¿Está tu barrio entre los más bombardeados de Madrid durante la Guerra Civil?
Más de 6.000 edificios repartidos por toda la capital recibieron el impacto de las bombas lanzadas por el bando nacional y la aviación de la Alemania nazi
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El primer bombardeo sobre la capital de España durante la Guerra Civil se produjo durante la noche del 27 al 28 de agosto de 1936, poco más de un mes después del fracaso del golpe de Estado en la capital. Un Junkers Ju 52 ... lanzó varias bombas sobre el Ministerio de la Guerra y la Estación del Norte, causando un muerto y varios heridos. Aquellas primeras ofensivas aéreas de la aviación alemana, aliada del bando franquista, no eran masivas ni sistemáticas, sino acciones esporádicas y poco contundentes que, en ocasiones, provocaron víctimas mortales, algo que no cambió hasta que el frente llegó a las proximidades de Madrid a finales de septiembre.
En el libro España en llamas. La Guerra Civil desde el aire' (Temas de Hoy, 2003), Josep María Solé defiende que, con aquel ataque, «la capital de España se convirtió en la primera gran ciudad europea de la historia en ser bombardeada por la aviación». Una teoría que otros investigadores, como José Manuel Moreno-Aurioles en su trabajo 'Madrid bajo las bombas. Un análisis sectorial' (UCM, 2015), han puesto en duda: «No es posible afirmar que el primer bombardeo aéreo sobre población civil en Europa fuera este de Madrid, ni que fuera la primera ciudad en sufrir la guerra moderna. Lo que parece irrefutable es que sirvió de banco de pruebas para armas más modernas de cara a la Segunda Guerra Mundial, especialmente en lo que respecta a la aviación».
En cualquier caso, el primer bombardeo del 27 de agosto produjo cambios en la gestión de la seguridad de la ciudad de Madrid. El Gobierno republicano hizo públicas una serie de notas de prensa, insertadas en los periódicos y emitidas por la radio, en las que advertía a los vecinos sobre cómo debían actuar en caso de que se volviera a repetir la ofensiva aérea, ya que la ciudad siguió mucho tiempo sin estar preparada para ello. En base a esta desprotección y a que los aviones de Hitler siguieron lanzando bombas sobre Madrid, cabe preguntarse: ¿a qué barrios afectó más?, ¿sobre cuáles cayeron más bombas?, ¿cuáles concentraron el mayor número de edificios dañados o derruidos?
En marzo de 2019, Luis de Sobrón y Enrique Bordes, doctores arquitectos y profesores asociados del Departamento de Ideación Gráfica Arquitectónica de la ETSAM, publicaron un mapa con los más de 6.000 edificios que resultaron dañados durante el asedio de la capital. Un trabajo de investigación que les llevó dos años y que plasmaron en 'Madrid Bombardeado, 1936-1939', un plano dibujado a partir de la ciudad actual en el que geolocalizaron los inmuebles que recibieron las bombas por parte de la aviación nazi y la franquista.
Robert Capa
Algunos de esos edificios se han hecho famosos, como por ejemplo el edificio de la calle Peironcely número 10, en Vallecas. Las marcas de las bombas todavía permanecen visibles en la fachada, a pesar de que su dueño trató de borrarlas con yeso. Su fama se debe a que Robert Capa la fotografía durante la guerra y la convirtió en una de sus instantáneas más famosas. En 1998, el también fotógrafo José Latova identificó ese lugar como el de la imagen, aunque no lo hizo público hasta 2010, consiguiendo que, siete años después, el inmueble pasara a formar parte del catálogo de bienes y espacios protegidos del Ayuntamiento de la capital.
Luego se formó la plataforma #SalvaPeironcely10, que recibió en 2018 el Sello del Año Europeo del Patrimonio Cultural de la Comisión Europea, lo que ha provocado que el edificio acribillado sea expropiado por el Consistorio y que las 14 familias que lo habitaban hasta ahora hayan sido realojadas en pisos mejores situados en el cercano barrio de Numancia. «La foto de Robert Capa nos ha cambiado la vida radicalmente», reconocía a ABC Mihaela Gherghe, una de estas inquilinas, en marzo de 2021. Se cerraba así una historia que había comenzado en 1936.
Hablamos de aquel Madrid que Manuel Chaves Nogales describió en su libro de relatos Asangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España' (Ercilla, 1937). «En el casco de la ciudad, las bombas de los aviones hacen carne siempre», contaba el célebre escritor y periodista. Así lo resumía una superviviente en el libro de Josep Maria Solé: «Sabíamos que en cualquier momento podían matarte desde el aire [...] y, al cabo de un tiempo, te volvías fatalista. Al final me negaba a bajar al refugio cuando sonaba la sirena».
La fuentes
Para su trabajo, Luis de Sobrón y Enrique Bordes utilizaron fuentes como los libros de salidas de los bomberos de entonces, la documentación de los arquitectos del Comité de Saneamiento, Reforma y Construcción y los fondos fotográficos de la Biblioteca Nacional y el Archivo de la Delegación de Propaganda. En base a esta información, la primera conclusión a la que llegaron fue que «la zona más castigada fue el barrio de Argüelles, ya que estaba directamente relacionado con el frente por donde, precisamente, los sublevados pretendían entrar a la ciudad», explicaban los autores a TVE, en relación a la zona de Ciudad Universitaria.
Según el recientemente fallecido periodista e historiador Jorge Martínez Reverte, autor de 'La batalla de Madrid' (Critica, 2007), la decisión de bombardear ciudades republicanas con población civil fue tomada por los franquistas con el objetivo de desmoralizar y obligar a rendirse a la Junta de Defensa de Madrid presidida por el general Miaja, que en los últimos días había recobrado el ánimo. Y aunque los objetivos principales fueron en realidad militares –como la Estación del Norte, el Ministerio de Guerra y la Estación del Mediodía–, lo cierto es que las bombas se lanzaron también contra barrios populares como el de Arguelles, Tetuán o Vallecas.
En base a los datos aportados por Sobrón y Bordes –quienes defienden que no hubo prácticamente ataques aéreos a partir de enero de 1937, aunque sí cañonazos diarios desde la Casa de Campo y el Cerro de los Ángeles hasta marzo de 1939–, las zonas más afectadas fueron el oeste y el centro de Madrid. En la primera se encontraba precisamente el mencionado barrio de Argüelles, que quedó prácticamente destrozado. De hecho, todavía hoy se pueden ver muchas señales visibles de ello, como, por ejemplo, espacios urbanos vacíos en los que, durante la Segunda República, había edificios y después se convirtieron en calles o plazas. O inmuebles del siglo XIX junto a los cuales, de repente, hay otros de los años 40 o 50 construidos sobre los que fueron derribados por los bombardeos.
Casa de Campo
Cuando los bombardeos comenzaron a ser diarios y sistemáticos a principios de noviembre de 1936, justo en el momento en que las tropas sublevadas llegaron a la Casa de Campo, Franco llegó a declarar que era preferible «destruir Madrid antes que dejárselo a los marxistas». Por eso comenzó a utilizar también bombas incendiarias, principalmente contra la zona centro de la capital y sobre edificios históricos como el Museo de Arte Moderno o el Museo de Arqueología, además de ministerios, edificios oficiales y otros que podían albergar tropas enemigas.
Sobrón y Bordes, sin embargo, piensan que estos bombardeos contra edificos emblemáticos tenían una justificación militar bastante confusa, puesto que por cada supuesto objetivo estratégico destruyeron o dañaron 99 inmuebles que eran viviendas, escuelas o teatros. Una directriz que, según defienden, estaba influenciada por la doctrina de Giulio Douhet , que planteaba que las guerras ya no se ganaban solo en el frente, sino también en la retaguardia, amedrentando y aterrorizando a la población civil. De ahí que, por ejemplo, del 9 al 15 de noviembre se produjeron centenares de muertos al bombardear el Hospital de San Carlos y el de Santa Isabel, además del Museo del Prado y la Biblioteca Nacional. «Los madrileños debían refugiarse cada poco tiempo en el metro o en los portales, en medio del ruido de las explosiones y de las sirenas de ambulancias y bomberos», contaba otro superviviente a Josep Maria Solé.
Muchos historiadores argumentan que el Barrio de Salamanca se convirtió en zona neutral para proteger las viviendas de los potentados que financiaron el golpe de Estado, de los propios golpistas que tenían propiedades allí –Franco era uno de ellos– o sencillamente de aquellos que habían apoyado la sublevación. Y que por ello apenas fue bombardeado, a diferencia de otras barriadas de clase baja como Tetuán o Vallecas, donde los ataques no tenían un fin militar, sino político-represivo únicamente. Es decir, orientado a la población obrera.
Barrios obreros
Para Moreno-Aurioles, sin embargo, la zona neutral no se correspondía originariamente con el Barrio de Salamanca: «Sus límites eran, según las proclamas lanzadas por la aviación sublevada el 6 de noviembre de 1936, los siguientes: la calle Diego de León, Paseo de la Castellana, Nuevos Ministerios y las actuales calles de Joaquín Costa y Francisco Silvela. Cuando los sublevados entraron en Ciudad Universitaria, la zona neutral se vio modificada: el límite de Diego de León se trasladó a la calle Hermosilla. Y, finalmente, la zona sufrió un cambio radical según un telegrama del 18 de noviembre: el límite Este pasó a ser la calle Velázquez desde su cruce con el Paseo de Ronda hasta el cruce con Goya; por el sur, el límite lo marcaban las calles Goya y Génova; y por el Oeste el límite se desplazó hasta la calle Zurbano. El Barrio de Salamanca, por lo tanto, solo estuvo incluido en la zona neutral a partir de la segunda ampliación».
Y añade: «Ocurre lo mismo con la vivienda que Franco había tenido hasta 1935 en el número 28 del Paseo de la Castellana. La casa de Juan March, conocido financiador del golpe, que estaba situada en la esquina de la actual calle José Ortega y Gasset, solo quedó dentro de este área en la primera modificación de la zona neutral y quedó excluida en la segunda. Por lo tanto, no es posible sostener que la zona neutral se crease a fin de defender el patrimonio de los golpistas».
En este sentido, el historiador asegura que no es cierto que los bombardeos del ejército sublevado atacaran con especial fruición a los barrios obreros. Los elementos urbanos más afectados, sostiene, se encontraban en torno a objetivos militares. Argüelles sería un claro ejemplo de ello, pues se trata de un barrio con elementos aristocráticos —incluido el palacio del duque de Alba—, que resultó mucho más ampliamente bombardeado y de forma más destructiva que los distritos de Hospital e Inclusa.
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