BENEDICTO XV (1914-1922)
Tres
semanas antes de la muerte de Pío X había estallado la I
Guerra Mundial. Todo el pontificado de su sucesor iba a estar marcado
por aquella gran catástrofe de la humanidad. Tras organizar la
curia, Benedicto XV consagró sus energías al terrible problema
de la guerra fijándose tres objetivos: neutralidad, ayuda a las
víctimas e iniciativas de paz.
El 1 de agosto de 1917 dirigió a los Gobiernos beligerantes una
apremiante llamada para que pusieran fin a «aquella inútil
masacre». Cuando la guerra terminó, los vencedores, en cumplimiento
de la promesa hecha a los italianos en 1915 para decidirlos a que combatieran
a su lado, excluyeron al Papado de las conferencias de paz. Tan sólo
se limitaron a elogiar los servicios prestados por Benedicto XV a la humanidad,
pero no le dieron la oportunidad de participar en el diseño del
nuevo orden mundial que saldría de Versalles.
Los artículos del tratado fueron calificados por el Papa como «artículos
de guerra y no de paz». Benedicto XV siempre será recordado
como el Papa de la justicia, de la paz y de la caridad.
|