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Felipe y los premios Príncipe de Asturias

Sólo Los mejores. Por Rosa María Echevarría 

El 24 de septiembre de 1980 se constituyó en la ciudad de Oviedo la Fundación Príncipe de Asturias en un acto solemne presidido por el Príncipe de Asturias a quien acompañaron Sus Majestades los Reyes. Los objetivos principales de esta Fundación fueron desde el primer momento consolidar los vínculos existentes entre el Principado y el Príncipe de Asturias y contribuir a la exaltación y promoción de todo tipo de valores científicos, culturales y humanísticos que sean patrimonio universal.
En la primera ceremonia de entrega de los premios en 1981 se concedió el de las Artes al director de orquesta Jesús López Cobos, el de Cooperación Internacional al que fuera presidente de México Jesús López Portillo, el de Comunicación y Humanidades a la filósofa y ensayista María Zambrano que recibió por primera vez un reconocimiento nacional y el de Letras a ese entrañable poeta que es José Hierro.


La lista de los premiados se ha hecho interminable. Lo han recibido brillantes figuras destacadas en el campo de la Antropología como Julio Caro Baroja, en 1983, o escritores de la talla de Juan Rulfo ese mismo año. Pintores de la calidad de Antoni Tàpies obtuvieron el premio de las Artes en 1990, así como al incombustible Sito Pons, que ha cabalgado sobre su moto a lo largo y ancho del mundo le concedieron el de Deportes. En esa misma ocasión las Comunidades Sefardíes, que conservan su pasado histórico en los pliegues de la memoria, fueron galardonadas con el premio a la Concordia.


No ha faltado tampoco a la cita el universo del cine porque en 1995 se le concedió a Fernando Fernán Gómez el premio de las Artes y en ese momento el premio de la Concordia recayó en un rey conciliador, Hussein de Jordania, que trató de establecer puentes de entendimiento en el confuso universo judeopalestino.


El gran arquitecto innovador Santiago Calatrava recibió en 1999 el premio de las Artes, mientras que el prestigioso hispanista Raymond Carr obtuvo el de Ciencias Sociales y el astronauta Pedro Duque el de Cooperación Internacional. En esa ocasión a la organización humanitaria de la Iglesia, Cáritas española, se le adjudicó el premio de la Concordia.


No han faltado los premios a la Investigación Científica y Técnica como el que se concedió en 2000 a los científicos Luc Montanier y Robert C. Gallo, descubridores del virus causante del sida. También una institución como la Real Academia Española recibió el premio de la Concordia.


En este breve recorrido tampoco se puede olvidar a Woody Allen que se sintió como un auténtico príncipe en Asturias y recorrió las calles de Oviedo en olor de multitud. Le concedieron el premio de las Artes en 1992, mientras que el de la Concordia recayó en los directores de orquesta Daniel Barenboim y Edward Said, maestros en el difícil arte de la reconciliación de los pueblos a través de la ciencia social y de la música.


Estos premios han tenido una importante repercusión internacional. Para Graciano García, director de la Fundación, el notable prestigio de los galardonados es uno de los prinipales motivos para la difusión internacional de los premios. «Pero no podemos olvidar, afirma, que también a ello ha contribuido el decisivo apoyo de S.A.R. el Príncipe de Asturias que ha elegido la ceremonia de entrega en el teatro Campoamor, para pronunciar el que es considerado su discurso más importante del año».


En la ceremonia de entrega de los últimos premios señaló Don Felipe: «Nunca antes España ha sido más libre, más próspera, más capaz y admirada que en esta época iluminada por nuestra ley de leyes. Ha vuelto a ser ante el mundo una gran nación cuya historia es imprescindible para entender la historia de la humanidad».




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