Hazte premium Hazte premium

La revolución médica del Imperio español que cambió el mundo y la Leyenda Negra no quiere que sepas

Gonzalo Gómez García derriba el mito del atraso médico del siglo XVI en su nuevo libro

Las claves de La Pasionaria para destruir a Franco: «Acabad con las prostitutas y los generales republicanos borrachos»

Grabados del doctor Juan Valverde de 1556 ABC
Manuel P. Villatoro

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La cita es en la calle Serrano de Madrid, a una parada de metro de un hospital con tanta solera como el Gregorio Marañón. Su sombra, aunque lejana, se infiere desde las oficinas de la Fundación Banco Santander, abiertas hoy de par en par con una misión doble: presentar el nuevo volumen de la Colección Historia Fundamental y arremeter cual ariete contra la Leyenda Negra que sobrevuela la historia rojigualda. Si el pasado año el primer ensayo de la saga puso luz sobre la educación de los monarcas, ahora le ha tocado a la medicina española del siglo XVI, entre las más revolucionarias de la época.

Porque sí; aunque se combate con estilográfica y tintero desde hace décadas, todavía queda mucho polvo que limpiar para que reluzcan historias como las de nuestra sanidad. El plumero perfecto son los datos. «Un ejemplo: en América se creó la primera red del mundo de hospitales públicos a cargo de la Monarquía hispánica. Y fue en el mismo momento en que arrancó la colonización». El que habla es el historiador Gonzalo Gómez García, y lo hace orgulloso, con su ensayo, titulado 'Sanar cuerpos y guardar almas', en la mano.

Le recoge el testigo el responsable de la Fundación en el área de historia, Francisco Javier Expósito: «Hemos querido acabar con el tópico de que el Imperio español era atrasado en medicina y ciencia con este libro, que va acompañado de siete podcasts con datos y entrevistas».

Tras una hora de charla, la conclusión es que hablar de curanderos y sangradores con sanguijuelas en el imperio de Carlos V y Felipe II es igual de ridículo que hacerlo de la quema masiva de brujas. «La realidad es que la situación médica en los reinos y al otro lado del Atlántico era pésima, pero los avances de personajes como el Cardenal Cisneros cambiaron la situación», afirma Luis Alberto de Cuenca, académico de la Real Academia de la Historia y hoy copresentador de la obra. No le falta razón. El experto saca a colación nombres como Francisco Díaz de Alcalá, padre de la urología moderna ya en el siglo XVI, y recalca que, en 1640, «España era la única potencia europea que contaba con diez universidades en los virreinatos de América».

Leyenda Negra

Pero la revolución no llegó de la nada. Tuvo que pasar un siglo para que se hallara un modelo que permitiera paliar catástrofes como la Peste Negra. La solución vino de Italia en el siglo XV y consistió en centrarse en el ser humano. De esa medicina humanista bebió una España huérfana de médicos. «La mayoría eran judíos y habían sido expulsados de la península en 1492», comenta Gómez.

El Cardenal Cisneros convirtió la necesidad en virtud y forjó un sistema de enseñanza en la Universidad de Alcalá que promovía la dignidad del enfermo y su recuperación para la sociedad en cuerpo y mente. «Se profesionalizaron los hospitales, que dejaron de ser centros de caridad atendidos por frailes sin formación, y se becó a estudiantes sin recursos», añade.

Las cifras son soberanas; entre 1523 y 1545, 270 estudiantes adquirieron el bachillerato médico en Alcalá. «Una barbaridad», según esgrime De Cuenca. Todos ellos nutrieron los hospitales, fundados a decenas en la península y al otro lado del charco. En la práctica, el Imperio español contó, por tanto, con una red universitaria y hospitalaria que superaba sin rubor a las de todas las potencias coloniales juntas. Y no solo en número, sino en medios y mentalidad. «Por respeto a las mujeres, que eran atendidas en salas especializadas, se formó a enfermeras para tratarlas», desvela Gómez. Además, recuerda que médicos de la época como Juan Alonso de Fontecha ya afirmaban que «la mujer hace lo mismo que el hombre, o incluso más».

Tratado de Dioscórides, estudiado por los estudiantes en el XVI ABC

El mayor salto cualitativo se vivió en el Nuevo Mundo. Allí, la Monarquía hispánica levantó los pilares de lo que, en la actualidad, es la sanidad pública. «Los hospitales se fundaron porque la medicina era muy cara. El precio de un jarabe equivalía aproximadamente al 10% del sueldo anual de un ciudadano medio», completa el autor. Durante el reinado de Felipe II se potenció todavía más la red sanitaria americana. El monarca envió a licenciados como Juan de Valdivia a Santo Domingo para confirmar que los fondos eran utilizados de forma adecuada en la enseñanza y en la medicina y atendió las peticiones de los virreyes en ambos campos. «El del Perú le pidió que se fundara otro hospital en la zona para devolver a los nativos lo que ellos habían pagado como impuestos», completa.

El tiempo se agota, que no las historias que contar. De hecho, una mañana entera no daría para abarcar todas las que incluye el libro. Gómez, no obstante, acaba su ponencia con un mito que le escuece especialmente: el de que los españoles perpetraron un genocidio contra los nativos: «Fueron las enfermedades y, si ellos no las hubieran llevado, habría sido cualquier otra potencia». Conviene que no se olvide.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación