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Así era el extraño palacio flotante para orgías de Calígula que enfrentó a Hitler y Mussolini

Después de dos mil años hundido en el fondo del lego de Nemi, el dictador italiano puso en marcha un impresionante proyecto para recuperarlo, pero el líder nazi apareció en acción el líder nazi en plena Segunda Guerra Mundial

La singular historia del «barco fantasma» que se perdió en la Segunda Guerra Mundial y acaba de aparecer

Israel Viana

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Dos mil años llevaban hundidas las dos embarcaciones de Calígula en el fondo del lago de Nemi, al sur de Roma. En concreto, desde el año 41 d. C. en que el famoso y controvertido emperador romano fue asesinado por sus propios pretorianos cuando tenía 28 años. Junto a él, y en el mismo palacio, cayeron también su esposa Cesonia y su hija pequeña, a la que rompieron la cabeza a golpes. Aquellos crímenes pusieron fin a cuatro años de terror, que los autores del magnicidio quisieron borrar, entre otras acciones, confiscando los objetos más valiosos de ambos barcos para mandarlos después al fondo del mencionado lago y borrar así todas las huellas de su antecesor.

Poco después de subir al poder en 1922, Benito Mussolini se refirió a los intentos que se produjeron desde el siglo XV para intentar reflotarlos, quizá en busca de una justificación para la tarea que estaba apunto de emprender. El primero en intentarlo fue el cardenal Prospero Colonna en 1477. En 1535, el ingeniero Francesco Demarchi, que se valió de una ingeniosa escafandra que le permitía sumergirse durante más de una hora, pero «cuando volvía a la superficie, de su boca y oídos manaba sangre copiosamente como consecuencia de la presión. Y varias veces fue atacado y mordido por grandes peces [...], hasta que renunció a su empresa», contaba ABC en 1929.

En 1827, el arqueólogo Annesio Fusconi se sumergió usando una campana creada por Edmund Halley con capacidad para ocho buzos, pero únicamente consiguieron rescatar algunos pedazos y dañar una parte del armazón. «Los objetos que se han podido sacar a lo largo de estos siglos han tentado a muchos arqueólogos e ingenieros –añadía este diario–. Hay noticias de que el arzobispo Alberti realizó también esfuerzos inauditos en el siglo XV. Muchos pescadores de perlas, atraídos por la fama, realizaron exploraciones que no pudieron continuar por la extraordinaria frialdad de las aguas».

Veinte siglos permanecieron así los barcos de Calígula, no muy lejos del alcance del hombre. El primero, a 50 metros de la orilla y 20 metros de profundidad. Y el segundo, a 20 metros de la orilla y 12 de profundidad. Se dice que incluso los pescadores de las aldeas vecinas, en los días despejados y con el agua en calma, podían distinguir sus armazones y «pescar» algunos restos de mosaicos, columnas, clavos de diferentes medidas y objetos de terracota. El año pasado, de hecho, se descubrió una cabeza de estatua en el lecho del lago que podría datar del siglo I d. C. y estar relacionada con las embarcaciones del emperador.

Barcos de lujo

El 30 de septiembre de 1926, sin embargo, contaba ABC: «Mussolini ha dispuesto que se emprendan los trabajos necesarios para desaguar el lago Nemi, en el fondo del cual reposan, desde hace dos mil años, a 25 metros de profundidad, dos galeras de recreo que pertenecieron a Calígula». Según la información recabada, medían más de 70 metros de eslora y 20 de manga. Eran dos auténticas villas flotantes que Calígula mandó construir sobre el lago para dar rienda suelta a sus orgías de sexo y alcohol y para rendir culto a la diosa Diana.

Los dos barcos multiplicaron su fama de excéntrico y megalómano. No hay más que ver los materiales y la tecnología empleadas para la construcción de los suntuosos salones y los dos templos dedicados a la diosa, alzados sobre columnas de mármol, que tenían. Todas sus habitaciones, además, estaban decoradas con pan de oro, ricos mármoles, techos dorados, mobiliario lujoso, suelos de mosaico romano y hasta jardines. Todo ello repleto de grandes estatuas y objetos de incalculable valor para la época, a los que añadió conducciones de agua fría y caliente para su comodidad y la de sus invitados.

El año que Mussolini decidió que era el momento de recuperarlos, declaró en la Sociedad Histórica Romana: «Siempre que se han hecho esfuerzos, durante los últimos cinco siglos, para penetrar en el misterio de las galeras imperiales que yacen en el fondo del lago Nemi, todos aquellos que veneran el nombre de Roma y rinden culto a su antigua grandeza, han sentido palpitar sus corazones, presos de una emoción infinita. Y es lógico que así sea. Esos bajeles sumergidos son algo más grande y significativo que dos meros barcos del siglo primero».

40 millones de metros cúbicos

Mussolini, con cierta querencia hacia la megalomanía como muchos dictadores, no iba a permitir que semejantes palacios flotantes, procedentes de una de las épocas más gloriosas de la historia de Roma, permanecieran más tiempo en el fondo del agua. En abril de 1927 anunció su decisión de recuperarlas con toda solemnidad. «Y ahora, a trabajar. Pero recordad que, si no lo lográis recobrar las galeras, debéis preparaos a hundiros junto a ellas en el lago», amenazó el 'Duce' al ministro de Instrucción Pública, Pietro Fedele. Para no llegar a ese extremo, se contrató a una empresa milanesa y se dispuso un imponente proyecto de ingeniería que se basó en vaciar el lago con una prodigiosa bomba hidráulica. Se extrajeron nada menos que 40 millones de metros cúbicos de agua que fueron canalizados hasta el mar a través de viejos acueductos romanos.

La revista 'Blanco y Negro' publicó las impresiones de un enviado especial que fue testigo de cómo, poco a poco, ambas embarcaciones fueron apareciendo bajo el lodo. «En la visita anterior apenas estaba visible parte de una de las galeras, presentando una confusión de plataformas y maderos en excelente estado, a pesar de su inmersión en el agua durante dos mil años. En el momento actual, la sección visible, de unos 30 metros de longitud, da una magnífica idea de los arquitectos navales de la era precristiana», explicaba este.

Una vez vaciado el lago, los cascos de las naves fueron llevados a un gran museo construido en sus orillas para exhibirlos. Después el lago se volvió a rellenar. Allí permanecieron expuestas hasta que, la noche del 31 de mayo de 1944, en plena Segunda Guerra Mundial fueron quemadas por orden de Hitler. El ataque contra los adorados barcos de Mussolini se produjo durante la huida de las tropas nazis ante el avance aliado sobre Roma, y ha sido interpretado como una última ofensiva del dictador alemán contra el «traidor» dictador italiano, que en los últimos compases del conflicto estuvieron enfrentados.

¿El tercer barco?

Unos meses antes, de hecho, Hitler había ordenado fusilar a 8.200 soldados de Mussolini en Cefalonia, Grecia. El líder nazi sabía que reducir a cenizas los barcos de Calígula era atacar al dictador italiano donde más le dolía. De aquel incendio sobrevivieron tan solo unos pocos trozos de madera y algunas monedas. Se perdía así una obra arquitectónica única en su género, una estructura gigantesca concebida expresamente en función de su uso recreativo en un espacio de tan solo dos kilómetros de largo.

Después de la guerra, las dos naves fueron reproducidas a una escala menor, que se encuentran en el Museo de las Naves Romanas, Allí también se conservan algunos elementos originales que había a bordo: ancla, tuberías de plomo con el nombre de Calígula, porciones de mosaicos y de pavimentos con incrustaciones de mármol, cuatro columnas de mármol, cerámicas, ladrillos, decoraciones de arcilla y monedas.

Los últimos estudios realizados en 2017 consideraron que podría haber una tercera nave de Calígula en el lago Nemi. Justo en una de las zonas que no fueron desecadas por el 'Duce'. Esta es la hipótesis que defiende el Ayuntamiento de la localidad, el recaudó fondos para encontrarla y sacarla a la superficie como en 1929. «Se trata de una operación de gran importancia. Estamos convencidos de que en el fondo del lago se encuentra la tercera nave. Las evidencias nos empujan a intentar esta posibilidad y creo que es un deber hacerlo», aseguraba el alcalde, Alberto Bertucci.

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