El enigma de los gigantes que poblaron América antes de la llegada de Colón: «Medían siete metros»
La noticia no solo aparecía en las crónicas de algunos de los primeros conquistadores, sino que de ella se hicieron eco los periódicos más prestigiosos del mundo, como 'The New York Times' o 'The Washington Post', sin aportar ninguna prueba científica
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La leyenda sobre los gigantes que poblaron la América prehispánica ha sido alimentada durante siglos. Tantos, que el mismo Bernal Díaz del Castillo, el navegante vallisoletano que acompañó a Hernán Cortés en su viaje al nuevo continente de 1519, se refirió a ellos en la 'Historia verdadera de la conquista de la Nueva España' que publicó nada más regresar a España. Torcuato Luca de Tena, por su parte, mencionaba así este mismo relato en La Tercera de ABC del 27 de junio de 1987.
«El conquistador afirmó que hubo gigantes colosos en América. Cortés negociaba la paz con el cacique Viejo de Tlaxcala, el ciego Xicotencatl, cuando don Hernán, que quería saberlo todo y no dejar incógnitas a sus espaldas, preguntó a su nuevo aliado quiénes fueron los primeros pobladores de aquella tierra. El cacique respondió que gigantes de exorbitante grandeza y proporciones nunca vistas ni imaginadas. Para probarlo, trajeron un hueso de uno de ellos. El fémur era muy grueso y alto [...] y correspondía a un hombre de algo más de siete metros de tamaño»
Los conquistadores, primero, y el nieto del fundador de ABC, después, no fueron los únicos que se hicieron eco de esta leyenda. Los periódicos más importantes del mundo, como 'The New York Times', llegaron a informar en sus páginas de varias excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en los siglos XIX y XX, cuyos responsables científicos aseguraban haber encontrado restos humanos de entre tres y siete metros de altura.
El prestigioso diario, por ejemplo, hablaba de esqueletos que habrían pertenecido a «hombres de una raza desconocida hasta ahora» en una noticia del 4 de mayo de 1912. El artículo tuvo tanta repercusión que causó un gran revuelo en el mundo. Al parecer, la excavación había sido realizada en una colina junto al lago Delavan, en el estado de Wisconsin, después de que un equipo de arqueólogos del colegio Beloit descubriera más de doscientos montículos. Estos fueron considerados como un ejemplo clásico de la cultura Woodland, perteneciente a la prehistoria de América, del primer milenio antes de Cristo.
Adán, 40 metros
Sin embargo, lo que más sorprendió a los investigadores fueron, supuestamente, los 18 esqueletos gigantes hallados con cráneos alargados. «Las cabezas, presumiblemente de estos hombres, son mucho más grandes que las cabezas de cualquier raza que habita en América hoy en día. El cráneo parece estirarse hacia atrás, inmediatamente encima de las cuencas de los ojos. Los huesos de la nariz sobresalen muy por encima de los pómulos. Las mandíbulas parecen ser largas y puntiagudas», explicaba
Otras cabeceras se hacían las siguientes preguntas, aunque pocas veces llegaran, como es de esperar, a ninguna conclusión: ¿quiénes eran estos gigantes?, ¿a qué raza pertenecían?, ¿cuándo se extinguieron? Pero se dejaban, quizá, la cuestión más importante: ¿por qué la creencia de que estos seres gigantescos poblaron una vez el continente americano ha pervivido tanto? Por el contrario, algunos investigadores y muchos de los lectores de estos diarios comenzaron, incluso, a fantasear con la idea de que los restos no pertenecían a este planeta.
La realidad es que las noticias sobre gigantes no eran nuevas. Contaba también Luca de Tena, en un tono más sarcástico que serio, que, en 1718, hubo un académico francés llamado Henrion que defendía la «peregrina tesis» de que los hombres, inicialmente colosales, fueron menguando con el paso de los siglos. Y que, tras comprobar la estatura media de sus contemporáneos y realizar un cálculo aritmético un tanto cabalístico, llegó a la conclusión, «con exactitud tan envidiable como sospechosa», de que Adán medía 40 metros; Noé, 34, y Abraham, 28.
Dientes como los de un caballo
A estas fuentes históricas se fueron sumando noticias sobre otros hallazgos de restos de supuestos gigantes en 'Evening Star' (1893), 'Barton County Democrat' (1897), 'The Washington Post' (1910), St. Petersburg Daily Times' (1914), 'Evening Independent' (1925) y 'Pittsburgh Press' (1932), además del citado diario neoyorquino. La primera referencia de este último es de 1856. Decía así: «Varios trabajadores han descubierto en el sótano del viñedo de Illinois un esqueleto humano. Lo que más les impresionó fue el tamaño del esqueleto, que asciende a tres metros y medio. Tenía la mandíbula y los dientes casi tan grandes como los de un caballo».
Doce años más tarde, 'The New York Times' informaba de otro supuesto descubrimiento en las obras de una presa para la producción de energía hidroeléctrica en el río Mississippi, donde se desenterraron los restos de un esqueleto incrustado en una gigantesca roca de granito: «Los restos del humano gigante están completamente petrificados. La cabeza es masiva, de 80 centímetros de circunferencia, pero con una frente muy baja y plana en la parte superior. La altura total del misterioso individuo es de unos 3 metros y 40 centímetros».
Desde entonces, la prestigiosa cabecera no dejó pasar tres años sin una nueva referencia a este respecto. Así ocurrió, al menos, durante la primera década del siglo XX, quién sabe sin con la única intención de atrapar a los lectores y vender ejemplares. Por ejemplo, aquella noticia de 1902, que describía el extraño cementerio que habría encontrado el dueño de un rancho a doscientos kilómetros de Las Vegas, Luciano Quintana, quien aseguraba que los esqueletos aparecidos medían 3,6 metros de alto. «Los hombres que abrieron la tumba dicen que el antebrazo era de 1,2 metros de largo», subrayaba.
«¿Existieron?»
En 1987, Torcuato Luca de Tena se preguntaba: «¿Existieron gigantes alguna vez en la América precolombina?». Y, a continuación, explicaba: «Antes de responder, conviene saber si los hubo realmente en cualquier otro lugar sobre la Tierra. Y no me refiero a los hombres un poco más altos que el resto de los mortales, sino a los desaforados, colosales, los que no precisaban empinarse para columbrar lo que había más allá de las montañas, los que no encontraban edificio que les cobijase ni caverna en la que cupiesen».
A poco que buceemos en las hemerotecas encontramos otras muchas noticias de personas con una altura desproporcionada en relación a la media. Desde la prensa de Nueva Zelanda a la del Reino Unido, pasando por la de India, Francia, Turquía, Italia y Georgia, aunque ningún estudio científico ha conseguido acreditar, por supuesto, que sean ciertas. Uno de los casos más famosos fue el del conocido como el 'Gigante de Cardiff', del cual se descubrió que era un engaño de un empresario del tabaco creacionista llamado George Hull. Su objetivo: dar credibilidad a lo referido en la Biblia.
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