Cuando Fernández Vara descifró los secretos de la matanza de Puerto Hurraco: «Buscaban el exterminio»

El presidente de Extremadura ha solicitado su reingreso como médico forense en Badajoz, el mismo cargo que ocupaba cuando se encargó de realizar el examen psiquiátrico de los hermanos Izquierdo después de su famosa masacre

El triste final de los asesinos que perpetraron el crimen de Puerto Hurraco

Los hermanos Izquierdo, en el momento de su detención en Puerto Hurraco, en un montaje junto a Guillermo Fernández Vara ABC

Israel Viana

Madrid

«No considero que los hermanos fueran de pocas luces. Tenían un aspecto primitivo, pero manejaban una explotación agrícola considerable y tenían filosofía de vida evidente», aseguraba Guillermo Fernández Vara en un entrevista para Libertad Digital en 2015. Cuando se produjo la matanza el 26 de agosto de 1990, el actual presidente de Extremadura era el director del entonces denominado Centro Médico Forense de Badajoz, lo que en la actualidad es el Instituto de Medicina Legal. Había accedido al cargo solo un año antes, pero su trabajo en la matanza de Puerto Hurraco le hizo famoso en toda España.

Hablamos del crimen más famoso de nuestro país en la década de 1990. Una tragedia de la que todavía se sigue hablando más de treinta años después y que esta semana ha vuelto a la actualidad después de que Vara, tras el batacazo de los socialistas en Extremadura, podría perder el poder en su comunidad. Si el Partido Popular (PP) y Vox llegan a un acuerdo, podrían obtener la mayoría absoluta con sus 33 escaños. El que ha sido presidente autonómico durante tres legislaturas ha anunciado que se va a presentar a la investidura e «intentar gobernar», pero que si no es elegido, abandonará la política.

Según ha comentado, ha solicitado ya el reingreso en su plaza de médico forense en el Instituto de Medicina Legal de Badajoz. Sin embargo, según ha anunciado el secretario provincial del PSOE, Rafael Lemus, como consecuencia de las elecciones generales anunciadas por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, «dicha solicitud no va a ejecutarse de forma inmediata». Hablamos de la plaza que ya ocupaba cuando los hermanos Antonio y Emilio Izquierdo, de 53 y 58 años respectivamente, asesinaron a nueve de sus vecinos e hirieron a otros 12 por rencillas personales. Algunos de estos acabaron tetrapléjicos para el resto de su vida. Entre las víctimas mortales había, además, dos niñas de 13 y 14 años, a las que los asesinos dispararon a bocajarro cuando estas jugaban tranquilamente en la plaza del pueblo.

Vara fue el encargado de hacer los informes psiquiátricos de los hermanos Izquierdo –incluidas las dos hermanas que permanecieron en casa mientras ellos salían a «cazar tórtolas», tal y como anunciaron– y de asesorar al tribunal para dictaminar si debían ir a prisión o a un hospital psiquiátrico. Según confesó a posteriori el político, su trabajo con los asesinos le hizo darse cuenta de que «eran conscientes de las consecuencias de sus actos» y que no eran personas de «pocas luces», aunque la sangre fría con la que actuaron y explicaron lo sucedido indicara lo contrario.

Los vecinos de Puerto Hurraco, tras vivir los asesinatos de los hermanos Izquierdo ABC

Década de enfrentamiento

«Hemos disparado ahora en agosto porque soy muy friolero […] y en invierno se me agarrotan los dedos y no hago puntería», explicó Emilio Izquierdo a la Policía cuando fue detenido. En el juicio, que se celebró cuatro años después, tampoco mostró arrepentimiento, a pesar de que la defensa intentó demostrar que los hermanos actuaron bajo enajenamiento: «Ya puedo descansar porque madre está vengada», declaró. Pero Vara, tras los exámenes pertinentes, concluyó que la familia llevaba tiempo planeando la masacre.

Los cuatro hermanos Izquierdo, conocidos como «los patas pelás», llevaban enfrentados con el clan de los Cabanillas, «los Amadeos», desde 1967. La lucha comenzó por una conflicto menor que se fue enconando a lo largo de los años. Amadeo Cabanillas, el patriarca, entró ese año en las tierras de Manuel Izquierdo con su arado. Lo que podía haber acabado como una simple pelea empeoró cuando el primero inició un romance con Luciana Izquierdo y después la rechazó. Eso provocó la ira de su familia, lo que llevó al hermano mayor de esta, Jerónimo Izquierdo, a asesinar a Amadeo.

Mientra se encontraba en prisión cumpliendo una condena de 14 años, la madre de los hermanos Izquierdo murió en un incendio en su casa, de cuya autoría los Izquierdo culparon rápidamente a Antonio Cabanillas, hermano de Amadeo, a pesar de que la investigación de la Policía no halló culpables. Jerónimo no opinaba lo mismo y, cuando fue puesto en libertad y regresó a Puerto Hurraco, juró vengarse e intentó asesinar a Antonio con un cuchillo. Aunque le hirió de gravedad, no lo consiguió. Esta vez fue internado en un centro psiquiátrico el 8 de agosto de 1986, aunque murió solo nueve días después.

La matanza

Solo hubo cuatro años de paz entre las dos familias, hasta aquel terrible 9 de agosto de 1986 en que Emilio y Antonio Izquierdo, a las 22.30 horas, llegaron a Puerto Hurraco armados con escopetas repetidoras del calibre 12. Se escondieron en un callejón del pueblo, cerca de donde la familia rival celebraba una fiesta. En cuanto los tuvieron enfrente comenzaron a disparar a quemarropa contra todos los Cabanillas. En un principio solo buscaban a Antonio, pero la ira se apoderó de ellos y cargaron contra todo aquel que se cruzase accidentalmente en su camino.

Durante las nueve horas siguientes, con los nueve cadáveres sobre las calles de Puerto Hurraco, un equipo de la Guardia Civil comenzó a batir el monte en busca de los asesinos. Los hallaron a primera hora de la mañana descansando debajo de un árbol y, desde el primer momento, no mostraron ningún arrepentimiento. Llegaron a afirmar que estaban esperando a bajar al pueblo el día del cementerio para asesinar más gente. En el juicio de 1994, Emilio y Antonio fueron condenados a 350 años de prisión cada uno, mientras que sus hermanas fueron recluidas en un centro psiquiátrico de Mérida como inductoras.

El magistrado, tras el examen de Fernández Vara, determinó: «Los acusados perfilaron un plan de exterminio del mayor número de habitantes posibles de la localidad de Puerto Hurraco», «eligieron el callejón y la noche porque conocían las costumbres de sus vecinos y sabían que a esa hora y desde ese lugar podrían matar a más gente» y que poseían «un primitivismo cultural y un empobrecimiento afectivo que determina el desprecio por la vida humana».

La hermanas izquierdo, después de los crímenes de Puerto Hurraco ABC

El ascenso de Fernández Vara

Desde aquellos años, y a pesar de sus tres legislaturas al frente del Gobierno extremeño, el nombre de Guillermo Fernández Vara ha estado siempre vinculado a este terrible crimen que dejó una herida enorme en la memoria colectiva de los extremeños. «Hizo mucho daño, porque no tenía nada que ver con lo que era la Extremadura real», declaró el presidente años después, recordando todos los casos que había tratado en sus años como médico forense.

Hasta ese momento, la carrera del actual presidente de Extremadura había sido muy destacada. Elegido número uno de su promoción, recibió la cruz distinguida de la Orden de San Raimundo de Peñafort del Ministerio de Justicia con menos de 30 años. Al mismo tiempo daba clases en varias universidades y fue nombrado presidente de la Asociación Estatal de Médicos Forenses en 1988. Un año después, como director de la Clínica Médico-Forense de Badajoz, llegó su momento al producirse la matanza de Puerto Hurraco.

Fernández Vara tuvo papel decisivo para que Emilio y Antonio Izquierdo fueran condenados y sus hermanas Luciana y Ángela, ingresadas en el psiquiátrico como inductoras del crimen. El presidente intervino también en las autopsias de las víctimas y en el seguimiento posterior de las secuelas a las víctimas que quedaron heridas. Como ha reconocido en entrevistas recientes, durante años evitó hablar del tema, porque durante décadas le «dolió mucho» todo lo que le tocó vivir y por la imagen que aquello dio a Extremadura.

Cinco años después de la masacre y uno después del juicio, el célebre médico forense se involucró finalmente en política, siendo nombrado director general de Salud Pública y Consumo de la Junta de Extremadura, hasta llegar una década después a la presidencia de la comunidad. Luciana Izquierdo, por su parte, falleció en 2005. Diez meses después lo hizo Ángela. Su hermano Emilio murió en 2006, a los 72 años. En 2010, Antonio se ahorcó en su celda de la cárcel de Badajoz, cuando le denegaron su puesta en libertad por la aplicación de la Doctrina Parot. Ninguno tuvo descendencia.

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