Juan Carlos I Monarquía



Una historia muy Real

Aranjuez inició su esplendor con los Reyes Católicos, y el favor de la Corona le hizo formar parte de algunos de los grandes acontecimientos de la vida nacional, como el fin del reinado de Carlos IV tras el asalto a la Casa de Godoy. Hasta Aranjuez se trasladaba la Corte durante largas temporadas y, alrededor de su palacio, se trazó la ciudad que hoy conocemos

Donde ahora se emplaza el majestuoso Palacio Real, los grandes maestres medievales de la Orden Militar de Santiago pasaban temporadas de descanso. En aquel tiempo, del siglo XI al XIII, el campo de Aranjuez adquirió cierto protagonismo al pasar al dominio de esta Orden, y, cuando Fernando el Católico asumió su maestrazgo, decidió incorporar la villa a la Corona. Se iniciaba entonces una estrecha relación entre la ciudad y los Reyes de España, sin la que no se podría entender hoy Aranjuez.

Pero remontémonos mucho tiempo atrás, hasta los primeros pobladores de la zona. Se sabe que ya en el Paleolítico y el Neolítico la frecuentaron, atraídos por el agua, la vegetación y la caza existentes en la vega del río Tajo y su confluencia con el Jarama. Mucho después se instaló un pueblo celtíbero, pero la romanización le expulsó. Poco se conoce de la Alta Edad Media y de la presencia islámica en Aranjuez, aunque se adivina la presencia de mozárabes por la relevancia que adquirió Toledo y por la fortificación árabe de la cercana localidad de Oreja, frontera con los cristianos. 

Ya en la plenitud medieval, llegarían a la villa los maestres de la Orden de Santiago y, con ellos, Fernando el Católico, que comenzó a convertir a Aranjuez en lo que hoy es.

A finales del siglo XV se ordenó la construcción de una casa-palacio que empezó a ser frecuentada por los monarcas. Aranjuez quedó inscrito en un sistema de Reales Sitios, establecida una corte itinerante que pasaba el invierno en Madrid —capital desde 1561—; la primavera, en Aranjuez; el verano, en El Escorial, y el otoño, en La Granja.

La villa, ya con título de Real, adquirió gran notoriedad con Felipe II, y los sucesivos Reyes fueron modelándola, poblándola de bellos monumentos y jardines e impidiendo el asentamiento de pobladores: Aranjuez era una monumental finca privada.

Felipe V estableció la llegada de las primeras 700 familias a su servicio y Fernando VI dio los primeros pasos para aumentar la población: permitió el libre asentamiento y ordenó el desarrollo urbanístico de la ciudad con una esmerada y armónica planificación que arropase al palacio. 

Aranjuez se convertirá después en un centro comarcal, con intensa actividad agrícola y comercial. El ilustrado Carlos III, además, potencia este progreso sin descuidar los jardines y el entorno natural más lúdico para pasear o cazar. Esta cuidadísima intervención durante siglos en la naturaleza de Aranjuez ha desembocado en su declaración, en 2001, como Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Y llegamos a Carlos IV, que en 1808 recibió la recomendación de su valido, Manuel Godoy, de ponerse a salvo, en América, de las tropas francesas que habían ocupado España. Su hijo, el futuro Fernando VII, conspiraba contra él, y se opuso a su marcha. En Aranjuez, la noche del 17 de marzo, una multitud instigada por los partidarios de Fernando asaltan la Casa de Godoy. Fernando impide el linchamiento del valido y consigue que su padre abdique en él en esa misma jornada. Poco después, en todo caso, también deberá dejar la Corona en manos del hermano de Napoleón. Los vecinos de Aranjuez no olvidan este episodio histórico y, cada año, lo reviven vestidos con trajes de época.
Tras la Guerra de la Independencia y la proclamación de las Cortes de Cádiz, volvió Fernando VII, que acabó con la recién estrenada democracia, y de paso con el primer Ayuntamiento de Aranjuez, presidido por Domingo Caspar, un cargo que se restituiría definitivamente en 1835.

En la historia de Aranjuez hay que destacar también otra importante fecha, 1851, cuando se puso en marcha la tercera línea ferroviaria de España, el «Tren de Fresa», para comunicar la villa con la capital. Desde entonces, Aranjuez ha crecido y se ha especializado en agricultura, servicios, industria y, cómo no, turismo, gracias a su rico legado cultural y natural.