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El pacto secreto de los catalanes con Inglaterra para acabar con la unidad de España y los Borbones

Firmado en 1705, durante la Guerra de Secesión, buscaba derrocar a Felipe V para obtener una constitución catalana

Los tres acuerdos infringidos por Gran Bretaña por los que Gibraltar debería ser ya española

Ilustración del archiduque Carlos, en 1705, publicada en la prensa
Israel Viana

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Para Anthony D. Smith, la historia de la mayoría de las naciones no era más qué un conjunto de fábulas y figuras literarias. El politólogo británico y profesor emérito de nacionalismo en la London School of Economics advirtió antes de fallecer, hace dos décadas, que los nacionalismos solían reinventar una y otra vez su concepto de nación mediante una selección de acontecimientos del pasado, sin importar si estos eran reales o simples leyendas, siempre y cuando sirvieran a su causa. El objetivo era cohesionar alrededor de ellos el sentimiento de identidad nacional, a base de repetir estos relatos y «aprender a través de los símbolos y las ficciones que evoca».

En este sentido, en el proceso de construcción de la nación catalana que se produjo durante el XIX, la derrota de los catalanes ante las tropas del Rey de España Felipe V, el 11 de septiembre de 1714, ocupa un lugar privilegiado con la celebración de la Diada. Sin embargo, nueve años antes de aquella batalla, en la primera etapa de la Guerra de Sucesión, hay un acontecimiento que a menudo se pasa por alto: el Pacto de Génova en 1705. Para entender lo que pasó, debemos retroceder un poco en el tiempo.

El conflicto había estallado en noviembre de 1700 con la muerte sin descendencia de Carlos II 'El Hechizado', último representante de la Casa de Habsburgo. Durante los años previos, la cuestión sucesoria se había convertido ya en un asunto internacional en el que España constituía un botín muy tentador para las distintas potencias europeas. Cataluña era solo una parte de aquel Reino. Con el fallecimiento del Rey comenzó la lucha por el trono en todo el continente y no únicamente en la Península Ibérica.

Tanto el Rey Luis XIV de Francia, de la Casa de Borbón, como el emperador Leopoldo I del Sacro Imperio Romano Germánico, de la Casa de Habsburgo, aseguraron tener derecho a la sucesión española por estar casados con las hijas del Rey Felipe IV, que era el padre de Carlos II. Este sentimiento se lo transmitieron a sus descendientes, cada uno de los cuales formó un bando del conflicto: por un lado, Felipe V, nieto de Luis XIV, al que apoyaban Francia, España, Baviera y parte de Italia; por el otro, el Archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador, respaldado por Inglaterra, Holanda, Portugal, Austria y gran parte de los estados alemanes.

Los dos bandos

Al primero se le conoció como el bando borbónico o «felipista», que se preocupó principalmente de conservar la unidad de España, y al segundo, el austracista o «carlista», cuyo objetivo era impedir la unión de las coronas española y francesa. Con esta última lucha es con la que simpatizan hoy los independentistas, gracias a una interpretación subjetiva de los hechos, tal y como apuntaba Smith. El caso es que ambos se enfrentaron en un largo y sangriento conflicto que dejó cientos de miles de muertos en todo el continente y desembocó, además, en una guerra civil entre los borbónicos, con Castilla como aliado, y los austracistas, mayoritarios en Aragón, cuyos últimos rescoldos no se extinguieron hasta la citada capitulación de Barcelona en 1714.

Hace dos años, el historiador Aitor Díaz Paredes, autor de 'Almansa. 1707 y el triunfo borbónico en España' (Desperta Ferro Ediciones, 2022) explicaba a ABC: «El conflicto se puede ver como una guerra civil, pero también como una lucha internacional de carácter económico y mercantil por colocar en el trono de Madrid a un rey que fuera favorable a los intereses de cada bando». Es aquí, gracias a estos intereses, donde entra en juego la traición del Pacto de Génova de 1705 que los nacionalistas catalanes tienden a olvidar, así como el hecho de que, tres años antes, Felipe V hubiera jurado las Constituciones catalanas.

«No se puede decir que los Borbones anularan el régimen político propio de Cataluña; que el cambio de bando que tiene lugar en 1705, una traición en toda regla, probablemente, obedece a los intereses de una oligarquía barcelonesa perjudicada por el bloqueo del Mediterráneo impulsado por la coalición antiborbónica; que el compromiso de los catalanes, como demuestra la resistencia al pretendiente austracista una vez firmado el Pacto de Génova, está con Felipe V», apuntaba Miquel Porta en ABC en 2005.

Carlos III

Es decir, que según numerosos historiadores, Felipe V hizo grandes esfuerzos por contentar al pueblo catalán, a pesar de lo cual encontró en los barceloneses la resistencia más fiera. Cataluña firmó el Pacto de Génova con el Reino de Inglaterra, el 20 de junio de 1705, para desalojar del poder al Borbón y entronizar a Carlos III. En este acuerdo, los ingleses aportarían apoyo militar para evitar que su principal enemigo se hiciera más poderoso en Europa, a cambio del cual los catalanes podrían conservar intactas sus instituciones.

Un año antes, los austracistas habían intentado conquistar Barcelona con 30 barcos ingleses y 18 holandeses, pero fracasaron. El virrey de Cataluña colocado por el Borbón, Francisco Antonio Fernández de Velasco y Tovar, desencadenó entonces una oleada represiva contra los invasores y sus simpatizantes, pero Gran Bretaña no desistió. En marzo de 1705, la Reina Ana nombró como comisionado suyo a Mitford Crowe, un comerciante de aguardiente afincado en tierras catalanas, «para contratar una alianza entre nosotros y el Principado de Cataluña o cualquier otra provincia de España».

Una de las instrucciones que le dio fue negociar con algún representante de las instituciones catalanas. «He sido informada de que la gente de Cataluña se sentía inclinada a liberarse del yugo que Francia le ha impuesto y sustraerse al poder del duque de Anjou [Felipe V] para volver a la obediencia de la Casa de Austria», escribió la Reina de Inglaterra. Crowe había informado antes a los miembros de esta gran alianza contra los Borbones que «los catalanes eran un pueblo independiente que vivía bajo sus propias leyes y privilegios y que deseaba apoyar a un rey que se comprometa a restaurar sus antiguos derechos».

El tratado

Debido a la represión del virrey, sin embargo, Crowe no pudo entrevistarse con ningún representante de las instituciones catalanas. A escondidas, se puso entonces en contacto con el grupo de propietarios y nobles catalanes austracistas, conocidos como 'vigatans', para que firmaran esta alianza anglocatalana contra España en nombre del Principado de Cataluña. Dispuestos, por lo tanto, a tomar las armas contra Felipe V, en la primavera de 1705 se apoderado ya de la región de la Plana de Vich.

El 17 de mayo, este grupo de catalanes se reunió en la parroquia de Santa Eulalia de Riuprimer de Vich y otorgó plenos poderes al joven noble Antonio Peguera y al abogado Domingo Perera, para que firmaran el tratado con Inglaterra en nombre de los catalanes. El pacto fue rubricado el 20 de junio en Génova por estos dos representantes y por Crowe en nombre de la reina de Inglaterra. Según este, los ingleses se comprometían a desembarcar en la costa española 8.000 soldados de infantería y 2.000 de caballería y a entregar 12.000 fusiles a los catalanes. Cataluña, por su parte, aportaría 6.000 hombres y se comprometía a reconocer a Carlos de Austria como legítimo Rey de España, el cual debería jurar y mantener las leyes catalanas.

El tratado, que alude 17 veces a las Constituciones catalanas y a su defensa, debería mantenerse en secreto hasta la toma de Barcelona, que comenzó pocas semanas después con el bloqueo de la ciudad por parte de los 'vigatans'. A esto le siguió el desembarco inglés, la toma del castillo de Montjuïc y el bombardeo, desde el mar y desde la misma montaña de Montjuïc, de toda la Ciudad Condal. El 25 de agosto, se lanzaron más de seis mil proyectiles. Desde el 15 de septiembre, la ofensiva no cesó hasta que capituló el virrey Velasco el 5 de octubre.

El Archiduque Carlos entró en la ciudad el día 22. El 7 de noviembre juró las Constituciones catalanas y convocó las Cortes catalanas. La causa de Felipe V quedó muy comprometida y tardó mucho tiempo en darle la vuelta. Esta traición a España y el ataque a Barcelona fueron omitidos por los independentistas catalanes en el polémico simposio histórico 'España contra Cataluña' que se celebró en 2013. Además, suelen ocultarlo sistemáticamente cuando abordan la leyenda construida alrededor de la derrota de Cataluña a manos del Rey que conmemoran en su Diada.

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