La maldición de Terranova: la isla que esconde 40.000 icebergs y se tragó al Titanic
Desde que se registró el primer naufragio en 1565 hasta la desaparición este lunes del submarino que visitaba los restos del Titanic, las violentas aguas que rodean a la isla canadiense sumas infinitas tragedias y miles de desaparecidos
Millonarios, un piloto, un explorador... Quiénes son los desaparecidos a bordo del submarino turístico del Titanic
Rescate y búsqueda del submarino turístico del Titanic desaparecido en el Atlántico, en directo

En la zona de Terranova donde este lunes desapareció el submarino con turistas que iba a explorar los restos del Titanic se han producido, por desgracia, multitud de tragedias parecidas en los últimos siglos. Una especie de maldición que ha dejado en sus aguas, frente a las costas de Canadá, cientos de muertos, la mayoría de los cuales nunca fueron encontrados. Una de las teorías para explicar todos estos accidentes apunta al los más de 40.000 icebergs que rodean a la isla, pero nunca se ha confirmado .
En este momento, decenas de barcos y aviones estadounidenses y canadienses siguen buscando al submarino que desapareció hace más de un día. La Guardia Costera de Estados Unidos aseguró que había un piloto y cuatro pasajeros a bordo, y que la embarcación tenía capacidad para sumergirse durante 96 horas, pero no está claro todavía si se encontraba debajo del agua o si había salido a la superficie y no podía comunicarse. En las tareas de localización ya se ha peinado un área de 900 millas (1.450 km) al este de Cape Cod, al tiempo que se han arrojado al mar boyas de sonar que pueden monitorizar hasta una profundidad de 3.962 metros. Pero, de momento, nada.
Los españoles ya vivimos esos momentos de angustia en febrero del año pasado, cuando el buque Villa de Pitanxo naufragó en las aguas de Terranova. Diez de los pescadores que iban a bordo murieron y otros 11 desaparecieron. Solo hubo tres supervivientes. Durante la búsqueda, fuentes diplomáticas ya apuntaron a ABC que «sería un milagro dar con ellos». La tía de una de las víctimas, que esperaba noticias que nunca se produjeron, lamentó: «No sabemos nada, solo nos queda rezar». El entonces presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, calificó el accidente de «tragedia humana».
Estas, sin embargo, son solo las desgracias más recientes, porque la maldición de Terranova y sus iceberg se remonta hasta mediados del siglo XVI, pocos años después del descubrimiento de América por parte de Colón. El primer registro de un accidente del que tenemos constancia está datado en 1565. El ballenero español San Juan era de madera de roble y tenía 20 metros de eslora y 7,5 de manga. Contaba con tres mástiles y tres cubiertas y tenía capacidad para sesenta marineros y cinco chalupas de apoyo para pescar ballenas y extraerles su preciada grasa.
500 años desaparecido
Tras surcar el Atlántico, atracó en la bahía de Terranova, donde descansaban otros diez o doce balleneros con capacidad para 1.500 marineros. Cuando se disponía a regresar cargada con mil barriles de aceite de ballena, le sorprendió una fuerte tormenta y se hundió. Por suerte, en aquella coacción no hubo víctimas y todos sus tripulantes consiguieron salvar la vida y regresar a España en otras embarcaciones al cabo de un tiempo. Sin embargo, el San Juan permaneció perdido en aquellas aguas, no lejos de la costa y a tan solo diez metros de profundidad, hasta que en 1978 sus restos fueron hallados por un equipo de arqueólogos canadienses.
El 22 de febrero de 2009 se produjo una nueva tragedia en las aguas de Terranova. El buque Monte Galiñeiro con 22 tripulantes a bordo se hundió a 300 millas al este de la costa. Un domingo a las cuatro de la tarde hora española se activaron las alarmas por una vía de agua en el barco. La tripulación tuvo tiempo a reaccionar y salvar la vida en el último momento. Las crónicas del día siguiente informaron de que se habían producido dos explosiones tras un incendio en la sala de máquinas del bacaladero vigués y, aunque toda la tripulación estaba descansando, por suerte había dos personas de guardia que pudieron avisar al resto.
Menos suerte tuvieron los trabajadores de la petrolera Ocean Ranger, que se fue a pique el 15 de febrero de 1982 tras otra gran tormenta. Murieron 84 personas, de las cuales cinco eran españolas. Solo cinco días después, el carguero soviético Mejanik Tarasof naufragó a escasas millas de la plataforma, dejando un saldo de 33 fallecidos y cuatro rescatados. El siniestro se produjo también a causa de los fuertes vientos, que alcanzaron los 130 kilómetros por hora, y las olas de hasta 15 metros.
Los muertos del Titanic
Por supuesto, ninguno de estos casos supera la tragedia del Titanic, acaecida en abril de 1912, y que causó una cifra récord de 1.580 muertos, de los cuales 84 eran tripulantes y 1.496 pasajeros. Hace un siglo, ABC ya adelantó que el lugar donde se perdió el trasatlántico británico estaba considerado, desde hacía tiempo, como sumamente peligroso por el campo de icebergs que poblaban sus aguas, el cual tenía una extensión de cientos de kilómetros. «Los pasajeros del Carmania, que atravesaron el jueves el paso peligroso, contaron más de 35», informaba este diario.
El 16 de abril de aquel año, ABC se hacía eco de la magnitud del desastre por primera vez. En un primer momento, los despachos telegráficos dieron falsas esperanzas, asegurando que no se habían producido muertos. Por desgracia, se equivocaron. «Un despacho de Nueva York de última hora dice que el Titanic se fue a pique a las dos y media de la madrugada. La Compañía armadora tiene noticias de que ha habido bastantes víctimas», contaba la misma edición. Al día ya se hablaba de 1.800.
Tal y como ocurre hoy con el submarino, que visitaba precisamente los restos del Titanic, los datos que se han podido recabar son confusos y las noticias muy poco optimistas. Que si los supervivientes fueron hallados mientras «luchaban heroicamente con los remolinos de agua», que si una muchedumbre ansiosa de noticias protestaba ante las oficinas de la compañía White Star, que si la mayoría de los 2.200 pasajeros eran estadounidenses y que si los supervivientes eran, sobre todo, mujeres y niños.
El rescate
El primer buque que llegó en auxilio del Titanic, «cuatro horas después de haberse ido a pique», fue el Carpathian. Después llegaron otros barcos que habían recibido igualmente la llamada de socorro: el Virginia, el Parisian y el Californian. «Los pobres náufragos tiritaban de frío», señalaba este periódico. El diario contaba asimismo que el primer barco recogió a todos los supervivientes que pudo y emprendió su viaje de regreso a Nueva York «sorteando los icebergs».
En los días sucesivos ABC informó de las víctimas españolas y de las pérdidas económicas que implicaba. Le dedicó varias portadas en las que, incluso, se incluyeron innovadores gráficos sobre cómo se había producido la catástrofe, cuáles eran las dimensiones reales del Titanic y cuál fue su posición exacta respecto a los buques más cercanos que pudieron ir al rescate. Contábamos, incluso, los detalles facilitados por el famoso aventurero inglés Ernest Shackleton sobre los peligros de los citados icebergs y bancos de hielo, que conocía muy bien la zona.
Las tragedias en las aguas que rodean a la isla Terranova han sido tan habituales que, en la noche del 18 de abril de 1912, tres días después del hundimiento del Titanic, ABC recibía la noticia de que el vapor canadiense Carl Grey se había ido a pique también en un banco de la misma zona. «Antes de hundirse, expidió un despacho radiotelegráfico pidiendo auxilio. Llevaba a bordo 200 pasajeros. En ninguna de las estaciones radiotelegráficas de San Juan de Terranova se ha recibido despacho alguno sobre éste asunto, por lo que la noticia está sin confirmar», advertía.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete