalle de lo que ocurre en Siria y muchos piensan que «en cuanto terminen con Assad será el turno de Irak. La división parece imparable y el apoyo de Qatar y Arabia Saudí a la oposición es decisivo para la inestabilidad, en el fondo a ellos no les interesa un Irak unido y tranquilo que pueda erigirse en el segundo productor mundial de petróleo», confiesa un diplomático europeo con larga experiencia en la región. El jeque Ahmad Hasan Taher se niega a valorar este supuesto apoyo de los países del Golfo a su secta, en su opinión «la verdadera agenda extranjera que dirige el país es la de americanos, israelíes e iraníes, que desde la ocupación van de la mano con el único objetivo de hundir Irak y el actual Gobierno es un títere de estas potencias».

Cementerio de mártires

A las puertas de la mezquita Mohamed Wazik Al Obedi, profesor jubilado y ex recitador de Corán en la televisión pública los últimos diez años de la dictadura, disfruta del sol mientras bebe uno de los típicos tés dulces iraquíes. Adamiya forma junto a Al Amriya, Yarmouk, Abu Graib y Al Jadraa el núcleo suní en una capital que es una especie de Irak en miniatura donde la gran mayoría pertenece a la secta rival (mayoría en 84 de los 89 barrios).

«La peculiaridad es que aquí estamos literalmente rodeados. Cada semana realizan redadas contra antiguos baazistas (partido de Sadam Husein que gobernó el país desde 1968 hasta 2003), de aquí salieron grandes ministros y directores generales en la época del régimen, es también la sede de los Hermanos Musulmanes y por eso se están vengando», denuncia Al Obeidi, antes de pedir al periodista que le acompañe hasta el cementerio en el que descansan «miles de mártires de la guerra sectaria de los años 2005 y 2006, la tensión está subiendo y cada semana tenemos nuevas bajas».

Las fotografías de los muertos inundan el cementerio en la parte trasera de la mezquita y al lado del río, justo al comienzo del puente que une el barrio con Kadamiya, el lugar más sagrado para los chiíes de la capital porque alberga el santuario donde descansan los restos del séptimo Imam, Musa Al Kazem, y del noveno, Al Jawad. «Sadam era más justo en su opresión porque distribuía su injusticia entre todos los iraquíes por igual, sin importar la secta», reflexiona en voz alta antes de abandonar este lugar que visita varias veces a la semana. Adamiya también fue el último refugio de Sadam en la capital antes de huir hacia su Tikrit natal y esconderse en el zulo en el que le descubrieron los estadounidenses meses más tarde.

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