Twitter cierra la cuenta de los terroristas somalíes de Al Shabab
Twitter suspende la cuenta de la milicia islamista somalí Al Shabab después de las últimas amenazas del grupo
Infamia y miseria, edulcoradas a ritmo de William Shakespeare. Desde que hace más de siete años la milicia islamista Al Shabab comenzara su campaña por hacerse con el control de los corazones y las mentes de la población somalí, el acento británico de los portavoces del grupo y la utilización de las redes sociales destaca sobremanera en su cruzada propagandística.
Especialmente notable resulta el caso de la cuenta de Twitter de la milicia somalí (siempre actualizada en un inglés más propio del Notting Hill londinense que de las áridas tierras de Somalia), suspendida precisamente la pasada semana, después de que el grupo amenazara en ella con matar a dos rehenes kenianos en su poder.
El origen de su relación con el servicio «microblogging» por parte de Al Shabab se remonta a diciembre de 2011, tan solo dos meses después de que tropas del Ejército de Kenia se adentraran 100 kilómetros en Somalia, como medida de castigo a los últimos secuestros de extranjeros protagonizados en la frontera. Acciones, cuya autoría, sin embargo negaba el grupo rebelde.
Y su utilización como método de comunicación no ha sido menor desde entonces. Ya a principios de este mes, la milicia difundía un comunicado en el que aseguraba haber ejecutado al rehén francés Denis Allex, a quien el Gobierno galo intentó liberar días antes en una desastrosa operación militar.
De igual modo, el pasado miércoles, la misma cuenta amenazaba con acabar con la vida de dos funcionarios kenianos, si el Gobierno de Nairobi no liberaba a todos los musulmanes encarcelados por «delitos de terrorismo» en el país africano (solo en las dos primeras semanas de diciembre, al menos 600 personas fueron detenidas en Kenia tras los últimos atentados registrados en el capitalino barrio somalí de Eastleigh).
Sin embargo, la utilización de las redes sociales por parte del yihadismo somalí no es caso nuevo. En los últimos tres años, Al Kataib (considerado el gabinete de Prensa del grupo rebelde) relata casi a diario las andanzas del grupo terrorista.
Y en ellas, una grabación de marcado acento británico se desmarca de forma sonora del resto. Al menos, en los últimos tres años.
En la primera de ellas -de nombre «African Crusaders» y datada en junio de 2010- la voz de un desconocido portavoz apela, cual Lord inglés, a la expulsión de los infieles del país africano. Posteriormente, es otra grabación -«Mogadishu: the Crusader’s Graveyard», fechada un mes después- la que ya muestra los primeros rasgos físicos del joven (eso sí, cubiertos por una kufiyya).
Quizá temeroso de su fama, el sujeto desaparece de la Red hasta octubre de 2011. Ese mismo mes, el joven se manifiesta en un nuevo documento de la propaganda de Al Shabab, donde narra la muerte de varios cascos azules burundíes por parte de la milicia.
Diáspora en Mineápolis
Aunque no es el único elemento del grupo con especial afección por la cultura anglosajona.
Hace tan solo unos días, Abu Mansour al Amriki -uno de los comandantes de mayor renombre del grupo-, aseguró en un vídeo temer por su vida ante las desavenencias con la cúpula militar sobre la interpretación de la ley islámica. Pese a que la veracidad de la emisión fue desmentida por Al Shabab, desde entonces se desconoce el paradero de este militante estadounidense.
Nacido en Alabama, Al Amriki se incorporó al grupo terrorista en 2006 y rápidamente escaló posiciones en el liderazgo de la milicia. De hecho, junto a al californiano Adam Gadahn, es el único norteamericano que de forma oficial pertenece a la guerrilla.
Por ello, las implicaciones idiomáticas de los vice-portavoces de la milicia (al margen de Sheikh Ali Mohamud Rage «Ali Dhere», principal representante de la milicia, el resto de delegados rara vez se identifican vía telefónica) se ramifican más en miembros retornados de la diáspora que en anglosajones de nacimiento.
No en vano, las fuentes más fiables estiman que al menos mil somalíes residentes en el extranjero han regresado desde 2008 para unirse a la cruzada bélica de Al Shabab. En este sentido, resulta clave el área metropolitana de Mineápolis (EE.UU.), hogar de 70.000 somalíes y sede de los centros islámicos de Abubakar as-Saddique e Imam Shafii, dos mezquitas vinculadas en el pasado al yihadismo radical.
Precisamente, de ellas partió uno de los más «ilustres» terroristas de Al Shabab, Ahmed Shirwa, un somalí residente en Estados Unidos durante una década y que, en octubre de 2008, se inmolaba en la sede de Naciones Unidas en Hargeisa. Un atentado que causó la muerte a cerca de 20 personas.
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