El secreto histórico para salvar la España vaciada: «Pasamos de ingresar 200 euros, a 3.500»
Según los últimos informes, por cada euro destinado a eventos de recreación, los municipios obtienen el triple gracias al dinero que participantes y visitantes invierten en los comercios locales
Capítulos de la historia que 'repueblan' en verano
![Recreación de Normandía 44: paracaidistas en acción](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/historia/2023/10/01/recre-RX2VfZXBkLjKhlBffJ6OfKO-1200x840@abc.jpg)
Un cóctel de humedad y gasolina copa el ambiente mientras el general alemán, esvástica al cuello, cierra de un manotazo la puerta del coche y pasa revista a sus hombres. La tranquilidad le dura un suspiro. De la nada, un grupo de paracaidistas estadounidenses, ... la mítica 101ª Airborne, se lanza contra su posición. «¡Alarm, alarm!». La sinfonía de gritos se completa con el tronar de las explosiones y los disparos de bazuka; los 'boom' y los 'bang' de rigor. Los americanos son muchos y vienen acompañados de vehículos blindados, así que todo acaba un par de horas después, con la victoria aliada... y los aplausos de un público más asturiano que unas fabes con almejas.
No estamos en la Normandía de 1944, sino en Belmonte de Miranda, un concejo que no supera el millar y medio de habitantes. Desde hace tres años, los terrenos alrededor del museo de Las Ayalgas de Silviella acogen una recreación histórica que, además de poner el foco sobre un pequeño territorio huérfano de turismo, repercute económicamente sobre los negocios. Una inyección de dinero y cultura que conocen ya en países como Estados Unidos y que, desde hace varias décadas, se replica también en España. Y vayan por delante los datos: el pasado septiembre Ignacio Martínez, responsable del Centro de Iniciativas Turísticas de Atapuerca, confirmó que, «por cada euro invertido» en este tipo de eventos, «se revierten al territorio otros tres».
Doblar la población
El activo principal de las recreaciones es su capacidad para atraer turistas y curiosos a regiones como Belmonte de Miranda. «En la última edición vinieron unos 3.000 visitantes y un centenar de recreadores. Casi se dobló la población local. Durante tres días, todos ellos comieron y se alojaron en la zona», explica a ABC José Carlos Riaño Isidro, presidente de la Asociación Histórico-cultural ARHEM, la principal organizadora del evento. Su mano derecha, Alejandro Ocón Casal, es de la misma opinión: «Aunque nuestro objetivo básico es dar a conocer la historia con el evento 'Normandía 44', es un orgullo que nuestro trabajo ayude al pequeño comercio». En sus palabras, es el colofón perfecto para tanto trabajo: «Es muy duro, nos lleva un año entero montar las trincheras, la pirotecnia y preparar las charlas que daremos al público».
![Recreación de Albaladejo, en imágen cedida por de Juan Mancheño](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/historia/2023/10/01/pueblo-U46476024235Ysu-624x350@abc.jpg)
Las cifras son como una apisonadora, y Ángel Menéndez Rubio, director de Las Ayalgas y también organizador del evento, las conoce a la perfección. Al son de un inconfundible acento asturiano, explica a ABC que «un día normal, un poco malo, la cafetería del museo puede facturar entre 200 y 250 euros». A cambio, durante las jornadas de recreación histórica, «las ganancias aumentan hasta los 3.000 o 3.500». Y no espera que vayan a menos. «Los asistentes se han multiplicado con cada edición. En la próxima, tendremos que poner una carpa para servir comidas. Hay tanta afluencia que algunos tienen problemas para encontrar mesa», añade.
Otro tanto ocurre con los negocios de los pueblos cercanos. A través del teléfono, y en pleno turno de comidas, nos lo corrobora Roberto Riesgo. Gerente de tres establecimientos –el Gran Hotel Cela, el Hotel Las Cruces y el Hotel Rural Calzada Romana–, suspira por la llegada de la recreación histórica 'Normandía 44' cada junio: «Todo se llena. Hay que reservar con bastante tiempo para asegurarse una habitación: entre uno y dos meses». Los más avispados y precoces lo hacen de un año para otro; más vale prevenir. Y le pasa lo mismo con el servicio de restaurante. «Lo habitual es que demos un centenar de comidas, y esos días las doblamos», insiste. Amén de que multiplican las rutas en autobús para turistas. Todos ganan.
Economía y cultura
Las bondades que ofrecen estas actividades se replican por toda la geografía española. A unos 700 kilómetros de Belmonte de Miranda, en Ciudad Real, los poco más de mil habitantes del municipio de Albaladejo están de acuerdo. Desde hace tres años, una recreación histórica centrada en 1575 desborda restaurantes y hostales en septiembre. «Los números de visitantes son difíciles de establecer, pero es el evento central del pueblo. Nos han confirmado que han venido más personas que en Semana Santa y que en las fiestas locales. Sí tenemos datos concretos en lo que respecta a los recreadores: hemos aumentado de 50 a 200», explica a este diario Juan Víctor Carboneras, presidente de la asociación Albaladejo Siglo de Oro', encargada de la organización.
Para comerciantes locales como Pedro Arcos Leal, ese fin de semana es una fiesta. Este carnicero nos desvela que, «durante la recreación histórica, aumentan aproximadamente un tercio las ventas» de su tienda. «Es un gusto ver el pueblo, vienen personas de toda España para disfrutar de Albaladejo», señala. Con voz grave, y antes de irse a trabajar en sus olivas a pesar de que es domingo, confirma que lo que más vende son 'souvenirs': «Se llevan sobre todo morcillas, chorizos y dulces». Él tiene la fortuna de no necesitar ayuda en el negocio; se apaña solo. No le sucede lo mismo a los restaurantes de la zona, que tienen que contratar refuerzos para poder atender a los turistas.
«Los asistentes se han multiplicado con cada edición», cuentan los organizadores de 'Normandía 44'
Los ingresos, con todo, no llegan solo de los recreadores y los visitantes. Según afirma a ABC José Ángel Macías, vicepresidente de la asociación organizadora, los integrantes de Albaladejo Siglo de Oro ponen también su granito de arena: «Pasamos muchos días aquí preparando el evento, y compramos todo en las tiendas locales. Incluso alquilamos la maquinaria que necesitamos». Además, ofrecen gratis su trabajo para impulsar a nivel cultural el municipio. «Nuestra máxima es devolver a la vida espacios del pueblo que habían sido abandonados; este año lo hemos hecho con una antigua posada que hemos reconvertido en corral de comedias. Y también organizamos talleres culturales para mantener las tradiciones», completa.
Poner el foco
Desde la otra Castilla, Diego Peña suscribe las palabras de sus colegas. El grupo del que es vicepresidente, la Asociación Cultural de Amigos del Museo Histórico Militar de Burgos, monta desde hace años recreaciones históricas en Lerma, y todas ellas han reportado beneficios a este municipio de dos millares y medio de habitantes. Habla con conocimiento de causa, pues, según explica a ABC, ha sido también alcalde y regenta un negocio en la zona: «Las cifras no mienten. La última que hicimos costó al ayuntamiento unos 10.000 euros. A cambio, de los 400 recreadores que vinieron, un 70% contrataron plazas de hotel. A eso hay que sumar comidas, servicios varios, consumiciones... Y no estoy contando con los visitantes». Las ganancias para el pueblo se multiplicaron por seis.
Sin embargo, Peña es partidario de que, además de ayudar a los municipios a nivel económico y evitar que se pierdan las tradiciones históricas, las recreaciones esconden un último beneficio que suele pasarse por alto: «La repercusión mediática es increíble. Las fotografías que se hacen son espectaculares y viajan por toda Europa en apenas unos días. Gracias a estos eventos, la sociedad pone en el mapa a pueblos como Lerma». Aunque, para ello, insiste en que deben estar sustentadas en tres pilares fundamentales: «En primer lugar hay que hacerlas en la época adecuada; lo inteligente es aprovechar los meses de buen tiempo en los que baja un poco la afluencia de visitantes. Luego, debe hacerse en lugares adecuados y tienen que estar organizadas por grupos serios».
![Una de las recreadoras de Albaladejo, en una imagen cedida por Javier Tamargo](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/historia/2023/10/01/mujer-U86504374816GVN-624x350@abc.jpg)
El ejemplo claro de que las recreaciones históricas ponen a los municipios más pequeños en el foco es Abánades. Este coqueto pueblecito de Castilla la Mancha, de poco más de sesenta habitantes censados, rebosaba vida cuando se organizaba en su seno el evento 'La batalla olvidada', una reproducción de la contienda que enfrentó en la región a sublevados y republicanos durante la Guerra Civil. «Para nosotros era algo muy bueno, acudían entre 600 y 700 personas ese fin de semana», explica a ABC Luis Miguel Foguet, antiguo alcalde de la villa. El evento era tan revolucionario que llegó a ser declarado Fiesta de Interés Turístico Provincial por la Diputación de Guadalajara. Por desgracia, lleva dos años sin organizarse por diferentes problemas. «Ojalá se vuelva a hacer, porque nos ayudaba mucho», añade.
La conclusión es que, en un país con tanta historia como necesidad de buscar nuevos impulsos para los negocios locales, la recreación histórica llama a la puerta. Y lo hace con paso firme.
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